Tweet Segui @dini912030 Maleta de Opiniones: 2012

22 noviembre, 2012

Gabriel González Videla: su pasado y su recuerdo


Ley de Pesca, Ley Hinzpeter, una conducta opositora caracterizada como “asquerosa por una Ministra de Estado”. Para quien lea esta columna en algunos años más sólo cabe decirle de antemano: nos encontramos en un gobierno que, más cercano a la democracia, parece asemejarse a una dictadura virtual.

Muchos han intentado calificar la iniciativa que pretende desmovilizar a la población chilena y sus reivindicaciones sociales –ahora bajo el colchón de la legislatura- como una nueva “ley maldita”. Nada más cierto. Más que ahondar en su articulado, es necesario hacer una breve conexión con el contexto actual.

Gabriel González Videla, a su modo, trató de “jugar al empate” en su gobierno levantando un monumento al ego propio y a la zona que lo vio nacer, como tratando de desviar la atención de su mal manejo para con los movimientos sociales de la época. La Avenida Francisco de Aguirre lo recuerda en cada una de sus esquinas, y el monumento levantado en una administración similar no hace más que reforzar la concepción del gran estadista que levanta su mano muy en alto para guiar a su pueblo hacia el progreso, bajo el alero del modelo industrializador en declive de los años cincuenta. Con gran parte de la prensa a su favor, y bajo el disfraz de democracia, consiguió llevar al plano nacional las tensiones internacionales y proscribir a quienes lo habían apoyado en su camino a la Presidencia.

Es cierto, las condiciones internacionales ya no son las mismas y el contexto claramente no es igual. De hecho, el Estado está en permanente desconstrucción desde hace casi cuarenta años y el Presidente ya no tiene la necesidad de proscribir partidos políticos. Hoy el foco está en las nuevas formas de organización política chilena: los movimientos sociales. Como funcionan al margen de los partidos –por excelencia, las formas de calmar las tensiones- y son más difíciles de controlar, hay que buscar una manera de cooptarlos en favor del Estado. Qué mejor manera de enviar una Ley a un Parlamento eminentemente partidista y con, a ratos, leve mayoría, para que apruebe una iniciativa que desmovilice y castigue a la gente bajo el argumento de que “aportará a la mantención del orden público”.

Dentro de otros argumentos, vivimos en una dictadura virtual. Es que pregunto: ¿Cuándo se habían perdido votos de esta manera? ¿Desde cuándo que no se presentaban iniciativas legales de esta magnitud? ¿Cómo se encuentra la confianza en la democracia practicada en Chile? ¿Cuándo se había visto una manipulación comunicacional del país, al punto de magnificar justo en los días de presentación de estas leyes, enfermedades como la meningitis? Que me perdonen las sensibilidades políticas, pero pareciera que vivimos dentro de una dictadura disfrazada de democracia. Hoy más que nunca.

Chile olvida rápido y eso sí que es ley y tradición. No sé qué dirán las interpretaciones históricas el día de mañana. Sin embargo, no sería de extrañar que Sebastián Piñera pase a la posteridad como el gobernante que llevó al país al desarrollo y nada más, tal como Gabriel González hoy sólo se levanta como el creador del Plan Serena.

Parece que no es necesario recordar más. El pasado y el recuerdo negativos dan lo mismo. 

Para complementar esta columna, ver más en la editorial del mismo nombre, en el canal de YouTube: 
http://www.youtube.com/watch?v=2n0G2cXPXFM&feature=plcp

09 octubre, 2012

Los mapuche son malos: tesis de 24 Horas.


24 Horas nos mostró la verdad, señores: los mapuche son malos porque son asesinos de Carabineros que entran, siempre siguiendo a la inocente ley, a tierras donde viven personas que se oponen al progreso del país y a la unidad nacional.

24 Horas no miente, señores: nos muestra, después de un terrible accidente por parte de un gendarme que casi le cuesta la vida a un joven padre de familia, y antes de un trasplante a una embarazada, la terrible muerte de un mártir de una institución con altos niveles de confianza dentro de la población chilena. Y lo peor es que murió cumpliendo con su deber.

24 Horas nos muestra la integralidad de la noticia: nos cuenta, después de un acierto periodístico, que existen comuneros en huelga de hambre reclamando por detenciones injustas. De manera muy somera, es cierto, pero cumple con la premisa del canal: que el periodismo es el.

Esta es la tesis de 24 Horas.

Con espanto y estupefacción el país entero ha observado las imágenes que mostró, en su edición central, en relación a los últimos segundos de vida del cabo Albornoz, en un allanamiento en Ercilla. Situación terrible no sólo para una institución que tiene aquí mismo sus raíces con el “Bufalo Bill” chileno, Hernán Trizano, sino también para su familia, a la que no debió haber caído para nada bien la exhibición de tal cinta.

No puedo sino hacer algunas preguntas de rigor. Nada del otro mundo.  

¿Era necesario mostrar estas imágenes, a pesar de las advertencias de su alto impacto, a las 21.15 de la noche, cuando muchas personas comen después de sus trabajos, y en horario familiar?

¿Era imprescindible mostrar ese adelanto de Informe Especial, aun sabiendo que tenían más cintas? ¿Vale la pena, a modo de sutil equilibrio, mencionar muy someramente la existencia de comuneros en huelga de hambre, deslegitimando su visión del conflicto?

El gran problema es que las sistemáticas campañas del Servicio Nacional de Turismo para atraer gente, los empeños por hacer crecer a la zona con mayor inversión empresarial y las ganas de mejorar la imagen de la zona quedan en cero con tal decisión. Y lo peor de todo es que, desde Arica a la Antártica, con islas incluidas, creerán –salvo pocas personas que conocen ambas caras de la moneda, la mayoría viviendo en esta región- que los mapuche son malos.

Señores: se nos murió la televisión pública hace rato. Hoy hemos visto la confirmación de esta triste realidad, frente a la cual parece no haber salida.

Espero que, después de haber visto a la gente mala, no deje de ver a las “mujeres de familia” que son el fiel reflejo de la verdadera realidad. No se caliente la cabeza con mapuche “malos”. 

07 octubre, 2012

Una revolución en historia.


Chile es un país que olvida rápido. Lo lamentable de esta situación es que el consenso, en este sentido, es casi unánime. Después de una extensa y densa historia llena de aciertos y errores de nuestras clases gobernantes y la respuesta de sus ciudadanos, parece no ser suficiente para que distintos hechos relevantes, más allá del relato de una historia nacional –y, a veces, nacionalista- no repercutan en los habitantes de nuestro país.

¿Qué hacer, entonces, frente a una población que parece no interesarse en el estudio y análisis de los hechos pasados? ¿Cómo superponerse al relato tradicional basado en fechas y datos que parecen no tener conexión entre sí? ¿De qué manera se puede sobrepasar el mito de que aprender historia es “aburrido” y que “no sirve para nada”?

Es verdad: la profesora o profesor de historia debe entablar un relato cabal del pasado que permita comprender de manera integral el momento presente. Se hace difícil puesto que ni siquiera existen, en nuestros planes y programas, unidades al principio de cada año lectivo que permitan un aprendizaje con internalización sobre el tiempo y el espacio. Es más, ni siquiera reflexionamos sobre la distinción temporal que hacían los griegos, sobre el cronos y el kairós: mientras que el primero es el tiempo que se “come a sí mismo”, el segundo es el tiempo constructivo, del avance, del aprendizaje. Para muestra, un botón: es cosa de reflexionar sobre el sentido de palabras como cronómetro o cronología.

Más allá de las aulas, pareciera ser que al ciudadano de a pie le fuera indiferente esta materia. Y es paradójico siendo que la persona que cuenta un relato histórico es escuchada con atención por quienes desconocen algunos hechos pasados o no los manejan totalmente. En parte pasa porque, en una sociedad como la nuestra donde anda mucha información dando vueltas y es más importante hablar de las Argandoña –asumiendo que es “la realidad”- que de las desigualdades de nuestro Chile, esto no interesa.

Pareciera ser que hay que jugar a ser el mejor distractor entre tantos que andan rondando en el diario vivir, que hay que competir contra el internet y la televisión, que hay que “vender” mejor el producto para hacerlo atractivo e interesante.

¿No será, quizás, que hay que aprovechar las reglas del juego que rigen actualmente, en torno a la publicidad, y hacer atractiva a la reflexión crítica para invitar a la gente a participar de ella? ¿Pasará la solución por llevar las preguntas a la calle, a los ojos de los ciudadanos y en los sitios por los que transita diariamente?

Pensar una revolución en historia es uno de los pasos fundamentales para crear una conciencia crítica del momento presente y de la posición de cada uno en la sociedad actual, en relación con los hechos pasados. Y una de sus bases estructurales debe ser la superación de los demás estímulos del medio jugando con las reglas que nos rigen actualmente.

Pareciera ser que una revolución en historia pasa por ser más inteligente que el sistema imperante y usar sus reglas para quebrarlo. Y para eso no es necesaria una transformación estructural: basta sólo una pregunta que lo cuestione. 

26 septiembre, 2012

Bienvenidos al nuevo Maleta de Opiniones

Amigas y amigos:

Como podrán darse cuenta, Maleta de Opiniones hoy ha dado un nuevo salto en su historia. Tras su nacimiento en julio de 2011, la publicación de la "Carta abierta al Club de Golf Chicureo" en diciembre del mismo año, y las más de 24 mil visitas recibidas en este tiempo, hoy se transforma para ser una comunidad multiplataforma. 

Los invito a visitar el sitio y hacerlo suyo, revisar las columnas de siempre y aportar, siempre que quieran, ya sea con su crítica o contribución a la página. Podrán encontrar allí, de momento, tres proyectos: las columnas, Maleta TV -donde se encuentran los videos que se irán subiendo- y Maleta de Fotos, con nuevas miradas del momento presente. 

Maleta de Opiniones se reinventa con su presencia en Facebook, Youtube y Blogger, para que no perdamos el contacto. Como siempre, esta será su casa, a la que podrán entrar cuántas veces quieran.

Bienvenidos al nuevo Maleta de Opiniones, en el siguiente enlace:

19 septiembre, 2012

Los mitos de la construcción de Chile. Parte 2: la cueca.


 “No cambio la cueca ni por la Presidencia de la República”.
Diego Portales.

Prólogo.

Muchas veces, cuando necesitamos rememorar nuestro pasado personal, recurrimos a las canciones que identifican de mejor manera algunos momentos relevantes. Lo mismo pasa entre quienes construyeron, ya sea en los años 30 del siglo XIX o tras un traumático golpe de Estado, un país a su imagen y semejanza que permitiera la sujeción de sujetos dóciles que fueran funcionales a él.

Se puede asemejar la estrategia del Estado hacia sus residentes a la compra de un cliente en un supermercado. La estrategia de marketing que seguirá el centro comercial será el poner música de fondo, con el sólo fin de distraer a las personas para que no efectúen compras racionales (1), estimulando su impulso comprador (2). Como si fuera una estrategia viralizante, funciona de la misma forma con el denominado “baile nacional”: la cueca.   

El “expansionismo hacia adentro” y el “modelo exportable”.

Imagine que un día quienes manejaron el Estado de Chile hacia 1830 dijeron que todo lo que estaba entre el desierto de Atacama y el Cabo de Hornos era suyo, Cobija incluido, invocando diversos argumentos jurídicos como el Utis Posidetis de 1810; argumento considerablemente frágil si se considera que el dominio efectivo de la República en ese entonces era entre Coquimbo y Concepción, dada la división provincial que se estipuló en las Constituciones de 1828 (3) y 1833 (4). Hay que destacar que se incluso se atribuyen territorios que son ajenos, considerando que “el norte era de peruanos y bolivianos, la Frontera era de los mapuche, la región de los Canales pertenecía a algunos otros pueblos originarios” (5).

Quienes realizaron la invención de “Chile” echaron mano a diversos símbolos provenientes del territorio que efectivamente dominaban. En el afán de construir símbolos que generaran identidad echaron mano a la figura del “roto”: un sujeto dócil al Estado que fuera un subordinado “republicano” (6), por lo que se fijaron en sus costumbres.

Este roto, más identificable con los sectores populares -que según algunos teóricos es la síntesis del minero del norte grande con otros “raciales” de nuestro país- es vencido frente a la figura del huaso en el siglo XX: “una figura rural, mestiza, con poncho sobre los hombros, sombrero fino, calzando zapatos o botas con espuelas, listo para montar a caballo, impecablemente vestido, nunca remendado” (7). Curiosamente, este habitante de los campos del valle central –curiosamente cerca de la capital, Santiago- es escogido  como el modelo identitario ideal para iniciar el proceso de construcción de los símbolos nacionales. No por nada se impuso el huaso –y ladino, por sobre todo- cuando se anexionaron territorios como Arica o La Frontera, poniéndose especial atención a una característica en particular: la música que le fuera más cercana. La cueca, entonces, es utilizada como uno de los mecanismos más identificables y más inconscientes de la construcción de “Chile”.

La cueca: control musical.

Legalmente, ya sea por olvido jurídico o porque no fue preocupación mayor de los gobiernos, no se dictaminó a la cueca como “baile nacional”. La Junta Militar en 1979 dejó explícitos cómo pueden llegar a operar, desde el Estado, intentos de sujeción de las costumbres populares a una versión “oficial” y “legal”. Esto funciona por cuatro mecanismos:

-          Planteando que la cueca es la “genuina expresión del alma”
-          Que alberga la picardía propia del “ingenio popular chileno”
-          Que “se identifica con el pueblo chileno desde los albores de la Independencia” (8)
-          Que es una expresión de “auténtica unidad” (9)

La cueca tradicional, entonces, es la síntesis de todo lo anterior: un modelo a seguir, homogeneizante como expresión de la unidad nacional, expresión máxima de un sentir nacional y popular del “pueblo” como conjunto de habitantes de la república unitaria –sin particularidades de ningún tipo-, correlato de la creencia en una historia oficial llena de glorias y sin errores ni omisiones por parte del Estado, símbolo máximo de la identidad (10).

Es cosa de fijarse en algunos de los códigos que sigue la cueca centrina: pasos que se siguen al pie de la letra, letras que hablan de situaciones sin carga conflictiva, tiempos y ritmos controlados, vestimenta oficial –la del huaso del valle central-, letras casi siempre centradas en el hombre. Es decir, se intenta ejercer entre los habitantes de la republica un control musical como vía para generar identidad y sentido patriótico.

Cabe cuestionarse entonces, ¿No serán la cueca chora, la cueca brava y la cueca urbana no sólo medios de distensión social sino que de revisión y rebeldía inconsciente ante un baile que está desanclado de su entorno y que es reproducción de quienes han construido “Chile”?

Referencias.

(1)  Comunicaciones GSD. (2012). Música en los supermercados, ¿Una estrategia de marketing? Tomado de http://www.serdigital.cl/2012/05/04/12626/, recuperado el 19 de septiembre de 2012. No obstante, esto siempre se acompaña de “siempre va acompañado de luces, orden de los productos, colores corporativos, etc, y juntos logran un todo”. ¿Coincidencia?
(2)  Hita, E. (1997). Trucos para 'Picar' en el Supermercado. Tomado de http://www.elmundo.es/sudinero/noticias/act-95-06.html, recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(3)  Art 2. En ella se establece que el territorio chileno comprende estos dos puntos, incluidas” las islas de Juan Fernández y demás adyacentes”. La división administrativa comprendió las provincias de Coquimbo, Aconcagua, Santiago, Colchagua, Maule, Concepción, Valdivia y Chiloé. Tomado de   http://www.leychile.cl/Navegar/?idNorma=1005225&idVersion=18280808&idParte, recuperado el 28 de agosto de 2008.
(4)  Art. 1. Se plantea que el territorio nacional se extiende desde “el desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos, y desde las cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, comprendiendo el archipiélago de Chiloé, todas las islas adyacentes, y las de Juan Fernández”. Nuevamente se aprecia el verdadero dominio de la República: desde Coquimbo a Chiloé. Tomado de http://www.leychile.cl, recuperado el 28 de agosto de 2008.
(5)  Vrsalovic, D. (2012). La(s) República(s) de Chile. Tomado de http://www.elmorrocotudo.cl/noticia/sociedad/las-republicas-de-chile, recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(6)  Pinto, J. (2010). Historia y memoria, olvidos y recuerdos de huincas y mapuches en la frontera chilena. Tomado de http://www.youtube.com/watch?v=3HGTzhw0fDc&feature=relmfu, recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(7)  Gutiérrez, H. (2010). Exaltación del mestizo: la invención del roto chileno. Universum 25, Vol. 1. P. 137.
(8)  A lo que agrega, como un correlato “sus gestas más gloriosas”, en un intento de asociación independencia-historia oficial-gesta popular-cueca. Una revisión se ha realizado en la primera parte de este ciclo de columnas, en Vrsalovic, D. (2012). Los mitos de la construcción de Chile. Parte 1: la historia. Tomado de http://www.elboyaldia.cl/node/18614, recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(9)  Junta de Gobierno. (1979). Decreto 23. Declara a la cueca danza nacional de Chile. Tomado de http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=224886&buscar=decreto+1979+cueca, recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(10)                     Gutiérrez, H. (2010). Ibíd. P. 137, y Rojas, A. (2009). Las cuecas como representaciones estético-políticas de chilenidad en Santiago entre 1979 y 1989. Revista Musical Chilena, año LXIII, julio-diciembre 2009. P.56. Cabe destacar que nuevamente se utiliza como medio para generar identidad y sentido patriótico en tiempos en que se necesitaba reafirmar la nacionalidad frente a la “amenaza del comunismo”.

17 septiembre, 2012

Los mitos de la construcción de Chile. Parte 1: la historia.


Prólogo

Si el Padre de la Patria estuviera vivo hoy día junto a nosotros, ¿qué nos pediría, qué batallas libraría, qué causa congregaría sus esfuerzos y sus energías? En suma, si Bernardo O’Higgins viviera ¿qué esperaría de quienes somos hoy día sus sucesores en esta bendita patria llamada Chile?

                Sebastián Piñera (1)

Sebastián Piñera ha dado, como pocas veces en su carrera política desde que asumió la Presidencia, en el clavo con las interrogantes que puso sobre la mesa. No porque los emplazamientos que hace a la nación sean correctos sino porque estos temas forman parte de un mito construido durante generaciones con una finalidad concreta: domesticar los más fervorosos impulsos transformadores y someterlos al dominio de la Patria chilena.

El año 2011, con el afán de dar a conocer los principales hitos del proceso independentista -más como una sucesión de hechos que como una crítica-, se lanzó un ciclo de columnas titulado “La Aurora de Chile, relato de la Independencia”, que contó en cinco capítulos el devenir de acontecimientos que dieron como resultado la derrota de la Corona española en los actuales territorios chilenos (2).

Este año, no obstante, y en especial atención al momento histórico que corre en Chile, es preciso revisar algunos de los códigos que pueden explicar la celebración de las fiestas patrias y la construcción de un Chile mítico que hoy se asimila naturalmente por gran parte de la población.

Un origen traumático.

Todo parte mal en la construcción de nuestras repúblicas americanas. Tradicionalmente, cuando se transmite el mito del acto fundacional de Chile por medio de su “descubrimiento” se presupone la inexistencia de población en estas tierras. Es así como se intenta subordinar a nuestros pueblos originarios al relato del español heroico que, en busca de constantes aventuras, se embarca en la búsqueda de la civilización. Tal es el caso de un relato que no ha cambiado en demasía, lo que se demuestra en este pequeño extracto de un libro de instrucción general de Carabineros del año 1964, que reseña: “Valdivia era generoso, desprendido, valiente, justo y estaba ávido de conquista. Con su fortuna personal, que era considerable en el Perú, reunió (…) los elementos suficientes y emprendió viaje” (3).

¿Por qué la referencia? Porque es en el acto fundacional de Chile donde se concentra toda nuestra historia, lo que se verá reflejado en el relato de la Independencia y de la construcción del país. De un lado, un grupo de personas venidas “de lejos” que emprenden sus diatribas en contra de personas que por siglos habitaban sus territorios; del otro lado, quienes tienen modos de vida y costumbres propios y que no poseen las mismas concepciones de los que tienen una mirada utilitaria de los nuevos lugares. La lucha entre “unos” y “otros” será  permanente dentro de un pequeño círculo de historiadores que la revitalizará como medio para defender una gesta heroica que rompió con un pasado que “oprimía” a Chile.

La Independencia: relato de unos pocos.

Este mito que vislumbra al período colonial como nefasto y a la Independencia como la luz que empuja al carro del progreso es sólo una de las interpretaciones que se le han dado a este proceso. Existen otras, como la de Hernán Ramírez Necochea, que la explica desde la tesis que pone de manifiesto a un empresariado criollo que se opone a las medidas económicas de la Corona (4), o la de Mario Góngora, que plantea un reencuentro con la raíz hispánica de Chile (5).

No obstante, la  que caló más hondo fue la versión liberal, dada entre un pequeño círculo de intelectuales de esta tendencia en la capital del país. No es difícil reconstruir esta versión de los hechos: marcado descontento en las colonias, espíritu de crítica dado por la Ilustración, prisión de Fernando VIII, mala administración del gobernador García Carrasco, sólo por nombrar algunos elementos (6).

¿Cuál es la diferencia entonces? ¿Por qué caló más hondo esta versión y no las otras? Por una razón más sencilla de lo que parece.

En el proceso de construcción del Estado se echa mano al elemento histórico porque es el que genera mayores grados de identidad y al que se puede recurrir muchas veces en tanto se utilice bien. Ahí se encuentran los héroes que dieron la vida por una causa, allá están los mártires que perecieron en la búsqueda de un elemento común, por el otro lado están quienes pensaron una gran casa para albergarnos a todos. En el pasado están las personas que son modelos a seguir y hechos que permiten confrontar a un grupo “oprimido” contra otro “de gran poder” al que hay que vencer (7).

Esta interpretación, liderada por los historiadores liberales –que veían en la historia un camino ascendente que llevaría al hombre a la libertad- calzaba perfecto con las ambiciones de los grupos de poder de construir un Estado que permitiera dejar contentos a comerciantes, mineros y empresarios por igual y generar identidad en los sectores populares, que más que andar peleando por causas ajenas luchaban por sobrevivir en un medio hostil (8).

Sólo un dato para sustentar este argumento: en Chile se cantaba más la canción nacional argentina que la chilena. ¿Por qué?: por la sencilla razón de que la presencia del elemento trasandino fue tan fuerte en los primeros años tras la Independencia que muchos terminaron identificándose más con esa canción que con el complicado himno chileno, además de su fácil memorización (9). Esto da cuenta de un Estado que no tenía altos grados de identidad en los estratos bajos, lo que se suma a su poca participación en la gesta independentista.

La corriente histórica denominada positivismo elaboró dos grandes aportes a la Historia que, a su vez, fueron tremendamente dañinos: la obsesión por documentarlo todo (que hable a través de las fuentes) y la concepción de que la historia es una concepción lineal de hechos y acontecimientos que había que fijar con precisión a través de la cronología (9). El tiempo histórico se dirige, a su vez, desde un principio hasta un fin, a semejanza de un encuentro final con Dios (10).

Los hermanos Amunátegui, Vicuña Mackenna, Barros Arana y Encina, quizás, son los grandes culpables de que muchos vean aún a un Chile que se reencontrará en un día no lejano con el Señor. Sólo es cosa de cambiar el reencuentro por la Independencia y Dios por la libertad. Si quitamos ambos elementos no tenemos más que un mito al que se ha echado mano durante casi dos siglos para distraer a la gente de las cosas realmente importantes.

Referencias.
(1)  Saludo de S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, en conmemoración del 234º aniversario del natalicio del Libertador General Bernardo O’Higgins. Tomado de http://www.prensapresidencia.cl/discurso.aspx?codigo=7899, recuperado el 17 de septiembre de 2011.
(2)  Para más detalle, revisar las columnas en El Boyaldía y Maleta de Opiniones, en los siguientes enlaces: parte 1, “los primeros inicios” (1808-1810); parte 2 (1810-1814), “el primer sueño”; parte 3, “el firme deseo de volver” (1814-1817); parte 4, (1817-1823) “la primera piedra de Chile”; y parte 5, “la batalla final: Chiloé” (1823-1826).  
(3)  Vieyra, L. (1964). Instrucción general. S.I. P. 274.
(4)  Ramírez, H. (2007) Obras escogidas. Vol. I. Santiago: LOM.
(5)  Góngora, M. (1981). Ensayo sobre la noción de Estado en Chile. Siglos XIX y XX. Santiago: UNIVERSITARIA. Cabe dejar de manifiesto su abierta simpatía con el franquismo español.
(6)  Vieyra, L. (1964).
(7)  Cid, G., San Francisco, A. (Editores). (2010). Nación y nacionalismo en Chile. Siglo XIX. Vol. 1. Santiago: CENTRO DE ESTUDIOS BICENTENARIO.
(8)  Cid, G., San Francisco, A. (Editores). (2010). Nación y nacionalismo en Chile. Siglo XIX. Vol. 2. Santiago: CENTRO DE ESTUDIOS BICENTENARIO.
(9)  Comes, P., Trepat, C. (1998). El tiempo y el espacio en la didáctica de las ciencias sociales. Barcelona: GRAO. Pp. 35-36.
(10)                     Comes, P., Trepat, C. (1998). Ibíd. P. 24. 

11 septiembre, 2012

En este 11 de septiembre, quisiera pedir...


Quiero, muy respetuosamente, elevar una oración por cada una de las personas que se han cruzado, tristemente, este 11 de septiembre en Chile. Hoy, en un día nefasto para nuestro país, creo necesario hacer un pequeño homenaje a quienes partieron en distintas situaciones y distintos tiempos.

Quisiera pedir por quienes cayeron defendiendo el último reducto de la democracia de quienes siempre se sintieron incómodos con el cambio, la transformación y la renovación social. Por quienes dieron hasta el último soplo de vida por defender un Chile que parece no volver: el del avance de las masas postergadas, el del marginado que llegó a ser alguien, el de prefirió quedarse antes de huir.

Quisiera pedir por quienes se quedaron escuchando la radio aquel último mensaje del Presidente, y de quienes protegieron a sus hijos en aquel día triste. Por las madres que vieron partir a sus hijos a “trabajos por la noche” y no pudieron darles un último abrazo. Por esas mujeres que aun buscan dar digna sepultura a quienes llevaron nueve meses dentro de sí y fueron arrebatados y desaparecidos. Por esas personas que aún se preguntan dónde están.

Quisiera pedir por los hombres y mujeres que, en los distintos centros de detención, aprendieron que las heridas del cuerpo no pudieron con las del alma y las ideas, y resistieron semanas y meses esperando la libertad. Por quienes, por algún motivo, debieron salir de su tierra y refugiarse allá muy lejos, siendo reticentes a desempacar el sillón esperando volver. Por esas personas que nunca perdieron la esperanza de ver unas Alamedas abiertas nuevamente.

Quisiera pedir por quien prefirió pagar con su vida antes que entregar la legitimidad de una democracia validada por el país a la violencia y la imposición de una Junta avasalladora que terminó siendo la más sangrienta del Cono Sur. Que con su vida no se plantó como un cobarde, sino que se ubicó en el más alto sitial de los hombres de la República como quien defendió hasta la última gota de su sangre el Estado de Derecho. Quisiera pedir, especialmente, por Salvador Allende.

Quisiera pedir, además, en esta fecha muy especial, por dos personas que son parte de nuestra historia reciente. Primeramente, por quien tuvo el gran valor de no ceder un ápice ante nadie con el sólo afán de llegar a la verdad y no renunciar a pesar de ser perseguida; por quien es un gran reflejo de nuestra historia reciente. Quisiera pedir por Raquel Correa. Además, de forma muy humilde, quisiera pedir por uno de los personajes más queridos y trascendentales del deporte y la televisión nacional, con quienes los más jóvenes nos acompañamos semana a semana.  Quisiera pedir también por Sergio Livingstone.

Por todos quienes hoy han perdido a alguien o han sufrido alguna herida física o del alma, roguemos al Señor. 

05 septiembre, 2012

A propósito del debate: ¿Quiénes realmente compiten en Temuco?


Hace algunos días la televisión local ha dado uno de los grandes saltos que le faltaba: transmitir un debate entre los candidatos a los municipios. Este hecho que para muchos puede pareces intrascendente se vuelve fundamental en la construcción de una televisión con arraigo local y más conectada con el quehacer político regional. Bien por Universidad Autónoma Televisión y los medios que formaron parte de la iniciativa.

No obstante, es menester hacer un breve comentario sobre los aspirantes al puesto de Primer Edil de Temuco, tanto desde el punto de vista histórico como de quienes se encontraban en el escenario de un conocido hotel local.

Las tres personas sintetizan poco más de 130 años de historia local, en la que sólo algunas destacan en el ámbito político. Para ser más específicos: Miguel Becker es descendiente de una de las primeras familias que llegaron desde Europa a poblar estas tierras luego de la Ocupación de la Araucanía por encargo del Gobierno chileno, ya que era traer la “civilización” a tierras “bárbaras”. Estas personas pasan a ser parte de una red oligárquica compuesta, entre otros tipos sociales, por: la alta oficialidad militar, los empresarios, los altos funcionarios de gobierno, entre otros; se reúnen en espacios excluyentes como los clubes sociales y acceden, por cierto, a los principales cargos de elección pública dada su fuerte presencia en esta ciudad. El actual Alcalde es el fiel reflejo de la etapa fundacional temuquense.

Francisco Huenchumilla representa esa forma tradicional de hacer política. Esa que, por una parte, aprecia en demasía las grandes transformaciones y busca un proyecto permanente en el tiempo; pero que, entre los pasillos, intenta que lo llamen para una candidatura –al menos en lo formal- y se aleja de las primarias como mecanismo regulador. Es de esos personajes políticos relevantes de antaño que hacen valer su peso frente a otros que puedan desestabilizar su influencia. Ya hemos visto cómo llegó a esa candidatura. Las palabras sobran en un personaje que sintetiza el ciclo político temuquense pre-1973.

Genoveva Sepúlveda es una mujer fuertemente anclada al Temuco post-1973: una acérrima colaboradora de la administración Pinochet y congruente con ello al mantener sus ideas aun después del retorno a la democracia –tanto que es de las pocas que lo reconoce abiertamente y participa en las cenas de la Corporación 11 de Septiembre-, concejala desde hace veinte años y muy activa en la política comunal. Es mérito primeramente reconocer que, haciendo algo de justicia con su persona, ha sido bajada dos veces de la candidatura por el lobby ejercido por los hermanos Becker desde Santiago. No obstante, esto se ve eclipsado con la falta de renovación de rostros y la postergación eterna de la mujer en estas tierras, aspectos que serán tratados posteriormente.

Me hubiese encantado hablar de Elena Varela y del tremendo proyecto que podía haber expuesto, del poder transformador y renovador que es signo de los tiempos que corren, del tremendo impacto que desde esta mirada histórica hubiera traído; pero al no haberse presentado aquel día no puedo opinar más. Sólo se puede agregar que fue una muy mala jugada: muchos la estábamos esperando y pusimos nuestras expectativas en la transmisión televisiva por verla. De todos modos, mis saludos y respetos a ella.

Las tres personas que se vieron en la pantalla reflejan lo que se podría denominar “el proyecto de Temuco”. Imagínese un ovillo de lana que lo manejan pocas personas y al que pocos pueden entrar porque siempre se quedan los mismos, como en un contrato que anda dando vueltas en el aire pero nadie lo hace público. En concreto: es una red política, económica, social y cultural manejada por los mismos integrantes de la época de la fundación de la ciudad, más renovados y con nuevas ideas, que lo controla casi todo.

Ahí estaba el “proyecto de Temuco” reflejado en la falta de renovación de rostros, en el lobby que baja a los que “molestan” o “amenazan” el poder de otras personas, el inmovilismo, la continuidad de ideas que atropellaron a muchos, la llegada a un puesto de espaldas a la gente, las decisiones dentro de cuatro paredes, la exclusión de las mujeres, la falta de propuestas de futuro. En fin, males que se arrastran desde el día que a Recabarren se le ocurrió –porque dijo que era “bueno” y progresista- fundar una ciudad aquí como si no hubiera nadie.

Este debate nos deja algunas lecciones. Primero, que más pareció una pelea de niños acusándose entre sí por cosas como la falta de saludo; segundo, que es urgente la renovación de rostros en una ciudad que se caracteriza por mantener a los mismos de siempre donde siempre; tercero, que parece ser que ya es tiempo, por un acto moral y de respeto a la gente, de no cometer las malas prácticas mencionadas que tanto hacen mal; y cuarto, que se demostró la importancia de escuchar en vivo a quienes quieren ocupar el puesto más importante de esta ciudad que tanto queremos.

Cuando vea el próximo debate, en octubre, acuérdese de estas palabras. El único favor que le pido es que, si puede, coméntele estas cosas a quien no pueda leerlas. Con ese simple acto habrá cambiado por completo una historia de 131 años.

29 agosto, 2012

¿Por qué Jorge Pinto obtuvo el Premio Nacional de Historia 2012?


Esta semana, por unanimidad, el profesor Jorge Pinto Rodríguez obtuvo la máxima distinción con la que se puede reconocer a una persona dedicada al estudio de un área tan importante para el país: el Premio Nacional de Historia. De él se puede decir mucho: que con su palabra el tiempo parece no correr, que su propuesta sobre el estudio de las estructuras sobre las cuales se sustenta el Estado chileno han sido cautivantes y transformadoras para muchas y muchos, que su preocupación por cada uno es una característica que se encuentra en él permanentemente.

Sin embargo, es necesario responder a una pregunta básica: ¿Por qué obtuvo el Premio Nacional de Historia? Existen, desde un punto de vista muy personal y como atento observador de su persona, cuatro grandes claves que pueden explicarlo.

En primer lugar, porque su biografía refleja el Chile del último medio siglo. Tal como lo señaló en el sentido homenaje que se hizo en la Universidad de la Frontera: un hombre proveniente de una familia de clase media que espera el reajuste y cree que la educación es una palanca de ascenso. Estudiante y profesor en tiempos de vertiginoso cambio, potenció sus habilidades durante su exilio en Inglaterra; recuperó sus labores docentes en plena dictadura y continuó una carrera de brillante ascenso en tiempos de una democracia que desencantó a quienes creyeron que traería esa alegría que, como ciertamente señaló en una de sus clases, “no llegó”.

En segundo lugar, por su trayectoria académica. Sus numerosos artículos y conferencias demuestran un talento único en el cual, de manera secuenciada, ordenada y lógica, expone un conjunto argumental que encanta a quien lo lee. Si para el siglo XIX comentará sobre el aprendizaje que tuvo la élite a cargo del Estado de Chile a partir de las crisis de 1857, 1875 y 1890 (que derivaron en la Ocupación de la Araucanía, la Guerra del Salitre y la Guerra Civil, respectivamente); para el siglo XX describirá detalladamente los procesos que vivió Chile con acertadas perspectivas en las que incorpora tanto el elemento literario como la violencia como elementos explicativos, solo por nombrar dos ejemplos.

En tercer lugar, por su riguroso estudio y dedicación por la historia de la Araucanía. Si bien más recientemente se ha destacado por sus estudios demográficos, ha sido valiosísima su preocupación por la situación del norte grande y por el sur del país, donde han trascurrido gran parte de su vida. Formado en la escuela de la Historia Social Inglesa, de la que destacan historiadores como John Lynch o Eric Hobsbawm, ha contribuido al país desde tribunas tales como la Comisión de Verdad y Nuevo Trato, bajo el gobierno de Ricardo Lagos. Memorable es su anécdota –que seguramente sintetizará toda esta idea- en la que comenta sobre los gestos de asombro de quienes escuchaban sus argumentos sobre la construcción de esta zona del país; daba a entender que era por desconocimiento. Lo importante era, entonces, transmitir un mensaje claro para la mejor comprensión de un tema fundamental como el que ahí se conversaba.

Finalmente –y lo más importante-, por justicia, porque ese premio tenía nombre y apellido desde hace al menos dos años, cuando debió haberlo ganado.

Vaya este pequeño homenaje para quien ha sido uno de los más grandes formadores y transformadores de la visión crítica de muchos que hemos pasado por su aula.

Felicidades, maestro. 

(Para conocer más sobre sus planteamientos, ver el siguiente video: "Historia y memoria: olvidos y recuerdos de huincas y mapuches en la frontera chilena", con la presentación de José Bengoa. Fotografía por Daniela Queupumil, @nela1991 http://www.youtube.com/watch?v=3HGTzhw0fDc).

29 julio, 2012

Temiéndole al nuevo "león": ¿Armar a La Araucanía?


En La Araucanía –o como se le llamaba antes, la Frontera - era costumbre decir que “andaba el león”. No había que salir muy lejos porque podía atacar, había que cuidarse de él porque podía comerse los animales, había que tener cuidado en los caminos por si salía. Simbolizaba el temor hacia lo desconocido, el peligro que podía existir si es que se salía “más allá”. Se podía hacer lo de todos los días, pero siempre había que tener cuidado con el “león”.

Hoy sucede algo parecido con un nuevo “león”. Hay causas que provienen de antaño y que explican que ya no se le tenga miedo al “león”, sino que a los que “andan quemando fundos”. Siempre es bueno echarle una revisada a algunas de las páginas más negras del Estado de Chile en la época de su consolidación y expansión territorial.

Chile tiene una élite floja, no porque se me ocurra sino porque basta revisar un poco nuestra historia. Nuestro país ha tenido siempre dos caminos: fortalecer sus ámbitos productivos y mejorarlos para alcanzar niveles de progreso más altos y alcanzar la independencia económica, o continuar con el modelo dependiente de las potencias extranjeras y acumular territorios para la extracción de materias primas. Siempre se escogió el segundo.

Bengoa lo dijo en su Haciendas y campesinos: fuimos la octava economía del mundo hace más o menos un siglo y aquí vivieron las fortunas más grandes del mundo en su tiempo. Pero, tal como hoy, una clase dirigente inmóvil, empresarios felices con la nueva dependencia de China, un país inmensamente desigual.
Siempre se miró a estas tierras como un recurso más para hacer más rica a la oligarquía nacional. A los habitantes originarios se les corrió a punta de pistola, para los trabajadores no cabía más que un par de chauchas para el trago y las prostitutas, para los “desheredados de la Frontera” -como diría Eduardo Pino-, morder el polvo de un Chile que se mostraba progresista, pujante y desarrollista.

Es la versión oficial que siempre se quiere tapar porque molesta, punza, duele a quienes continuaron en el poder. Los descendientes no tienen la culpa de quienes, de una manera u otra, construyeron esta región mediante la imposición y la fuerza. Sin embargo, hay algunas tareas claras que quedaron pendientes.

El Estado de Chile debe pedir perdón principalmente a los mapuche que no se les reconocieron ni la mitad de sus tierras, dejando como legales sólo las de las comunidades y no las de pastoreo, como se puede deducir de Bengoa y del mapa de Nicanor Boloña de 1916, que contiene cifras aún ocultas sobre el proceso; tanto por los atropellos cometidos como por su abandono posterior. Con las inalcanzables becas, con el asistencialismo permanente, con el uso de palabras como “etnia” y “beca” no se soluciona nada.

Las cosas como son: las becas no se las dan a todos y se le dice “pueblo” mapuche como tal. El resto es retórica oficialista.

Asimismo, a los colonos que lo dejaron todo en sus tierras de origen por encontrar un mejor futuro y encontraron sólo fracasos, porque en el pasado se les engañó rotundamente, y a los chilenos que una vez que se asentaron aquí no se les reconoció el legítimo derecho de “primer ocupante”. No se puede responder por los errores del pasado, pero como administrador actual de la institución, sea quien sea, se puede reconocer que acciones como las que se cometieron no pueden volver a ocurrir. Como parafraseó el Presidente Piñera, “no se humilla quien pide por Chile”. Más si es perdón.

Pedidas las disculpas, se debe hacer una mesa de diálogo sin una fecha clara de término, para escuchar todas las voces y no sólo las que convienen para dejar contentos a los funcionarios del gobierno de turno, con el fin de elaborar un plan de acción conjunto que frene de manera estructural y de una buena vez un conflicto que ya va para el siglo de existencia. No puede ser que una persona llame a armarse por televisión, por más desesperada que sea una situación.

Claro está que necesitamos una autoridad firme y decidida, pero no a defender a los de siempre –y que siempre piden “mano dura”-, sino que, a la par que se continúa con los planes de diversificación productiva actuales y políticas que vayan en directo beneficio de la superación de la pobreza en que viven las comunidades, sea meta proyectar a la Región en dos o tres décadas más por sobre la extracción forestal. Los pinos están desecando a la Frontera, tal cual.

Es tiempo de cerrar los libros de historia de siempre y apagar la televisión un instante, porque está contaminándolo todo con una sola versión.

Hoy es tiempo de que los que aparecen siempre en las noticias prestando declaraciones desde el Gobierno, quienes llaman a armarse y quienes abogan por traer más milicias a la zona, como antaño, callen para dar paso a una solución integral.

Hoy es tiempo de que quienes propician la militarización de comunidades y que muestran a mapuche amarrados como en los tiempos de la Ocupación más cruda, den un paso al costado.

Hoy es tiempo de que los ataques a los fundos también cesen, porque si se quiere una solución de la mano de todos no se puede atacar al adversario por más odio –justificado o no- que se tenga.

Hoy es tiempo de que todos expongan sus experiencias y que la Región en su conjunto, desde aquí –y  no mandado desde la capital-, busque una solución definitiva, con todos y no con quienes “soban el lomo” a la autoridad.

Hoy es tiempo de llevar la solución a la Frontera y dejar de temerle al nuevo “león”. 

23 julio, 2012

Plantilla para un discurso exitoso

Amigos y amigas del (inserte comuna aquí) del mañana:

Hoy les escribo desde la tierra de ninguna parte, desde ningún lugar, desde ningún tiempo. Soy político, de esos que usted quiere ver en televisión o escuchar en una radio AM, perteneciente al partido (inserte partido aquí), ese que siempre lo ha apoyado en tiempos de crisis. Estudié en un liceo fiscal, de esos al que usted pertenece, con esas pizarras de tiza en la que todos aprendimos con el puntero. ¿Se acuerda? Bueno, me senté en una banca parecida a la que está pensando.

Soy político porque mi padre lo era. Él trabajó con el Presidente (insertar nombre aquí): una persona honesta, proba, honrada. Era uno de esos de la “vieja escuela”, con verdadera vocación de servicio público. Sí, él era un buen hombre. Cómo no recordar sus trabajos en terreno recorriendo escuelas, mejorando caminos. ¡Si hasta ayudó en la construcción de mediaguas para el terremoto del ’60! Disculpen la emoción, pero gracias a ese hombre soy lo que ustedes pueden ver.

Cada una de estas lágrimas representa un paso más hacia el ascenso, pero siempre de la mano de ustedes. Yo me crié aquí, en la villa vecina. También iba a reparar los zapatos donde el señor (inserte nombre aquí) y compré en el negocio de la señora (inserte nombre). Cómo olvida esas tardes en la multicancha de la calle (inserte calle) con los muchachos. Qué buenos tiempos eran esos.

Pero no es de mi vida de lo que les quiero hablar. Es sobre un proyecto de ciudad, de país.

Todos han visto lo mala que está la política. Si (el gobierno/la oposición) no ha hecho más que desprestigiar los cimientos construidos con años de esfuerzo. No quieren hacer más que desprestigiar esa hermosa labor que es ayudarlos a ustedes desde las instancias de decisión. ¡Yo no soy así, señores! ¡No me temblará la mano cuando haya que controlar los abusos de quienes quieren sobrepasar la ley! ¡Los defenderé ante estos vertiginosos días en que (el gobierno anterior/la Concertación/ el gobierno actual) no ha hecho más que enlodar sus justas reclamaciones!

No, señores. En ustedes está el rostro de Chile. En ustedes está la salvación de nuestro país en estos días de protestas y caudillos que se quieren apoderar de todo.

Yo no les ofrezco sólo estos (lentes/bolsos de feria/aportes en alimentos): les pongo sobre la mesa un proyecto de ciudad. Construyamos juntos esa comuna que todos queremos. (Inserte ciudad aquí) merece más. Necesitamos más Carabineros en las calles, más seguridad ciudadana, un mejor alcantarillado, más parques y plazas. Nosotros, junto a los concejales del partido (inserte partido aquí) les ayudaremos en esta noble tarea de conseguir juntos esa linda ciudad para todos.

Por eso, solicito su apoyo este Octubre. El 6 de diciembre no entrará sólo (inserte candidato aquí), sino que cada uno de ustedes con sus sueños y esperanzas al municipio. Todos, en conjunto, forjaremos esa comuna, ese (inserte comuna aquí) que queremos.

                Su futuro Alcalde.

05 julio, 2012

Carta abierta sobre los 679 pesos que paga Jumbo de patente anual.


Señor Presidente de la República, Sebastián Piñera
Señor Presidente del Senado, Camilo Escalona
Señor Presidente de la Cámara de Diputados, Nicolás Monckeberg
Señores ministros de Hacienda y Economía, Hernán Larraín y Pablo Longueira

A la clase política y al país en general:

Es viernes, de madrugada. En Lonquimay, una de las comunas más pobres de la Región de La Araucanía, un hombre pasa frío pues los cartones que forran su casa por dentro están mojados. Los perros son la única compañía que tiene en la noche para conversar. En Talca, un cajero de multitienda llega a la casa con ganas de sacarse los zapatos y regalonear algunos momentos con su familia, después de haber trabajado con las fuerzas que no tenía para ganar un sueldo decente para pagar las cuentas del mes. En Iquique, una periodista se entera de lo que pasa en su país por las redes sociales, pues no confía en lo que muestra la televisión. En Temuco, este ciudadano improvisa un brasero con carbón prendido sobre una sartén para capear el frío, con la compañía de una taza de té.

¿Qué tienen en común todos ellos?: que en un país que camina hacia el desarrollo trabajan todos los días y se esfuerzan por rendir al máximo. Pero, principalmente, pagan sus cuentas y no se aprovechan del resto.

Como un ciudadano más, sin influencia, poder o redes que permitan cambiar las cosas como tantos otros, escribo formalmente por los canales que puedo a nuestras autoridades, que gobiernan para todos los chilenos sin distinción, por una situación que a Chile le produce rabia: los seiscientos ochenta pesos de patente anual que paga una conocida gran cadena de supermercados. Temuco y Peñalolén han sido testigos estupefactos del abuso que se ha cometido a costa de un resquicio legal.

Eso, señores, es reírse de quienes día con día pagan sus impuestos bajo amenaza de ese poderoso garrote que es el Servicio de Impuestos Internos.

Las excusas son muchas: que dejan millones en las arcas municipales, que aportan al desarrollo regional, que desembolsan recursos inimaginables para el progreso económico, social y territorial del país. Esto no deja de ser una evidencia más del aprovechamiento con el que se está construyendo el camino al desarrollo. Chile se está convirtiendo en un país aberrantemente desigual. A costa de diecisiete millones de personas, unos cuántos se toman de lo que pueden y dan paso a una acumulación sin límites.

Estimadas autoridades: urge cambiar las cosas. Es verdad, tienen culpa los anteriores y los actuales, los que concesivamente permitieron que esto pasara y quienes hoy gobiernan. Es una responsabilidad transversal que hay que asumir. Pero más que buscar responsabilidades no hay tiempo que perder en convertir esta situación que conduce a la rabia colectiva en una oportunidad para aprender. Este es el momento de dar una señal clara al país de que se trabaja por y con la gente, elaborando una legislación que escuche a la ciudadanía.

                Esta es una prueba de fuego para ver de qué lado se encuentra nuestra clase política, y quiénes reciben presiones o sobornos de los involucrados. ¿Se debe seguir sosteniendo una carga tributaria que permita que un establecimiento comercial mediano pague noventa mil pesos semestrales y una gran tienda menos de quinientos pesos anuales? ¿Se debe seguir jugando con la paciencia de las personas y tolerar vicios del sistema imperante como este? La respuesta es más que obvia.

                En este minuto, gran parte del país, como este ciudadano, siente impotencia de ver cómo no puede hacer nada para cambiar las cosas. Desde aquí, como en muchas formas, se puede contribuir a la presión para que desde el gobierno y el Parlamento se legisle al respecto. Chile está esperando una señal de todos ustedes, un pronunciamiento de nuestra clase política para que no se alimente nuestra rabia. Esto debe ser una lección más para no ser reactivos frente a la noticia del momento y prever situaciones como estas.
                Esto, señores, se llama detener el robo legal.

                Mientras el equipo de asesoría legal y comunicacional de Cencosud debe estar reunido con muchos litros de café y buena calefacción; este columnista se despide esperando que estas palabras no caigan en el vacío, como tantas leyes que duermen en un sistema político que se aleja cada vez más de la ciudadanía.
      
Muy atentamente,

Diego Vrsalovic Huenumilla
Estudiante, columnista de medios.

30 junio, 2012

Carta del pobre al Estado de Chile


Al Estado de Chile:

Soy un chileno más que pescó su lápiz de pasta y una hoja de un cuaderno viejo, y se puso a escribir. En realidad no debería estar despierto tan tarde, pero no he podido dormir bien estos días. Tengo como una pena aquí adentro y no sabía a quién contársela. Podía escribirle al Presidente pero, ¡de a dónde me va a pescar! ¿Al Alcalde? ¡No, ese ni se aparece! A lo mejor escribo de aburrido porque quién va a querer pescar una carta de un pobre patipela’o que no le ha ganado a nadie en la vida, de un simple trabajador…

                Soy un pobre más. De esos que importan para las puras elecciones, de esos a que los beneficios no le llegan porque pudo surgir un poquito más que el resto, pero que no deja de ser pobre. De esos que siempre hablan en la tele, pero de los que al final nadie se preocupa. Estudié en un liceo fiscal y no terminé el cuarto medio. Bueno, en realidad lo vine a hacer después, con los años, ya casado con la vieja y con los niños crecidos. Me costó harto, pero fue lindo poder llenar ese vacío que tenía. No ve que uno trabaja y deja de lado los cuadernos porque la necesidad es más grande.

                Nací en una población al otro lado de la ciudad. Mi mamá pituteaba en hartas partes y hacía costuras. Mi viejo era carpintero. Se querían harto, se les notaba de repente cuando se tomaban las manos y se reían. Aunque el viejo de repente era malo, sobre todo cuando se tomaba sus buenos copetes con los compadres. Mi vieja nos escondía en la pieza para que no viéramos. Yo era chico y me acuerdo bien: una vez le estaba levantando la mano a mi mamá y me puse en medio. Era un mocoso yo, tendría unos ocho años. Pescó el cinturón y me dio harto rato, como enojado.

Pero, a pesar de todo, el viejo era bueno conmigo. Todos los días apartaba unas monedas y me dejaba comprar una bebida. Mi mamá me ayudaba con las tareas en las tardes, me acuerdo también. Más de grande le ayudaba al viejo en el trabajo. Y me quedó gustando la plata: al final, dejé de estudiar y me puse a trabajar. Le ponía el hombro todos los días. Después, conocí a la vieja y me enamoré. Salíamos al cine, la llevaba a pasear a la plaza y le compraba un algodón al carrito que se ganaba. Y bueno, haciendo maldades quedó embarazada. Ya después no pude volver al colegio y seguí trabajando. Nos casamos y tuvimos nuestros críos. No teníamos grandes cosas pero éramos bien felices.

                No puedo dejar de reconocer que me pegaba mis descuadradas también. Un par de veces me entretuve con una chiquilla por ahí y llegaba bien tarde. Un día me dije que no podía seguir en esas. Ahí, me acuerdo, cambié para mejor. No tomé más, me acuerdo, y ahí empecé a agarrarle el peso a los estudios. El profe me dio un contacto de pega y ahí empecé a surgir. Tanto fue que mi hijo mayor es el primero de su familia en entrar a la universidad. ¡Qué orgullo más grande, si ahora es todo un hombre! Ahí lo veo a mi pobre cabro, hasta las tantas de la mañana está despierto. Pero bueno, así es la vida del estudiante.

                A veces miro la casa, miro a la vieja y a los hijos y me da un poco de pena porque no les puedo dar un mejor pasar. Porque todos los días a veces los hijos se mueren de hambre porque no hay para darles para que se compren buena comida o no les puedo comprar una buena pieza de ropa. Me da rabia porque todos los días salgo súper temprano a trabajar y vuelvo súper tarde en la noche y siento que no gano nada. Es cierto, ahora podemos tener cable y un computador con internet, que sacamos a crédito con harto esfuerzo con la vieja. Pero bueno, siempre ha sido así y parece que las cosas no fueran a cambiar nunca.

                Es bien tarde ahora y debería estar durmiendo pero no puedo desde hace días. Las deudas me tienen acogotado porque se me va a vencer la tarjeta y no tengo cómo pagar la cuota. El agua parece que la van a cortar y el refrigerador está cada vez más pelado.  Ya le pedí prestado a mi cuñado y a la vecina de enfrente y faltan como tres días para el pago. He andado idiota por lo mismo y no he querido decir nada porque no quiero traer más problemas.

                Igual me da rabia porque aparte de que no hay ni una chaucha la casa se está goteando otra vez. La casa quedó así desde el terremoto, y porque se demoraron harto en venir a arreglar. Junté pesito por pesito, me dejé de comprar cosas por poner la plata en la libreta de ahorro. ¡Y, para qué, si nos dejaron aquí en la cresta de la loma y la casa era de mal material! La micro más cercana pasa como a tres cuadras y hasta las ocho nomás porque después asaltan. ¡Y los Carabineros pasan muy a la vez! Yo no sé, pero después como de quince años viviendo aquí siento que se rieron de mí en la cara, porque no sirvió de nada ahorrar tanto.

                La Municipalidad ni se preocupa del barrio. Puso unos juegos la otra vez pero después no se aparecieron más. Mi mamá está súper enferma y cuando me levanté de madrugada a hacer la fila para el consultorio justo no quedaban números porque el doctor no atendía. Y del bono ese que prometieron ahora recibo por un hijo nomás, porque el otro tiene más de 18 años, ¡Como si no el no comiera también, si vive conmigo! ¡Aparte, las 26 lucas que le dan no le alcanzan ni para diez días!

                Bueno, si escribo esta carta es porque conversando con el hijo, me dijo que le escribiera una carta al Estado, porque las cosas siempre han sido así y culpa nuestra no es: es de los que se llenan los bolsillos con plata y se acuerdan de nosotros para las puras elecciones nomás. Por eso me dio por escribir: porque me cansé de que las cosas sigan igual. Yo no puedo salir a protestar como los estudiantes y menos salir a quemar hasta las palomas de la plaza como los encapuchados. Pero sí sé que las cosas están mal y que no pueden seguir así.

                Por eso le pido a todas esas personas que son parte del Estado, a los políticos, a los Senadores y a los Diputados que no les cuesta nada subirse el sueldo pero que son súper amarretes cuando  se trata de subir el mínimo a doscientas, al Gobierno, a la Municipalidad, que haga algo porque esto ya no da para más. De una vez por todas póngase en mis zapatos y ayúdenos que para eso están: para hacer las cosas bien.
                ¿Se imaginen viviendo con el sueldo de este patipela’o? Bueno, si no pueden, entonces hágan algo bien de una vez por todas y pónganse las pilas por trabajar bien aunque sea una vez.

                El pobre.