Tweet Segui @dini912030 Maleta de Opiniones: julio 2012

29 julio, 2012

Temiéndole al nuevo "león": ¿Armar a La Araucanía?


En La Araucanía –o como se le llamaba antes, la Frontera - era costumbre decir que “andaba el león”. No había que salir muy lejos porque podía atacar, había que cuidarse de él porque podía comerse los animales, había que tener cuidado en los caminos por si salía. Simbolizaba el temor hacia lo desconocido, el peligro que podía existir si es que se salía “más allá”. Se podía hacer lo de todos los días, pero siempre había que tener cuidado con el “león”.

Hoy sucede algo parecido con un nuevo “león”. Hay causas que provienen de antaño y que explican que ya no se le tenga miedo al “león”, sino que a los que “andan quemando fundos”. Siempre es bueno echarle una revisada a algunas de las páginas más negras del Estado de Chile en la época de su consolidación y expansión territorial.

Chile tiene una élite floja, no porque se me ocurra sino porque basta revisar un poco nuestra historia. Nuestro país ha tenido siempre dos caminos: fortalecer sus ámbitos productivos y mejorarlos para alcanzar niveles de progreso más altos y alcanzar la independencia económica, o continuar con el modelo dependiente de las potencias extranjeras y acumular territorios para la extracción de materias primas. Siempre se escogió el segundo.

Bengoa lo dijo en su Haciendas y campesinos: fuimos la octava economía del mundo hace más o menos un siglo y aquí vivieron las fortunas más grandes del mundo en su tiempo. Pero, tal como hoy, una clase dirigente inmóvil, empresarios felices con la nueva dependencia de China, un país inmensamente desigual.
Siempre se miró a estas tierras como un recurso más para hacer más rica a la oligarquía nacional. A los habitantes originarios se les corrió a punta de pistola, para los trabajadores no cabía más que un par de chauchas para el trago y las prostitutas, para los “desheredados de la Frontera” -como diría Eduardo Pino-, morder el polvo de un Chile que se mostraba progresista, pujante y desarrollista.

Es la versión oficial que siempre se quiere tapar porque molesta, punza, duele a quienes continuaron en el poder. Los descendientes no tienen la culpa de quienes, de una manera u otra, construyeron esta región mediante la imposición y la fuerza. Sin embargo, hay algunas tareas claras que quedaron pendientes.

El Estado de Chile debe pedir perdón principalmente a los mapuche que no se les reconocieron ni la mitad de sus tierras, dejando como legales sólo las de las comunidades y no las de pastoreo, como se puede deducir de Bengoa y del mapa de Nicanor Boloña de 1916, que contiene cifras aún ocultas sobre el proceso; tanto por los atropellos cometidos como por su abandono posterior. Con las inalcanzables becas, con el asistencialismo permanente, con el uso de palabras como “etnia” y “beca” no se soluciona nada.

Las cosas como son: las becas no se las dan a todos y se le dice “pueblo” mapuche como tal. El resto es retórica oficialista.

Asimismo, a los colonos que lo dejaron todo en sus tierras de origen por encontrar un mejor futuro y encontraron sólo fracasos, porque en el pasado se les engañó rotundamente, y a los chilenos que una vez que se asentaron aquí no se les reconoció el legítimo derecho de “primer ocupante”. No se puede responder por los errores del pasado, pero como administrador actual de la institución, sea quien sea, se puede reconocer que acciones como las que se cometieron no pueden volver a ocurrir. Como parafraseó el Presidente Piñera, “no se humilla quien pide por Chile”. Más si es perdón.

Pedidas las disculpas, se debe hacer una mesa de diálogo sin una fecha clara de término, para escuchar todas las voces y no sólo las que convienen para dejar contentos a los funcionarios del gobierno de turno, con el fin de elaborar un plan de acción conjunto que frene de manera estructural y de una buena vez un conflicto que ya va para el siglo de existencia. No puede ser que una persona llame a armarse por televisión, por más desesperada que sea una situación.

Claro está que necesitamos una autoridad firme y decidida, pero no a defender a los de siempre –y que siempre piden “mano dura”-, sino que, a la par que se continúa con los planes de diversificación productiva actuales y políticas que vayan en directo beneficio de la superación de la pobreza en que viven las comunidades, sea meta proyectar a la Región en dos o tres décadas más por sobre la extracción forestal. Los pinos están desecando a la Frontera, tal cual.

Es tiempo de cerrar los libros de historia de siempre y apagar la televisión un instante, porque está contaminándolo todo con una sola versión.

Hoy es tiempo de que los que aparecen siempre en las noticias prestando declaraciones desde el Gobierno, quienes llaman a armarse y quienes abogan por traer más milicias a la zona, como antaño, callen para dar paso a una solución integral.

Hoy es tiempo de que quienes propician la militarización de comunidades y que muestran a mapuche amarrados como en los tiempos de la Ocupación más cruda, den un paso al costado.

Hoy es tiempo de que los ataques a los fundos también cesen, porque si se quiere una solución de la mano de todos no se puede atacar al adversario por más odio –justificado o no- que se tenga.

Hoy es tiempo de que todos expongan sus experiencias y que la Región en su conjunto, desde aquí –y  no mandado desde la capital-, busque una solución definitiva, con todos y no con quienes “soban el lomo” a la autoridad.

Hoy es tiempo de llevar la solución a la Frontera y dejar de temerle al nuevo “león”. 

23 julio, 2012

Plantilla para un discurso exitoso

Amigos y amigas del (inserte comuna aquí) del mañana:

Hoy les escribo desde la tierra de ninguna parte, desde ningún lugar, desde ningún tiempo. Soy político, de esos que usted quiere ver en televisión o escuchar en una radio AM, perteneciente al partido (inserte partido aquí), ese que siempre lo ha apoyado en tiempos de crisis. Estudié en un liceo fiscal, de esos al que usted pertenece, con esas pizarras de tiza en la que todos aprendimos con el puntero. ¿Se acuerda? Bueno, me senté en una banca parecida a la que está pensando.

Soy político porque mi padre lo era. Él trabajó con el Presidente (insertar nombre aquí): una persona honesta, proba, honrada. Era uno de esos de la “vieja escuela”, con verdadera vocación de servicio público. Sí, él era un buen hombre. Cómo no recordar sus trabajos en terreno recorriendo escuelas, mejorando caminos. ¡Si hasta ayudó en la construcción de mediaguas para el terremoto del ’60! Disculpen la emoción, pero gracias a ese hombre soy lo que ustedes pueden ver.

Cada una de estas lágrimas representa un paso más hacia el ascenso, pero siempre de la mano de ustedes. Yo me crié aquí, en la villa vecina. También iba a reparar los zapatos donde el señor (inserte nombre aquí) y compré en el negocio de la señora (inserte nombre). Cómo olvida esas tardes en la multicancha de la calle (inserte calle) con los muchachos. Qué buenos tiempos eran esos.

Pero no es de mi vida de lo que les quiero hablar. Es sobre un proyecto de ciudad, de país.

Todos han visto lo mala que está la política. Si (el gobierno/la oposición) no ha hecho más que desprestigiar los cimientos construidos con años de esfuerzo. No quieren hacer más que desprestigiar esa hermosa labor que es ayudarlos a ustedes desde las instancias de decisión. ¡Yo no soy así, señores! ¡No me temblará la mano cuando haya que controlar los abusos de quienes quieren sobrepasar la ley! ¡Los defenderé ante estos vertiginosos días en que (el gobierno anterior/la Concertación/ el gobierno actual) no ha hecho más que enlodar sus justas reclamaciones!

No, señores. En ustedes está el rostro de Chile. En ustedes está la salvación de nuestro país en estos días de protestas y caudillos que se quieren apoderar de todo.

Yo no les ofrezco sólo estos (lentes/bolsos de feria/aportes en alimentos): les pongo sobre la mesa un proyecto de ciudad. Construyamos juntos esa comuna que todos queremos. (Inserte ciudad aquí) merece más. Necesitamos más Carabineros en las calles, más seguridad ciudadana, un mejor alcantarillado, más parques y plazas. Nosotros, junto a los concejales del partido (inserte partido aquí) les ayudaremos en esta noble tarea de conseguir juntos esa linda ciudad para todos.

Por eso, solicito su apoyo este Octubre. El 6 de diciembre no entrará sólo (inserte candidato aquí), sino que cada uno de ustedes con sus sueños y esperanzas al municipio. Todos, en conjunto, forjaremos esa comuna, ese (inserte comuna aquí) que queremos.

                Su futuro Alcalde.

05 julio, 2012

Carta abierta sobre los 679 pesos que paga Jumbo de patente anual.


Señor Presidente de la República, Sebastián Piñera
Señor Presidente del Senado, Camilo Escalona
Señor Presidente de la Cámara de Diputados, Nicolás Monckeberg
Señores ministros de Hacienda y Economía, Hernán Larraín y Pablo Longueira

A la clase política y al país en general:

Es viernes, de madrugada. En Lonquimay, una de las comunas más pobres de la Región de La Araucanía, un hombre pasa frío pues los cartones que forran su casa por dentro están mojados. Los perros son la única compañía que tiene en la noche para conversar. En Talca, un cajero de multitienda llega a la casa con ganas de sacarse los zapatos y regalonear algunos momentos con su familia, después de haber trabajado con las fuerzas que no tenía para ganar un sueldo decente para pagar las cuentas del mes. En Iquique, una periodista se entera de lo que pasa en su país por las redes sociales, pues no confía en lo que muestra la televisión. En Temuco, este ciudadano improvisa un brasero con carbón prendido sobre una sartén para capear el frío, con la compañía de una taza de té.

¿Qué tienen en común todos ellos?: que en un país que camina hacia el desarrollo trabajan todos los días y se esfuerzan por rendir al máximo. Pero, principalmente, pagan sus cuentas y no se aprovechan del resto.

Como un ciudadano más, sin influencia, poder o redes que permitan cambiar las cosas como tantos otros, escribo formalmente por los canales que puedo a nuestras autoridades, que gobiernan para todos los chilenos sin distinción, por una situación que a Chile le produce rabia: los seiscientos ochenta pesos de patente anual que paga una conocida gran cadena de supermercados. Temuco y Peñalolén han sido testigos estupefactos del abuso que se ha cometido a costa de un resquicio legal.

Eso, señores, es reírse de quienes día con día pagan sus impuestos bajo amenaza de ese poderoso garrote que es el Servicio de Impuestos Internos.

Las excusas son muchas: que dejan millones en las arcas municipales, que aportan al desarrollo regional, que desembolsan recursos inimaginables para el progreso económico, social y territorial del país. Esto no deja de ser una evidencia más del aprovechamiento con el que se está construyendo el camino al desarrollo. Chile se está convirtiendo en un país aberrantemente desigual. A costa de diecisiete millones de personas, unos cuántos se toman de lo que pueden y dan paso a una acumulación sin límites.

Estimadas autoridades: urge cambiar las cosas. Es verdad, tienen culpa los anteriores y los actuales, los que concesivamente permitieron que esto pasara y quienes hoy gobiernan. Es una responsabilidad transversal que hay que asumir. Pero más que buscar responsabilidades no hay tiempo que perder en convertir esta situación que conduce a la rabia colectiva en una oportunidad para aprender. Este es el momento de dar una señal clara al país de que se trabaja por y con la gente, elaborando una legislación que escuche a la ciudadanía.

                Esta es una prueba de fuego para ver de qué lado se encuentra nuestra clase política, y quiénes reciben presiones o sobornos de los involucrados. ¿Se debe seguir sosteniendo una carga tributaria que permita que un establecimiento comercial mediano pague noventa mil pesos semestrales y una gran tienda menos de quinientos pesos anuales? ¿Se debe seguir jugando con la paciencia de las personas y tolerar vicios del sistema imperante como este? La respuesta es más que obvia.

                En este minuto, gran parte del país, como este ciudadano, siente impotencia de ver cómo no puede hacer nada para cambiar las cosas. Desde aquí, como en muchas formas, se puede contribuir a la presión para que desde el gobierno y el Parlamento se legisle al respecto. Chile está esperando una señal de todos ustedes, un pronunciamiento de nuestra clase política para que no se alimente nuestra rabia. Esto debe ser una lección más para no ser reactivos frente a la noticia del momento y prever situaciones como estas.
                Esto, señores, se llama detener el robo legal.

                Mientras el equipo de asesoría legal y comunicacional de Cencosud debe estar reunido con muchos litros de café y buena calefacción; este columnista se despide esperando que estas palabras no caigan en el vacío, como tantas leyes que duermen en un sistema político que se aleja cada vez más de la ciudadanía.
      
Muy atentamente,

Diego Vrsalovic Huenumilla
Estudiante, columnista de medios.