“No cambio la cueca ni por la Presidencia de
la República”.
Diego Portales.
Prólogo.
Muchas
veces, cuando necesitamos rememorar nuestro pasado personal, recurrimos a las
canciones que identifican de mejor manera algunos momentos relevantes. Lo mismo
pasa entre quienes construyeron, ya sea en los años 30 del siglo XIX o tras un
traumático golpe de Estado, un país a su imagen y semejanza que permitiera la sujeción
de sujetos dóciles que fueran funcionales a él.
Se
puede asemejar la estrategia del Estado hacia sus residentes a la compra de un
cliente en un supermercado. La estrategia de marketing que seguirá el centro
comercial será el poner música de fondo, con el sólo fin de distraer a las
personas para que no efectúen compras racionales (1), estimulando su impulso
comprador (2). Como si fuera una estrategia viralizante, funciona de la misma
forma con el denominado “baile nacional”: la cueca.
El “expansionismo hacia adentro” y el “modelo exportable”.
Imagine
que un día quienes manejaron el Estado de Chile hacia 1830 dijeron que todo lo
que estaba entre el desierto de Atacama y el Cabo de Hornos era suyo, Cobija
incluido, invocando diversos argumentos jurídicos como el Utis Posidetis de 1810;
argumento considerablemente frágil si se considera que el dominio efectivo de
la República en ese entonces era entre Coquimbo y Concepción, dada la división
provincial que se estipuló en las Constituciones de 1828 (3) y 1833 (4). Hay
que destacar que se incluso se atribuyen territorios que son ajenos,
considerando que “el norte era de
peruanos y bolivianos, la Frontera era de los mapuche, la región de los Canales
pertenecía a algunos otros pueblos originarios” (5).
Quienes
realizaron la invención de “Chile” echaron mano a diversos símbolos
provenientes del territorio que efectivamente dominaban. En el afán de
construir símbolos que generaran identidad echaron mano a la figura del “roto”:
un sujeto dócil al Estado que fuera un subordinado “republicano” (6), por lo
que se fijaron en sus costumbres.
Este
roto, más identificable con los sectores populares -que según algunos teóricos
es la síntesis del minero del norte grande con otros “raciales” de nuestro país-
es vencido frente a la figura del huaso en el siglo XX: “una figura rural, mestiza, con poncho sobre los hombros, sombrero
fino, calzando zapatos o botas con espuelas, listo para montar a caballo,
impecablemente vestido, nunca remendado” (7). Curiosamente, este habitante
de los campos del valle central –curiosamente cerca de la capital, Santiago- es
escogido como el modelo identitario ideal
para iniciar el proceso de construcción de los símbolos nacionales. No por nada
se impuso el huaso –y ladino, por sobre todo- cuando se anexionaron territorios
como Arica o La Frontera, poniéndose especial atención a una característica en
particular: la música que le fuera más cercana. La cueca, entonces, es
utilizada como uno de los mecanismos más identificables y más inconscientes de la
construcción de “Chile”.
La cueca: control musical.
Legalmente,
ya sea por olvido jurídico o porque no fue preocupación mayor de los gobiernos,
no se dictaminó a la cueca como “baile nacional”. La Junta Militar en 1979 dejó
explícitos cómo pueden llegar a operar, desde el Estado, intentos de sujeción de
las costumbres populares a una versión “oficial” y “legal”. Esto funciona por
cuatro mecanismos:
-
Planteando
que la cueca es la “genuina expresión del alma”
-
Que
alberga la picardía propia del “ingenio popular chileno”
-
Que
“se identifica con el pueblo chileno desde los albores de la Independencia” (8)
-
Que
es una expresión de “auténtica unidad” (9)
La
cueca tradicional, entonces, es la síntesis de todo lo anterior: un modelo a
seguir, homogeneizante como expresión de la unidad nacional, expresión máxima
de un sentir nacional y popular del “pueblo” como conjunto de habitantes de la
república unitaria –sin particularidades de ningún tipo-, correlato de la creencia
en una historia oficial llena de glorias y sin errores ni omisiones por parte
del Estado, símbolo máximo de la identidad (10).
Es
cosa de fijarse en algunos de los códigos que sigue la cueca centrina: pasos
que se siguen al pie de la letra, letras que hablan de situaciones sin carga
conflictiva, tiempos y ritmos controlados, vestimenta oficial –la del huaso del
valle central-, letras casi siempre centradas en el hombre. Es decir, se intenta
ejercer entre los habitantes de la republica un control musical como vía para
generar identidad y sentido patriótico.
Cabe
cuestionarse entonces, ¿No serán la cueca chora, la cueca brava y la cueca
urbana no sólo medios de distensión social sino que de revisión y rebeldía
inconsciente ante un baile que está desanclado de su entorno y que es
reproducción de quienes han construido “Chile”?
Referencias.
(1) Comunicaciones GSD.
(2012). Música en los supermercados, ¿Una
estrategia de marketing? Tomado de http://www.serdigital.cl/2012/05/04/12626/,
recuperado el 19 de septiembre de 2012. No obstante, esto siempre se acompaña
de “siempre va acompañado de luces, orden
de los productos, colores corporativos, etc, y juntos logran un todo”. ¿Coincidencia?
(2) Hita, E. (1997). Trucos para 'Picar' en el Supermercado. Tomado
de http://www.elmundo.es/sudinero/noticias/act-95-06.html,
recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(3) Art 2. En ella se
establece que el territorio chileno comprende estos dos puntos, incluidas” las islas de Juan Fernández y demás adyacentes”.
La división administrativa comprendió las provincias de Coquimbo, Aconcagua,
Santiago, Colchagua, Maule, Concepción, Valdivia y Chiloé. Tomado de http://www.leychile.cl/Navegar/?idNorma=1005225&idVersion=18280808&idParte,
recuperado el 28 de agosto de 2008.
(4) Art. 1. Se plantea
que el territorio nacional se extiende desde “el desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos, y desde las
cordilleras de los Andes hasta el mar Pacífico, comprendiendo el archipiélago
de Chiloé, todas las islas adyacentes, y las de Juan Fernández”. Nuevamente
se aprecia el verdadero dominio de la República: desde Coquimbo a Chiloé. Tomado
de http://www.leychile.cl, recuperado el
28 de agosto de 2008.
(5) Vrsalovic, D. (2012).
La(s) República(s) de Chile. Tomado
de http://www.elmorrocotudo.cl/noticia/sociedad/las-republicas-de-chile,
recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(6) Pinto, J. (2010). Historia y memoria, olvidos y recuerdos de
huincas y mapuches en la frontera chilena. Tomado de http://www.youtube.com/watch?v=3HGTzhw0fDc&feature=relmfu,
recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(7) Gutiérrez, H. (2010).
Exaltación del mestizo: la invención del
roto chileno. Universum 25, Vol. 1. P. 137.
(8) A lo que agrega, como
un correlato “sus gestas más gloriosas”,
en un intento de asociación independencia-historia oficial-gesta popular-cueca.
Una revisión se ha realizado en la primera parte de este ciclo de columnas, en Vrsalovic,
D. (2012). Los mitos de la construcción
de Chile. Parte 1: la historia. Tomado de http://www.elboyaldia.cl/node/18614,
recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(9) Junta de Gobierno. (1979).
Decreto 23. Declara a la cueca danza nacional
de Chile. Tomado de http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=224886&buscar=decreto+1979+cueca,
recuperado el 19 de septiembre de 2012.
(10)
Gutiérrez,
H. (2010). Ibíd. P. 137, y Rojas, A. (2009). Las cuecas como representaciones estético-políticas de chilenidad en
Santiago entre 1979 y 1989. Revista Musical Chilena, año LXIII,
julio-diciembre 2009. P.56. Cabe destacar que nuevamente se utiliza como medio
para generar identidad y sentido patriótico en tiempos en que se necesitaba
reafirmar la nacionalidad frente a la “amenaza del comunismo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario