Señor Presidente de la República, Sebastián Piñera
Señor Presidente del Senado, Camilo Escalona
Señor Presidente de la Cámara de Diputados, Nicolás
Monckeberg
Señores ministros de Hacienda y Economía, Hernán Larraín
y Pablo Longueira
A la clase política y al país en
general:
Es viernes, de madrugada. En
Lonquimay, una de las comunas más pobres de la Región de La Araucanía, un
hombre pasa frío pues los cartones que forran su casa por dentro están mojados.
Los perros son la única compañía que tiene en la noche para conversar. En
Talca, un cajero de multitienda llega a la casa con ganas de sacarse los
zapatos y regalonear algunos momentos con su familia, después de haber
trabajado con las fuerzas que no tenía para ganar un sueldo decente para pagar
las cuentas del mes. En Iquique, una periodista se entera de lo que pasa en su
país por las redes sociales, pues no confía en lo que muestra la televisión. En
Temuco, este ciudadano improvisa un brasero con carbón prendido sobre una
sartén para capear el frío, con la compañía de una taza de té.
¿Qué tienen en
común todos ellos?: que en un país que camina hacia el desarrollo trabajan
todos los días y se esfuerzan por rendir al máximo. Pero, principalmente, pagan
sus cuentas y no se aprovechan del resto.
Como un
ciudadano más, sin influencia, poder o redes que permitan cambiar las cosas
como tantos otros, escribo formalmente por los canales que puedo a nuestras
autoridades, que gobiernan para todos los chilenos sin distinción, por una
situación que a Chile le produce rabia: los seiscientos ochenta pesos de
patente anual que paga una conocida gran cadena de supermercados. Temuco y
Peñalolén han sido testigos estupefactos del abuso que se ha cometido a costa
de un resquicio legal.
Eso, señores,
es reírse de quienes día con día pagan sus impuestos bajo amenaza de ese
poderoso garrote que es el Servicio de Impuestos Internos.
Las excusas
son muchas: que dejan millones en las arcas municipales, que aportan al
desarrollo regional, que desembolsan recursos inimaginables para el progreso
económico, social y territorial del país. Esto no deja de ser una evidencia más
del aprovechamiento con el que se está construyendo el camino al desarrollo.
Chile se está convirtiendo en un país aberrantemente desigual. A costa de
diecisiete millones de personas, unos cuántos se toman de lo que pueden y dan
paso a una acumulación sin límites.
Estimadas
autoridades: urge cambiar las cosas. Es verdad, tienen culpa los anteriores y
los actuales, los que concesivamente permitieron que esto pasara y quienes hoy
gobiernan. Es una responsabilidad transversal que hay que asumir. Pero más que
buscar responsabilidades no hay tiempo que perder en convertir esta situación
que conduce a la rabia colectiva en una oportunidad para aprender. Este es el
momento de dar una señal clara al país de que se trabaja por y con la gente,
elaborando una legislación que escuche a la ciudadanía.
Esta
es una prueba de fuego para ver de qué lado se encuentra nuestra clase
política, y quiénes reciben presiones o sobornos de los involucrados. ¿Se debe
seguir sosteniendo una carga tributaria que permita que un establecimiento
comercial mediano pague noventa mil pesos semestrales y una gran tienda menos
de quinientos pesos anuales? ¿Se debe seguir jugando con la paciencia de las
personas y tolerar vicios del sistema imperante como este? La respuesta es más
que obvia.
En
este minuto, gran parte del país, como este ciudadano, siente impotencia de ver
cómo no puede hacer nada para cambiar las cosas. Desde aquí, como en muchas
formas, se puede contribuir a la presión para que desde el gobierno y el
Parlamento se legisle al respecto. Chile está esperando una señal de todos
ustedes, un pronunciamiento de nuestra clase política para que no se alimente
nuestra rabia. Esto debe ser una lección más para no ser reactivos frente a la
noticia del momento y prever situaciones como estas.
Esto,
señores, se llama detener el robo legal.
Mientras
el equipo de asesoría legal y comunicacional de Cencosud debe estar reunido con
muchos litros de café y buena calefacción; este columnista se despide esperando
que estas palabras no caigan en el vacío, como tantas leyes que duermen en un
sistema político que se aleja cada vez más de la ciudadanía.
Muy atentamente,
Diego Vrsalovic
Huenumilla
Estudiante,
columnista de medios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario