La historia de la ciudad de Temuco es una
analogía de aquel origen traumático de la sociedad chilena, allá por el siglo
quince de nuestra era; esto, puesto que como he señalado en ocasiones
anteriores, nuestro Chaimahuida nace desde el encuentro de dos culturas que
tenían una visión del espacio y de la vida muy diferentes entre sí, en un
contexto en que el Estado buscaba aquí anexionar estas tierras para generar un
nuevo proyecto que trajera progreso y bienestar. Incluso, la generación de una
“tercera raza” laboriosa a partir de elementos chilenos y mapuche.
Es preciso relevar ante las y los lectores de
este medio de comunicación lo que la OCDE ha señalado respecto de Chile y que
toca a la ciudadanía toda: El que Temuco es la segunda ciudad más desigual de
Chile, tan solo superada por Santiago, y a la que suceden Concepción y Chillán.
Es decir, si restamos a la capital, somos la capital de las desigualdades al
centro de la pobreza y, por qué no decirlo, de la injusticia en el sentido más
visible de la palabra. Cabe cuestionarse entonces, ¿Qué ha señalado nuestra
primera autoridad comunal al respecto? ¿Cuánto destina el Municipio frente a esta problemática del presupuesto
anual que maneja, cercano a los $58.000 millones de pesos? Creo, existe una
nebulosa al respecto.
Existe una obsesión en el mundo político y
empresarial por los diez puntos básicos que se han definido en el marco del
City Tour que propicia la Municipalidad, y por la Avenida Alemania. Fuera de
ello, Temuco es invisible y ajeno. Se vive bien en el Portal de La Frontera,
mientras que en Pedro de Valdivia y Santa Rosa existen contadas calles a las
que las acompaña el pasto. En los sectores rurales falta el agua, mientras que
en Amanecer la ciudad no se conecta con el río. En Pueblo Nuevo es cada vez más
notorio el aumento del parque automotriz debido al avance de las inmobiliarias,
mientras que en San Antonio faltan las líneas de microbuses.
Pero, por sobre todo, nuestra ciudad es gris
y carece de vitalidad. Nos falta arte y música en nuestros barrios, ciclos de
cine y talleres de fotografía, poesía pintada en sus murales y jornadas de
alfabetización histórica y cívica. Por cierto, fomentar la conexión entre las
organizaciones de base de manera horizontal para presionar a nuestras
autoridades para que respondan con soluciones efectivas a estas realidades que
carcomen ese mito que plantea que la ciudad es perfecta y nada pasa en ella.
La excesiva atención sobre el fútbol como
medio de cohesión social desvía la atención sobre las transformaciones
profundas que requiere nuestra urbe. Nos falta crear Rutas del Caminante y del
Ciclista, consistentes en recuperar las fachadas y las franjas verdes, generar
espacios de descanso con paraderos, arbustos, teléfonos públicos y puntos donde
separar la basura. Estamos al debe con la habilitación de espacios especiales
para adultos mayores y para todas las manifestaciones deportivas que se
expresan en nuestro espacio compartido. Necesitamos cambiar la configuración de
nuestros espacios públicos combinando las máquinas de ejercicios con otros
puntos que generen sociabilidad.
Pero fundamentalmente, también tenemos que
organizarnos y ponernos en marcha para batallar por esos cambios. Todas y todos
tenemos en nuestras manos el poder de hacerlo; es cosa de coraje, fuerza,
energías compartidas y mucha voluntad. El Chaimahuida, este lugar de encuentro,
lo requiere. Nosotros lo necesitamos y el futuro lo agradecerá.
La lógica que ha sostenido siempre la ciudad
se basa, más que todo, en cambios cosméticos que ocultan las transformaciones
espaciales profundas que requiere nuestro Temuco. Por ello, desde la vitrina
que entrega este medio de comunicación y apelando a la condición de la
ciudadanía entera, independiente del rol que cumpla, lanzo la invitación a
vivir un nuevo proceso empujado por nosotros: Refundar nuestra ciudad. Especialmente
en los sectores que se han visto más desfavorecidos por este modelo de
desarrollo, es tiempo de pasar de la queja a la organización, y de las eternas
peticiones al trabajo por nuestro entorno.
Por medio de esta columna hago eco de la
invitación que extiende la agrupación Defendamos
la Ciudad de Temuco, por medio de su Presidente, Daniel Sandoval, y de
quien escribe, su nuevo Vicepresidente. Si no existen los espacios necesarios,
es tiempo hoy de crear nuevos que respondan a los ritmos del cambio social. La
puerta que podemos abrir de cara al mañana es inmensa y la tarea es noble y
ardua en pos del cumplimiento de las utopías que no están tan lejanas. De
nosotros depende hacer que Temuco ya no tenga la vergonzosa posición de la
segunda ciudad más desigual de Chile.
El Chaimahuida, o más conocido como Agua de Temu, nuestra tierra, hoy desde
su toponimia nos invita a hacer carne este término. Es, creo, un buen punto de partida para
encontrarnos como ciudadanía toda y comenzar un nuevo proceso de regeneración
de las estructuras existentes y de corrección de las desigualdades
territoriales como medio para que todas y todos vivamos en una tierra mejor.
Es tiempo de que juntos refundemos la ciudad
de Temuco.
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