“Beneficio de Octubre reprogramado por Junaeb. Fecha a confirmar”.
Éste fue el mensaje que desató una polémica que puso en evidencia dos falencias graves en el sistema de beneficios a los estudiantes chilenos: el retraso en el pago de los beneficios y la nula preocupación por su reajuste sin considerar las historias detrás del dinero que se paga.
Hay que partir de una base muy cierta: todo esto que hoy “reclamamos por reclamar” no se hace por ser “comunistas”: son todos premios a nuestro mérito y esfuerzo, por los años de estudio y las diferentes condiciones de vulnerabilidad en las que nos encontramos. Si consideramos estos argumentos podremos entender los miles de tweets al respecto.
Existen dos beneficios que tanto por su monto en dinero por su relevancia por su monto en dinero tienen una importancia fundamental. El primero, la Beca Indígena (de la cual no se habla casi por el número limitado al extremo de sus beneficiarios) asigna más de 600 mil pesos. Puede tener una condición de vulnerabilidad y conocimiento de la cultura originaria excepcionales pero si no vive en comunidad no sirve. Es decir, no importando si pertenece, puede conseguirse el certificado y postular. Cabe desatacar que antiguamente había que hacer unas filas inmensas afuera de la municipalidad para conseguir un número, para que jamás te dijeran por qué no la obtuviste. Después de 9 años vengo a saber que era porque no vivía en comunidad.
El segundo y más importante (que trae todas las consecuencias que hemos podido apreciar en estos días) es la Beca Bicentenario. Un beneficio que, de alguna u otra manera, es producto de las movilizaciones de 2006 y que fue una de las soluciones para que nadie se quedara sin estudiar por la falta de recursos. A los primeros dos quintiles no sólo cubre gran parte del arancel evitando que aumente el porcentaje que se cubre con algún tipo de crédito, sino que trae dos consecuencias directas: una Beca de Mantención Mensual y una Beca de Alimentación.
La primera nos entrega $15.500 mensuales durante diez meses. Es decir, cumple con una obligación social del Estado: la de permitir que el estudiante cumpla con su deber de estudiar. Sin embargo, a pesar de que antes recibíamos entero el bono tras hacer la fila en el Banco, hoy son $300 menos por la comisión por giro. A pesar de que es más fácil retirarlo y manejarlo la comisión, Banco Estado no deja de percibir $3000 anuales, lo que si se multiplica por el número de beneficiarios es una suma muy considerable. Esos $300 pueden ser insignificantes pero para muchos significan pasajes de micro o dinero que se necesita y que no estaba.
La segunda y la que, de seguro, afecta por lejos a la gran mayoría, es la Beca de Alimentación BAES. Es una asignación de $26.000 mensuales durante los 10 meses teóricos en que estudiamos canjeables por comida en locales autorizados para el efecto. Algo así como que nos paguen en fichas para la pulpería pero con un medio electrónico.
Esta beca es la que más cuestionamientos nos trae: ¿Qué pasa cuando una comida cuesta menos de $1300 y tenemos que rellenar, muchas veces, gastando innecesariamente? ¿Por qué ninguna autoridad de Gobierno se pronuncia ante el elevado número de estudiantes que no llegan a fin de mes con la beca? ¿Por qué no existen campañas de educación financiera en caso de que alcanzáramos, teóricamente, a comer todo el mes?
Pero por otro lado, sólo nos cubre una comida al día partiendo del supuesto de que nadie tiene la necesidad de alimentarse más allá o de que el universo absoluto de estudiantes puede complementarlo con comida traída desde la casa. Es decir, si tenemos alguna actividad en la mañana o en la tarde y necesitamos comer más de una vez al día, o si hay algo que hacer el día sábado simplemente concluimos una cosa: que en promedio, por ahí por el 15, la beca se acaba para la mayoría.
Invito a todas las personas que nos tildan de “llorones” o “comunistas” a que miren este tema con apertura de mente y poniéndose en el lugar de los que deben por distintas razones utilizar estos beneficios para otras necesidades.
Y, finalmente, emplazo muy humilde y respetuosamente a alguna autoridad de gobierno a que se pronuncie sobre el tema en un acto de pública transparencia para ver si hay alguna solución posible.
Porque si este es nuestro sueldo, ya no llegamos a fin de mes.
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