Tweet Segui @dini912030 Maleta de Opiniones: enero 2012

20 enero, 2012

El llanto y la flor.

Estaba enfermo de amor por ella y los recuerdos lo invadían sin sentido alguno. La muerte del alma que más amaba lo había dejado trastornado hasta querer viajar a la nada, a la muerte a veces. Ella llegaba de repente como queriéndolo buscar, contarle un secreto e irse. Otras, quería venir a verlo para amanecer como antes en sus brazos y soñar con que él era marinero y la dejaba subirse al barco. Viajaban por los siete mares amándose como dos locos sin futuro, sin presente y sin ayer. Los brazos se pegaban a su cuerpo, el corazón le latía rápido, cuando la tenía al lado no sabía qué hacer.

Era tan feliz que ansiaba volver a verla junto a él en su dormitorio. Ansiaba volver a tenerla entre sus brazos sintiendo el calor de su pecho abrazador, conectando hasta la fibra más sensible de su carne con ese amor que los llevaba al Azul. Era su brazo acariciando su cabeza soñadora lo que lo despojaba de su existencia y lo desdoblaba recorriendo bosques, campos y praderas de su mano.

Dicen que ella era tan poderosa que cuando se quedaban dormidos se juntaban en los sueños y, de la mano, volaban al infinito. Olía a flores y a amor. Todo era perfecto. No importaba que a veces no tuviera para regalarle un chocolatito ni que al trabajo se fuera caminando, a pesar de que la subida fuera peligrosa. No le importaba pensar que podía llevar al futuro en el vientre. Si era con ella, la vida era perfecta.

Por eso, no supo cómo se la encontró caminando, solo, por el bosque de lejos de la ciudad.

Escuchó a lo lejos su voz que lo llamaba a caminar. Que no escuchara si le dijeran que se quedara. Él debía irse donde ella dijera. Se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban y, con cuarenta grados de fiebre, caminó entre piedras y matorrales. De pronto, se la encontró caminando de la mano y yendo, como en los tiempos de antes, a soñar. Lo sentó en una roca y le habló de que ella estaba bien, de que no llorara más su partida y de que se merecía volver a vivir. Que el tiempo de sufrir por lo que pasó había pasado y que la vida era un hermoso paso por el que había que transitar para llegar al reencuentro.

Pero, que en ese instante, debía dejar de llorar. Ambos habían pasado tantas cosas juntos que sería la imborrable existencia constituyente de su ser. Que nadie le quitaría su rostro cálido al amanecer ni el aroma de su cabello al despertar la mañana, cuando se ponía su polera y le preparaba un café. No, esos recuerdos nadie se los quitaría.

Volvió después de muchas horas con una flor en la mano. Esa flor era la más densa y dulce que recibiría: era la última lágrima que derramaba sobre la tierra por su recuerdo.

Tenía permiso para volver a soñar y volver a vivir. Cuando despertó, la fiebre había pasado y su alma estaba un poquito menos herida de cómo había despertado.

Isla Riesco: cementerio de carbón.

A Ana Stipicic y quienes la acompañan en la defensa de la tierra que los ha visto crecer, y a todos los que, de alguna manera, comparten el mismo sueño.

Hagamos el siguiente ejercicio. Ubique, en un mapa, Isla Riesco. Ahora, aleje el mapa y ponga la vista en la Región de Magallanes. Finalmente, mire a Chile completo, no perdiendo de vista la distancia entre Huasco, Santiago y el territorio mencionado. ¿Qué significa, entonces, este lugar en el concierto nacional? Para el que no vive allí, un pedacito de la nada.

La vía chilena al desarrollo se ve desde la perspectiva nacional, dejando de lado la preocupación por la diversidad de territorios y los problemas que acarrea este camino. En palabras simples, es mejor sacrificar un trocito de tierra que el progreso del país. Hay que pensar en grande y, por ello, hay que hacer un esfuerzo en pos de todo el beneficio futuro. Ese es el discurso oficial.

Así piensa la Minera Invierno, quien pondrá una piedra más en los errores de nuestra senda hacia la luz mundial.

¿Conexiones entre Copec y el grupo Angellini, dueño de una parte del país, e Isla Riesco? Mas de las que cree, incluso a nivel de Gobierno. Precisamente será una de las divisiones de este gran conglomerado la que extraerá el carbón que Chile necesita para su futuro económico, quien posee uno de los complejos de explotación carbonífera más grandes del país.

¿Y será buen carbón siquiera? Nada más lejos de la realidad. Le cuento como es el proceso. En esta isla, que es una reserva de vida con especies de flora y fauna únicas en su especie (como el Martín pescador), se explotaran cinco grandes yacimientos de carbón que se chancarán en un puerto construido especialmente para estos fines. Los camiones que transportarán el carbón no llevan techo: con los vientos de Magallanes el polvillo volara muy lejos, contaminando, a corto y mediano plazo, todo el lugar. ¿Y a donde va a parar el carbón extraído?

¿Y durará mucho tiempo? 15 años a lo sumo. La empresa se compromete a cubrir los yacimientos una vez explotados faltando poco para poner la vida en garantía. Pero, seamos claros, sinceros y directos: ¿Cuántas empresas cumplen con los compromisos adquiridos más allá de lo que le exige la ley en los plazos estipulados? Un grupo muy reducido que es excepción a la regla.

Dos casos podrán ilustrar el futuro de Isla Riesco.

Tómese cinco minutos para dejar Facebook de lado y busque en Google “Huasco termoeléctrica”. Lea las notas que salen, las fotografías que nos muestran vagones llenos de desechos expuestos que la gente se ve obligada a respirar, los olivos muertos en la lucha por respirar debido al efecto de aquel humo que con ese traidor blanco salido de las calderas mata de a poco a un pueblo hundido sin tener escapatoria más que convivir con él.

Luego, busque “Ralco”, la clave para entender la grave contradicción de nuestra vía al desarrollo: el de correr a la gente a cualquier precio con el fin de instalar el proyecto en beneficio de la masa con un progreso nacional mal entendido.

Este ejemplo podrá ilustrar el caso de Isla Riesco: un proyecto que promete la copia feliz del Edén pero que, con el tiempo, dará paso a promesas incumplidas y disculpas por el daño cuando la isla ya está destruida irremediablemente.

Se puede hacer algo. Tenemos los medios, la información disponible, el legado de la historia, la voluntad de personas comprometidas con una justa petición a la autoridad. Esta experiencia debe servirnos para comprender que hay alternativas para nuestro desarrollo energético, por ejemplo, apostando a la especialización energética regional y a la búsqueda de nuevos motores de energía aprovechando las ventajas del territorio. Tenemos las herramientas, más de algo podemos hacer.

Es preciso mover las voluntades antes de presenciar la inauguración del cementerio más grande de la Región de Magallanes. Aun es tiempo.

Esta columna contiene algunos aspectos generales del proyecto que pueden servir para comprender mejor sobre lo que tanto se habla. Si quiere averiguar más información, en http://www.alertaislariesco.cl/

Desarrollo con rostro humano.

Y vamos camino a la década del 20 y seguimos en la misma condición en la que la Dictadura militar entrego el país al gobierno democrático: en el eterno paso previo al desarrollo. Esta ha sido una de las grandes obsesiones de los distintos gobiernos (especialmente de los sectores de centro-derecha), sin importar a que costo se realice. Mientras que los números den como resultado más de veinte mil dólares per cápita estaremos siempre bien.

Hay que tener mucho cuidado cuando hablamos de desarrollo, porque la economía siempre debe tener rostro humano y no una hoja de Excel que nos muestre resultados. Tanto la Concertación (en su programa de 1989 y en los sucesivos mensajes presidenciales) como la Alianza (a través del eventual programa de gobierno con base histórica del Presidente Allamand, en El desalojo) nos han dicho que hay que alcanzar a toda costa ese desarrollo como en una fijación obsesa. La única diferencia es que un lado ha hecho más énfasis en que hay que preocuparse de los más desvalidos, aunque a la larga siguen siendo lo mismo.

Es verdad, la pobreza extrema y la indigencia se han reducido sustantivamente, los salarios reales han aumentado considerablemente, ser pobre hoy no es lo mismo que hace veintidós años. Hoy podemos acceder a la educación superior con mucha más facilidad que antes y, desde allí, a oportunidades de mejorar nuestro nivel de vida. El acceso al crédito (en cómodas cuotas), nos ha permitido poseer productos y servicios que jamás nos hubiésemos imaginado a principios de los ’90. Y así podemos mencionar los avances en empleo, en salud, en infraestructura para el desarrollo; o hablar de la inserción de Chile en los grandes mercados mundiales.

Incluso, ya no nos comparamos con economías pequeñas, lo hacemos con los gigantes. Hay que dar las gracias por estar en la OCDE porque nos permitió abrir los ojos y darnos cuenta que estábamos mal y que, si queríamos ser un país desarrollado de verdad teníamos que mejorar muchas cosas. Los países ejemplo que integran la cima del club no son tan aberrantemente desiguales ni tienen tantos problemas en el acceso a los servicios básicos, no desmantelan el Estado a los niveles que se hizo en el experimento neoliberal de los ’80 ni tienen las discusiones actuales en educación. Si, estábamos mal, y harto mal.

Hay que recordar siempre que el desarrollo debe tener por delante el rostro de los más pobres y de la clase media que trabaja de sol a sol para poder brindar un colchón a su familia que le permita no andar pensando cómo pararemos la olla mañana. El desarrollo debe tener el rostro del colectivero y del chofer de micro, del obrero de la construcción, del paramédico, del profesor, del gasfíter, del pequeño empresario, de la peluquera, del peoneta.

El desarrollo no se hace desde arriba imponiendo los criterios para que todos alcancemos los niveles óptimos. Se hace entregando herramientas a la gente para que se sienta segura en este mundo moderno, haciéndola gobernante de su vida y líder en su grupo. Se hace entregándole las oportunidades para que su empresa crezca al nivel de los grandes y así brinde a su familia el futuro y el presente que necesitan. Se hace preguntando a todos como harían para salir de la situación en la que se encuentran.

La suma de todos esos esfuerzos dará como resultado el desarrollo definitivo con equidad, no el apuro por ganarle la carrera al resto de los hermanos. Nunca seremos absolutamente iguales, pero más de algo se puede hacer para reducir la brecha.

Se hace confiando en que las regiones pueden mas desde la autosuficiencia y la diversidad económico-productiva, se hace desconcentrando el desarrollo y otorgando un incentivo a los profesionales para que vuelvan a su tierra. Se hace confiando en que el Estado será el garante del libre juego económico otorgando una base igual para todos en salud, educación y vivienda, defendiendo a los consumidores de los abusos de la empresa (y no solo acudiendo a él cuando nos conviene). Se hace comprendiendo a ese Estado como el que pondrá las reglas del juego y ayudará a quienes empiezan a alcanzar los niveles óptimos y dejarlo después volar.

El desarrollo se consigue sin abusar del subsidio a la empresa privada (porque es verdad, el Estado no puede cubrirlo todo), pero confiando en que algunas actividades complementarias podrá hacerlas bien. Se alcanza confiando en la innovación y la capacidad individual para emprender, regulando los monopolios que impiden que la gran masa mejore sus posibilidades de vida, haciendo todos los esfuerzos por reducir la concentración económica y otorgar diversidad y apostando por la industria propia incentivando a los empresarios a que ahorren e inviertan en la empresa propia para llegar, un día no muy lejano, a ser autosuficientes y no mandar el cobre en bruto y que vuelvan los cables elaborados desde el otro lado del mundo.

No podemos seguir mintiéndonos pensando que el desarrollo es el promedio del que más gana con el que menos tiene. Para dejar de ser hipócritas primero resolvamos las desigualdades y otorguemos la base mínima para que todos alcancemos esa palabra. De otro modo, estaremos a la vanguardia en mentir económicamente.

O si no ese día pregúntese: ¿Tiene veinte mil dólares en el bolsillo? Si los trae es que alcanzó el desarrollo.

16 enero, 2012

Manifiesto por la Pedagogía Libertadora.

Es enero de 2012, producto de las movilizaciones estudiantiles del año recién pasado el cierre del semestre, para muchos, se ha postergado irremediablemente. Las vacaciones han quedado en el olvido y la carga académica, en cierto modo, nos consume. Sabemos que nuestros profesores no se han puesto de acuerdo para hacernos el semestre pesado, sin embargo, las condiciones en las que actualmente nos movemos son difíciles. Leemos en la mitad del tiempo libros enteros, resumimos siglos en un cuaderno, planificamos cuando dormiremos bien y recuperaremos el sueño. Las ventas de bebidas energéticas se han disparado y descansar es un bien tremendamente escaso.

A veces, presentimos, que nuestra alma está en sombras. Vemos el futuro y encontramos luz.

Para la universidad pública son tiempos difíciles: las matrículas bajan, las finanzas tambalean en las Casas de Estudio regionales, las alarmas se encienden. Parece la entrada a una era apocalíptica sin precedentes, en donde el desmantelamiento del Estado y el excesivo liberalismo económico nos llevan, sin retorno, a nuevas realidades.

Las cifras nos demuestran que lo privado parece ser el futuro y quienes detentan el poder no pretenden hacer mucho para contrarrestarlo.

En medio de esta realidad nos encontramos nosotros, quienes aspiramos a ser profesores, intentando condensar nuestros tiempos teniendo muy presente el objetivo: el futuro, cambiar realidades, transformar el pensamiento y convertir la fuerza de las piedras en energía re-modeladora de las realidades locales y nacionales. La pedagogía se vuelve, entonces, uno de los espacios de resistencia más dulces que pueden existir en la tierra.

En mitad de un tiempo de crisis debemos aspirar a ser luz y semilla que germine en el territorio adverso y, a veces, complejo de entender. Porque el estudiante no es un recipiente vacío esperando ser alimentado por el castigo-refuerzo: es un ser humano que, sin conceptualizar, vivencia la humanidad del ser: es una persona con experiencias y aptitudes que pueden ser utilizadas en función de mejorar sus condiciones de vida. Porque nuestros estudiantes serán los hijos prestados que devolveremos un poco más aptos a la tierra cuando salgan del aula.

Por ello, la pedagogía debe limpiarse la modorra de querer formar a un pequeño ciudadano-consumidor que rinda tributo a la democracia y al sistema económico como lo conocemos, y a un amante ciego de la identidad nacional. Debe quitarse las capas de barro que permiten que los estudiantes miren a la misma ventana de siempre: al centralismo, a Europa, a la desesperanza en un mundo cada vez más competitivo.

Si pasamos por esta carrera es para crear un ser humano que valore su esencia y la vida en comunidad. Sin los otros, será una masa sin pensamiento regenerador.

Por ello, la pedagogía debe tener vocación libertadora. Debe entregar todas las herramientas de pensamiento que permitan al estudiante romper las cadenas que lo atan a un ciclo perverso que lo escolariza en función de integrarlo al sistema económico y a elecciones donde los rostros no se renuevan. Hace que ame su identidad desde las victorias del Ejército libertador de los estigmas barbáricos y desde los fundamentos de una sociedad competitiva que busca números, no personas formadas integralmente.

La pedagogía debe tener vocación territorial, no para que el estudiante tome el bus aburriéndose con un paisaje monótono, sino para que la conceptualice, la saboree y la disfrute desde el goce mismo del alma, transformando sus vivencias en soluciones.

La pedagogía debe tener un currículum lo suficientemente adaptable como para permitir su adecuación a tantos contextos como niños en el mundo existentes. Porque no es un libro sagrado ni un altar inamovible, puede ser remodelado observando atentamente las condiciones de los cursos a nuestro cargo. El fusil que lo acribilló fue la Evaluación Docente, quien la sacralizó. El parche con que hemos de asistirlo será nuestra capacidad de adaptación.

Esa es una pedagogía con vocación y la verdadera vocación de profesor. A través de la pedagogía, el maestro tiene la llave con la que abrirá las puertas de la luz y liberará de sus cadenas a miles de estudiantes que hoy son preparados para amar a Chile tal cual está. Eso no puede ser. A Chile se le ama conociendo lo bueno y lo malo, transformando la energía negativa en propuestas de solución, criticándolo con fundamentos y proponiendo siempre el camino el futuro, con respeto irrestricto al otro.

Es deber nuestro convocar a una nueva corriente de reflexión y crítica pedagógica que una las voluntades desde Arica a Magallanes para que formemos la gran llave que abra las puertas de ese tremendo futuro.

Y es deber de todos quienes aspiramos a ser profesores que formemos un gran movimiento pedagógico que contribuya a esa tarea.

15 enero, 2012

El horror de Inés.

Y llegará el día en que Inés Pérez no se espante. Porque en la República de Chicureo ya no habrá más nanas ni obreros que dateen a los delincuentes de los barrios más pobres y desparecerán todos nuestros miedos. Llegará el día en que en Chile se extingan los pobres, esa raza que lo único que hace es quejarse, identificarse con la hoz y el martillo y no bañarse porque son unos mugrientos de mierda.

Llegará ese día, sí, ese cercano día en que ya no hayan mas marchas y se conformen con la situación de un país que tiene espectaculares cifras de crecimiento y que nos muestra, con poderosos hechos concretos, no la copia, el Edén mismo. Esos rotos ya no pedirán educación gratuita ni una atención en salud como la gente. Nos atenderemos en clínicas para que nos reciba una recepcionista con cara de haberse inyectado botox todo el mes preguntándonos cuantos días nos quedaremos hospitalizados.

Si, no se impaciente, llegará ese día en que La Araucanía quedara en paz porque reviviremos al Coronel Saavedra para que los termine de exterminar de una vez por todas. ¿Pero no los habían derrotado hace como ciento treinta años? ¿Cómo es posible que el gobierno no ponga mano dura con estos indios que lo único que hacen es romper con la paz que brinda Chile a sus inversiones? Claro, después se quejan que la zona tiene inversión cero desde hace años.

Ya, no se angustie, si no todo es tan malo. Cuando tenga un hijo le voy a poner Augusto. ¡Pero qué nombre más hermoso! Si nos recuerda al hombre que libero a nuestro país de esos vendepatria que querían instalar un satélite de la Unión Soviética. ¿Dictadura? ¡No me vengan a hablar de dictadura a mí: Régimen Militar, señores! ¡Eso fue! Total, ¿Qué importan tres mil muertos si el país crece y crece como la espuma de la cerveza?

(Es que esos son los que dicen “la historia es nuestra”. Qué bueno que el canal nacional les paso su documentalucho para que se queden callados y no aleguen por lo grande de este país).

Bueno, ya, llegará ese día en que no necesitemos nanas y las reemplacemos por robots que nos hagan el aseo. Y véanles la conveniencia: son rápidas, eficientes, trabajadoras, no se quejan, no piden aumento de sueldo, no piden previsión, no se enferman... ¿Qué más se podría pedir a la vida?

¡Pero no corra, si todavía no llega ese día! ¿Y qué se habrá creído ese roto hijo de nana que se pone a escribir a la directiva del club de golf? ¿Qué acaso el no tiene religión que insulta así a la Virgen María? ¿Qué acaso no piensa que así están las cosas en todo el mundo y tiene que aceptarlas? ¿No será mejor que lo manden a callar y le quiten el computador y el internet que lo usa para hablar imbecilidades? ¡Resentido, eso es lo que es!

Llegará el día en que Inés Pérez ya no se espante mas y nosotros, los mugrientos, los rotos, estemos todos muertos. Y así Chicureo vivirá una existencia plena y feliz y nadie alegara más.

Y Dios dirá: “que las veredas queden libres para el camino sin rotos”.

10 enero, 2012

La gran reunión de las izquierdas.

El sistema político nacional ha dejado nuevamente en evidencia su constitución en tres tercios (Alianza, Concertación-Juntos Podemos y ciudadanía que no adhiere a estas colectividades) que no se han movido en dos décadas de sus puestos debido a la base que les otorga el sistema binominal. Todo en pos de la estabilidad democrática y la “razón de Estado”.

Sin querer, el modelo se reproduce en distintas áreas de la vida nacional, especialmente en la universitaria. Cuando son casas de estudio con una pluralidad de carreras amplia no hay problema: todas las tendencias están representadas. Pero, ¿Qué pasa cuando las distintas facciones de un mismo sector se disputan el poder con el fin de “crear conciencia” sin obtener sendas mayorías?

Algo no calza en los porcentajes.

Los niveles de participación son bajos, muchas veces con los quórum al límite y, a pesar de los esfuerzos que han hecho todos los que han manejado poder, no hay resultados. Las cosas siguen igual y, al parecer, la tendencia se consolida. Existe una tremenda distancia entre dirigentes y una amplia masa de dirigidos. Nada parece revertir la tendencia.

Posibles causas: la intransigencia, la falta de dialogo (que al final es un monologo eterno manejado deliberadamente para, en un minuto, aburrir a la audiencia y permitir las mayorías necesarias), la presión para conseguir ciertos fines, la exclusión indirecta por medio de la sanción social. Y así, decenas de razones que se pueden nombrar y que redundan en que la gente se aburra y se vaya a almorzar evitándose otro dolor de cabeza.

Si se quiere mantener la unión hay que tener una mínima tolerancia al disenso y al debate con argumentos sólidos (y no repetir los mismos de siempre que al final recaen en una triste pobreza argumental), a dar cabida a las distintas voces que piden diálogo y acuerdos mínimos en circunstancias estratégicas.

Y no solo eso: a una alternativa que amplíe la mirada y convoque a la gran reunión de las izquierdas. Seamos claros: nos encontramos en una Universidad que prefiere esta tendencia y que debería estar a la vanguardia con una base efectiva que contemple el contacto fluido con todos los estudiantes de todas las tendencias y no solo con una minoría que cree eternamente que todo lo hace bien.

Nuestra Universidad debería dar el ejemplo en cuanto a inclusión y amplitud en la discusión de los grandes temas estudiantiles, locales, regionales y nacionales, convirtiéndose en el articulador del futuro. Hay que convocar a todos a aportar con un rayo mas para prender el sol del mañana y alzar la gran voz que modele el futuro, el camino a las utopías desde la mejora de las realidades concretas.

La única solución posible es convocar a la gran reunión amplia de las izquierdas. El último plebiscito nos invitó a todos a repensar la manera en que hacemos las cosas y que el modelo añejo de minorías debe morir para dar paso al dialogo entre hermanos mirando de frente a la nueva alborada.

04 enero, 2012

Cultura de asamblea: devolver la voz.

En un rincón del fin del mundo cientos de estudiantes se han quedado mudos. Ya no les interesa hablar ni que los escuchen. Ya no confían ni en las elecciones ni en las instancias para exponer su pensamiento.

Muchos hablan queriendo expresar su punto de vista y se atropellan en frases ensordecedoras que prometen no solo la copia feliz del Edén, sino que el paraíso mismo. Las palabras saben a alegría y descontento, a rebeldía y firme convicción. El dialogo parece avanzar pero retrocede dos pasos porque no se llega a acuerdo. Al final, siempre vuelve al origen. Hay caras descontentas pero son la minoría.

A varios más ya no les interesa entrar a la sala. Un día, a uno se le ocurrió intervenir, pero las miradas y las murmuraciones fueron más fuertes. La cultura de la asamblea hacia caer su peso en los hombros de él. Prefirió darse la media vuelta e ir a almorzar. Pasaría menos rabietas.

Varios hicieron lo mismo. La asistencia bajaba. Los que se quedaban se preguntaban por qué. La respuesta estaba, silenciosa, frente a sus ojos, pero nadie decía nada. Era mejor tacharlos de “fachos” por la votación en el plebiscito o de “inconsecuentes” por no ir. La confianza se había roto.

Entre que el caminaba y comía una barra de cereal, no podía dejar de pensar en la imagen anterior. Se encontró con varios que habían sido pasados a llevar y habían enmudecido ante aquella cultura tan densa. Conversaban siempre sobre la situación, pelaban a destajo, pero siempre llegaban al mismo punto: como no tenían peso al final quedaban en nada. Era más fácil seguir estudiando.

Aunque, lo primero que les diría a la cara, es que no saben conversar. Para dialogar se necesitan dos con altura de miras y buenos argumentos y eso no existía. Era un monologo de muchos en una sola voz.

Por eso, les diría, la primera tarea que deberían hacer es reconstruir las confianzas, traducidas en moderar el dialogo (incluso, encargando a una persona que controlara los tiempos en las asambleas). Cuidar ese respeto que es garantía de una buena democracia (que tanto dicen defender) a través de estatutos claros y públicos. O podría haberles sugerido que publicaran por correo y afuera de las salas correspondientes los resultados de la asamblea anterior y de lo que se tratara, siendo puntuales con las horas y los tiempos.

Pero cuando quiso ir y los tuvo delante de él no pudo sacar palabra. Era tan fuerte la cultura de la asamblea que había enmudecido.

¿Dictadura o Gobierno Militar?

Se denomina dictadura a una forma de gobierno iniciada con la forma violenta del poder y ejercida con una fuerte represión en contra de sus opositores, características que corresponden al gobierno de esa etapa”. (1)

¿No correspondería esta, acaso, una buena definición sobre el horror traumático de lo que fue la Dictadura Militar en Chile? El Ministerio de Educación de la Republica de Chile ha convocado a todos los chilenos y chilenas a ser parte del primer baile de mascaras del año 2012, en el que cambiaremos este concepto por el relato del autor de clásicos como Política, politiquería y demagogia, El día decisivo y Patria y Democracia:

“El 11 de septiembre de 1973 será considerado en nuestra Patria como uno de los sucesos políticos más importantes de su historia, tanto como el nacimiento de Chile (...) o como la creación del Estado Portaliano de 1830. (...) Esta dura acción militar estuvo destinada a repudiar la obra totalitaria soviética (...) que [había llevado al Gobierno] a un estado de destrucción de los cimientos democráticos desde sus bases. (...) Este gobierno no solo cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas, sino que también con el apoyo mayoritario de la ciudadanía”. (2)

¿Cuántas veces han escuchado el mito de la Ocupación de la Araucanía? ¿O el de que la Independencia fue una gesta colectiva y popular? ¿O aquel que cuenta la Revolución de 1891? ¿Sabían de la existencia de los 12 días de la Republica Socialista de Chile?

Hoy hemos asistido a una nueva función en el largo espectáculo de nuestras elites por mostrarnos como cooptan, moldean y falsean a su gusto a la Historia, ese ser que se compone de vivencias y acontecimientos, con el fin de que nuestros estudiantes se formen una verdad que se aleje de lo que realmente pasó. Necesitan generar una fuerte identidad colectiva que reconozca en esa definición las causas de lo que ha pasado en nuestro país.

Digamos las cosas como son: a un sector de la población (a los menos el 12% del país) le duele en lo más hondo de la conciencia cívica el que se le llame DICTADURA al periodo comprendido entre 1973 y 1990. Salta en ira y rabia cuando se le recuerda como fue fundado el Chile del siglo XXI y como se impuso al país una verdad a sangre y fuego, arrogándose una soberanía inútil en nombre de los “altos valores nacionales”.

El gobierno militar chileno, entonces, vuelve a la escena en el gobierno democrático. Se nos vuelve a enrostrar que el orden económico-social actual está fundado sobre el visionario Pinochet, sobre las Fuerzas Armadas como garantes de la institucionalidad. Un ordenamiento que se encuentra inmerso en un discurso contradictorio incluso con el artículo 7º de la Constitución, ese que dice que “ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias la soberanía. (3)

¿Qué se hizo, entonces, con ese supuesto poder entregado a gritos por la ciudadanía? Lo que todos sabemos: terminar con la marcha democrática del país y emular a Carlos Ibáñez del Campo, su ideólogo, fundando un “nuevo Chile”. Esto, porque “Tiene una importancia fundamental el clamor generalizado de la abrumadora mayoría del pueblo chileno, del cual las Fuerzas Armadas son expresión”. (4)

Si todos hemos reaccionado como lo hicimos hoy no es solamente porque el Ministro de Educación haya llevado la línea del CEP al Gobierno o porque se cambie la terminología, es porque estamos aburridos, como colectivo social, de que quienes detentan el poder no hagan un esfuerzo por contar las cosas tal cual son por miedo a encontrarse con los traumas que los deslegitiman y que los hacen repudiables.

Este es el llamado de este columnista en representación de muchas personas que piden a sus gobernantes no hacer “goles de media cancha” y cambiar logros que permitieron la tan anhelada reconciliación nacional. La RAE define a la Dictadura como el “Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país. Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente”. Creo que es hora de que nos hagamos cargo de las verdades y las contemos tal cual ocurrieron. (5)

No queremos volver a cometer el error de generar una nueva “Pacificación” de la Araucanía. Y aunque así ocurriera, los profesores sabremos contar las dos versiones: la oficial, la del libro, y la que se cuenta en pasillo, con la adecuada mesura en el relato.

Pero, viajemos al pasado y preguntémosle al propio Augusto Pinochet que piensa al respecto. El nos dice:

“Producido el Pronunciamiento Militar, el 11 de septiembre de 1973, e investido, desde esos instantes, de tan altas responsabilidades de Estado, me he detenido en no pocas ocasiones para meditar lo que para mí ha significado asumir (...) el ser gobernante y ser militar al mismo tiempo. (...) Los militares entendemos aquella permanente acción de guerra en la que se encuentra el comunismo soviético. Y por ello, quizás, somos el mayor obstáculo para la acción imperialista de la URSS”. (6)

Referencias:

(1) Ministerio de Educación. (2010) Texto de estudio Historia, Geografía y Ciencias Sociales 6º año básico. Editorial Mare Nostrum. Santiago.

(2) Augusto Pinochet. (1988). Pinochet, Patria y Democracia. Editorial Andrés Bello. Santiago.

(3) Editorial Jurídica de Chile. (1983). Constitución Política de la Republica de Chile. Editorial Jurídica de Chile. Santiago.

(4) Augusto Pinochet. (1983). Política, Politiquería y Demagogia. Editorial Renacimiento.

(5) Augusto Pinochet. (1983). Ibíd.

(6) Real Academia de la Lengua Española. www.rae.es

02 enero, 2012

Chile, país de pocos.

En un ascensor cabe el manejo económico chileno. Incluso uno de hospital queda grande. Si condensamos a las grandes fortunas en las personas que las dirigen, de seguro, caben todas en ese minúsculo espacio. Algo así es la concentración de este tipo actualmente: como antaño, como cuando existía el estanco. La diferencia es que hoy es más sutil y todos lo consideramos “normal”.

¿Es normal que un país que camina hacia las veinte millones de personas esté manejado por un grupúsculo al que jamás le hemos visto las caras? ¿Es normal que los derechos esenciales (el agua, el aire, la tierra, la educación, la salud, la previsión) sean manejados por los que se avivaron antes que nosotros y nuestro representante colectivo (el Estado) se limite a ponerle algunos atajos y a mirar cómo juega?

¿Es normal que un país que se compara con los verdaderos leones del mundo (y se sienta a la misma mesa a discutir sobre el futuro del Edén) tenga, del otro lado del muro, campamentos en donde la gente se congela? ¿Es normal que se mire en menos únicamente por el lado de donde de proviene?

¿Es normal que se legitime por tres décadas el robo a manos llenas más grande de la Dictadura militar, el sistema previsional, cuando los que manejan el sistema ganan dineros que en nuestra vida imaginaríamos y la mínima parte llega a los cotizantes?

¿Es normal que un derecho esencial como lo es la educación, ese que nivela, esa que impide que haya distinción de clases, esté desregulado en los cimientos de la última ley de Pinochet y que, cuando se quiere cambiar, los que hoy se hacen los lesos (pero que ayer gritaron “ganamos”) no quieran oír la voz de la calle?

¿Es normal que cuando ponemos estos temas sobre la mesa los que precisamente tienen las armas para cambiarlo todo (nótese, no piedras), salten a la editorial de El Mercurio a defender esa barata “razón de Estado”?

¿Es normal que Don Santiago, que se lo lleva siempre todo, deje postergadas a las regiones que sustentan, mal que mal, al país? ¿Es normal que nosotros nos quedemos con las migajas de una “ley espejo” en el que el peso que nos llega se reparta en catorce partes?

No. Tajantemente, no.

Aunque a muchos no les guste la palabra clase (personalmente no me gusta abusar de ella), el que propuso la nomenclatura tenía algo de razón. Tenemos posibilidad de ascender, pero son limitadas por un ordenamiento social que considera todas estas preguntas (y muchas otras más que no considero porque sería para tres libros) como realidades normales.

Chile, señoras y señores, es un país raro. La excusa perfecta será decir que los países que garantizan estos derechos despilfarran. Pero, ¿El Estado es el garante de la nivelación social o una empresa más que compite por la máxima eficiencia? No se trata de derrochar los caudales del Estado, pero sí de aclarar conceptos.

Chile, amigos, es un país de pocos. Aunque nos duela, aunque nos cueste reconocerlo, nuestros destinos caben en un ascensor. Diferimos en las formas de cambiar las cosas: algunos optan por la vía más radical, otros por el convencimiento y otros más por el consenso. Sin embargo, todos confluimos en una gran realidad: las cosas están mal. Si somos capaces de darnos cuenta y convencer a los otros que entre la alegría y el cambio caminamos hacia la revisión del pacto social de seguro en más de un punto convergeremos.

Sólo así en el ascensor más rico de Chile podremos caber todos. Más de algo se puede hacer. Los Presidentes tienen entre cuatro y seis años para poner su aporte para limitar el poder de estos pocos y desconcentrarlo para depositarlo en manos de los que todos los días hacemos Chile.

La historia los juzgará en este país de pocos.