Cuarta parte: La primera piedra de Chile (1817 - 1823).
Conseguido el triunfo de Chacabuco el desafío era ver a quién se le daba el poder del país. El primer nombre fue San Martín quien se excusó de no poder ocupar el cargo por continuar en la lucha por la emancipación americana. Sin embargo sugirió a O’Higgins, quien luego de muchos ruegos aceptó. Los primeros días usaría una especie de “banda presidencial” de color azul (el de la casa real de Borbón, que después sería reemplazado por los tres colores actuales) y organizó las tropas para enfrentar a los realistas de Talcahuano y las montoneras que estaban en el río Biobío.
Santiago estaba temeroso tras el rumor de que el Ejército de los Andes había sido derrotado y O’Higgins y San Martín estaban muertos. Los patriotas esperaban a los realistas en Talca, pero de sorpresa los atacaron en Cancha Rayada, siendo derrotados. Manuel Rodríguez se proclamó Director Supremo en estas circunstancias organizando un escuadrón conocido como Húsares de la Muerte. O’Higgins, muy enfermo, volvió a Santiago para desmentir los rumores de su muerte recibiendo los vítores de la gente. Más que para desmentir su fallecimiento se asemeja bastante al miedo de perder su poder ante el caudillo.
O’Higgins estaba entre la encrucijada de solucionar los problemas del sur y clarificar las acciones políticas a seguir. Delegó una Junta de gobierno en Santiago integrada por Luis de la Cruz, Francisco Antonio Pérez, José Miguel Astorga y Miguel Zañartu; que expidió un decreto para que los ciudadanos manifestaran su postura tanto a favor o en contra de la Independencia; el apoyo significó contar con el piso político para la causa. En diciembre de ese año, tras el conteo, se procedió a la redacción del acta. El 1 de enero de 1818 en la Plaza de Armas de Concepción declaró y juró la Independencia de Chile. A pesar de ello, el texto no era de todo su agrado (ni siquiera existe el papel de aquella ocasión). Recién el 28 de enero fue entregado a O’Higgins en Talca el texto definitivo elaborado por Manuel de Salas, Juan Egaña, Miguel Zañartu y Bernardo de Vera y Pintado, que fue jurado en Talca el 12 de febrero.
Sin embargo, la independencia no se sellaba del todo. Sería el 5 de abril cuando las fuerzas patriotas (entre ellas militares como Las Heras, Zapiola, Blanco Encalada, Freire y Rodríguez) y realistas se enfrentarían en Maipú. Luego de una larga batalla que se sintió en todas las casas capitalinas las tropas unidas vencieron a las realistas. Maipú fue la primera gran batalla americana que iniciaría el camino al golpe definitivo al poderío español en Ayacucho, en 1821.
A pesar de ello en la zona sur aun los realistas seguían dando golpes a través de montoneras, repuesta que el gobierno dio en la llamada “guerra a muerte”. Los republicanos contaban con el apoyo de Ñidol Longkos mapuche como Venancio Coñoepán, Lorenzo Colipí y otros, los que posteriormente tendrían gravitancia en la Ocupación de la Araucanía. Los realistas contaron con el apoyo de otros como Marihuán, Mañil y su hijo Quilapán. Ese sería el primer paso para que los mapuche fueran vistos en una categoría inferior a pesar de que O’Higgins los tenía como iguales. Las montoneras serían derrotadas recién en 1822.
Desde este relato el principal logro de O’Higgins fue la Escuadra Nacional, con gestiones a cargo del ahora Ministro José Ignacio Zenteno. Fue una gestión incomprendida en su minuto, pero era más importante asegurar la liberación del Perú. Finalmente, entre compra y fabricación, los barcos Pueyrredón, Lautaro, Chacabuco y Araucano formaron la Primera Escuadra Nacional. La vio zarpar el día de su cumpleaños al mando de Lord Thomas Cochrane y José de San Martín.
En 1818 se promulgaba una nueva Constitución que consagraba el poder unipersonal en la forma de un Director Supremo con un mandato indefinido, limitado sólo por un Senado de cinco miembros nombrados por el mismo gobernante. Es decir, O’Higgins se aseguraba el organizar a Chile el tiempo que él quisiera. Este pensamiento estaba muy de acuerdo con lo que planteaba la Logia Lautaro, organización estaba compuesta por los principales líderes de la época y buscaba la liberación de América y el poder unitario, centralista e impersonal. En ella estaban O’Higgins, San Martín, José Ignacio Zenteno, Juan Gregorio de Las Heras y Ramón Freire. Para reconocer a independencia ante Inglaterra el hermano San Martín propuso dar Chiloé a Inglaterra como un protectorado, a lo que O’Higgins se le opuso terminantemente. La Logia se vería involucrada en el asesinato de los principales opositores al Director Supremo: los hermanos Carrera y Manuel Rodríguez. El trasfondo final era eliminarlos para poder gobernar “en calma”.
Aunque dicen que en realidad era porque siempre fue discriminado por no ser noble, abolió los títulos de nobleza reemplazándolos por la Legión de Mérito, premio por los servicios civiles a la nación. También desterró a José Santiago Rodríguez, Obispo de Santiago declarado abiertamente realista, lo que distanció las posiciones entre él y la aristocracia santiaguina. Todo ello a pesar del hermoseamiento del paseo santiaguino de la Alameda y el haber conseguido otro préstamo millonario a Inglaterra.
Todo empeoraría a partir de 1822. El primer hecho que desataría el conflicto sería la aprobación de la Constitución de ese año donde se separaba claramente los tres poderes del Estado, fijaba un mandato con reelección, creaba nuevos ministerios y dejaba al Director Supremo en el cargo. Pero lo que realmente desató las opiniones en contra fue el levantamiento de las provincias al mando de Ramón Freire, Intendente de Concepción, quien en 1823 se declaró abiertamente en contra del gobierno. O’Higgins pensaba que los Senadores no estaban haciendo su trabajo haciendo que se transfirieran sus poderes a él, lo que produjo la rabia. Los conspiradores de la capital sumado a la aristocracia santiaguina y las provincias de Coquimbo y Concepción se rebelaron en contra del gobierno central.
Bajo la excusa de evitar una guerra civil (aunque más era para retirarse con la frente en alto para dejar enaltecida su figura) el 28 de enero de 1823 entregó el mando a una Junta de Gobierno compuesta por Agustín de Eyzaguirre (miembro de la junta de 1814), José Miguel Infante y Fernando Errázuriz. La votación es lo que más impresiona: 12 electores. Luego de tomar juramento al nuevo gobierno dirigiría algunas palabras al plenario señalando que dejaba a Chile independiente, respetado en el exterior y cubierto de gloria. Luego hizo sus maletas y partió con sus más cercanos al Perú para nunca más volver.
“La aurora de Chile: relato de la Independencia” continuará mañana en su quinta parte y final: “La batalla final: Chiloé (1823 - 1826)”.
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