Esta es una reflexión muy cortita, pero que espero sirva para reflexionar y matar el tiempo que lo llevó a revisar esta columna. Este pensamiento parte de lo importante que es ver a un líder carismático.
Cuando hablo de líder inmediatamente se asocia a los dirigentes que estamos acostumbrados a ver en televisión. Sin embargo, en nuestro trabajo, en nuestra familia, entre nuestros amigos vemos líderes. Esas personas que están a la cabeza en alguna parte y que son nuestros referentes en muchos ámbitos; esas personas que son importantísimas en alguna área y son capaces de manejar las situaciones de buena manera. Esas personas que, como bien dice la palabra, lideran en algo que saben hacer muy bien.
Uno de los atributos que quisiera rescatar más allá de su habilidad en alguna materia, es su carisma, una cualidad que todos irradiamos pero que, cuando somos líderes en algo, es más importante aun. El carisma es una cualidad que nos permite expresarnos de manera sincera y cercana (sin perder la jerarquía), nos posibilita irradiar motivación, nos envuelve en un ambiente de trabajo que nos facilita el compartir las tareas y, acompañados de una sonrisa, trabajar todos juntos.
Todos somos líderes en algún aspecto de nuestras vidas y todos somos importantes en algún momento de la existencia. No hay nada mejor que trabajar con más personas en que algo salga bien y que la persona a la cual obedecemos sea carismática. Porque no hay nada mejor que un líder cercano, ameno, al cual uno pueda acudir con confianza a solicitar algo.
Por eso es importante el carisma: porque a los líderes les quita esa atmósfera que los envuelve de semidioses y los deja más cercanos a las personas que dependen de ellos. El trabajo, a la larga, se lleva de mejor manera.
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