Entre medio de tanta columna de este autor que anda dando vuelta quisiera hacer una pausa para hablar de una palabra clave que no deja de encontrarse en muchos comentarios en todas las plataformas: el resentimiento. Ese prejuicio que es como la mutación del “comunista”, del “arrastrado”, del “roto” que se queja siempre contra lo que dicen los patrones.
Muchos somos hermanos en ese concepto que es definido como “tener sentimiento, pesar o enojo por algo”; de ser así, todos estamos unidos en él. Aunque si otorgamos un significado más amplio a la palabra, se puede interpretar, desde este punto de vista, como la percepción de los demás sobre alguna opinión que deja entrever molestia desmedida por alguna situación que se considera “injusta” por parte del autor de la misma.
Se tiende a confundir el resentimiento con la crítica y el estilo de escritura, en este caso particular. La crítica, es decir, el parecer sobre algo, dice relación con analizar (especialmente lo negativo) sobre alguna situación para dejarla de manifiesto y someterla al juicio colectivo en un texto coherente. El estilo narrativo es lo que la condimenta y la da la sazón necesaria para que tome notoriedad y se convierta en algo interesante de leer.
No por nada la conocida carta pública al Club de Golf Brisas de Chicureo parte señalando que puede ser catalogada de “resentida” por lo que contiene y está adornada por un relato cargado de emociones completamente reales.
Es decir, aclaro para todos los que llaman resentido al que escribe estas columnas: están confundiendo severamente el odio absoluto contra el orden vigente desde la rabia desmedida con el parecer crítico, que hace balances y muestra el legítimo descontento contra alguien o algo adornado con un estilo narrativo que lo potencia.
Existen diversas maneras de canalizar el descontento: están las barricadas, los cortes de caminos, las marchas; cada cual escoge un camino, lo que es absolutamente respetable. En este caso, se opta por canalizar la inconformidad contra algo o alguien a través de las letras porque permite someterse al juicio público, generar opinión e, incluso, estimular al debate nacional con sólidos argumentos.
Así es que, para el que no soporta a este “resentido” y a otros de la misma categoría les digo frontalmente: si lo toma como que me molesta algo, sí, soy un “resentido”. No obstante, el término correcto es “crítico social”, pues no me gusta cómo funcionan las cosas actualmente, dejo entrever las falencias y carencias existentes y lo canalizo en una columna que se acompaña de algunos recursos retóricos.
Si lo toma como algo peyorativo, que critico por criticar, por “comunista”, “cafiche” y “que espero todo gratis”, o que “lucro con esto”, le advierto de entrada que se equivoca. Relea esta columna, defíname qué entiende por resentimiento y desde allí critique. Aclaro también: no escribo por odio: lo hago para dejar sobre la mesa los problemas y encontrar, a partir de ahí, las soluciones. Creo que es momento ya de aprovechar la crisis y descubrir los verdaderos acuerdos que nos permitan llegar al futuro de la mano de la conversación amplia. Tratarnos de “resentidos” está un poco fuera de lugar.
Al que se haya sentido identificado con esto y le hayan tratado así alguna vez envíeles esta columna. De más de algo servirá.
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