Firma su rendición incondicional:
La Araucanía a Santiago: nos rendimos.
En su carta, la Región ubicada en el sur de Chile explica las razones que la hacen desistir de su intención de surgir a pesar de la fuerte competencia nacional y extranjera.
Estimados miembros del gobierno nacional chileno:
Escribo desde uno de los territorios más confusos de lo que ustedes conocen como Chile. Ese territorio al que tanto aman y al que tanto han intentado gobernar. Tienen tantos problemas que, como nos incorporaron a la fuerza hace casi siglo y medio, ya no se ocupan de nuestros problemas.
En nuestra sangre no sólo está la herencia mapuche, colona y chilena, sino que la vena abierta eterna de los problemas sin solución. ¿Se acuerdan de cuando sus problemas no tenían otra solución que la ocupación de estos campos fértiles aprovechando la fuerza y gallardía que les daba la guerra del norte? Bueno, llegaron, mataron a quienes quisieron porque eran bárbaros en nombre del progreso y de su religión liberal, arrasaron con las rucas ancestrales y descuartizaron a sus miembros. Aquí están los resultados.
Trajeron desde muy lejos, en las peores condiciones, en viajes que no resultaron lo esperado, con contratos que nunca se cumplieron, a los más esforzados colonos que no la pasaban mejor en sus tierras de origen. Los hicieron radicarse en lugares que no eran los de las explicaciones oficiales obligándolos a trabajar a sol y a sombra para despejar los campos recién invadidos. Muchas veces, aun sin poder más, cultivaron los sueños de una vida mejor. Estas son las consecuencias.
Así germinó una comunidad que nunca fue tal. Las odiosidades de uno y otro bando se cultivaron por generaciones y hoy son sus descendientes, los que no tienen la culpa de lo que hicieron sus antepasados, los que pagan las consecuencias: los conflictos permanentes, los caminos cortados, los camiones quemados, las reclamaciones, la CAM contra el (¿Real?) Comando Hernán Trizano. Este es el final que se consiguió.
Hoy somos la región más pobre de Chile, la que pasó de ser el “granero” (¿Es realmente grato vivir en uno?) a la, en un minuto, “Etiopia” (¡Imaginense la comparación!) . ¿Sabían que no vivimos en rucas, sino que tenemos, como en todo el país, centros comerciales, farmacias, colegios, como en todos lados?
Pues bien, a pesar de todo eso y de que se vanaglorian de que estamos absolutamente incorporados, su atención se demuestra en los indicadores objetivos: cero inversión directa durante años, últimos lugares en los índices de competitividad regional y otras mediciones, población mapuche en la completa pobreza porque se les impone el desarrollo desde una perspectiva ajena a su modo tradicional de vida y sin consulta, zonas relativamente cercanas a la capital regional estancadas en el tiempo.
Podría mencionarles mil problemas de toda índole pero todo se resume en una frase: nos rendimos.
Ocuparon esta tierra con la fuerza de las balas y secaron la sangre mapuche hasta que quedó la nada misma. Hoy secan el agua en función de la dependencia forestal que seca las napas de las que viven hombres y mujeres que no tienen las posibilidades de vida, progreso y desarrollo de ustedes. Ese verde oscuro que se ve desde Angol hasta Loncoche en diez o veinte años serán cerros amarillos y sin vida secos por sus errores.
Hoy su gente, que trata de salir adelante como puede, lejos de las luces del centro de Temuco, ya no pudo más. No hay Plan Araucanía que la salve: se rinde para que dejen pasar lo que quieran. Caímos en la decadencia por su culpa y, como los habitantes originarios no murieron, ocuparon las dos estrategias más poderosas que existen: secar la tierra y hacer que se cansen. Lo consiguieron, pueden aplaudir.
Gran parte de la gente que leerá esta pequeña nota se espantará y no creerá de lo que les hablo. No los culpo: durante años se les ha vendido el mito de la “incorporación perfecta”. No los obligaré a que busquen más y lean otras fuentes que no sean los libros de siempre. Ya no intentaremos convencerlos más: estamos derrotados y no sabemos qué hacer. Los gobiernos se demoran meses y meses en resolver el problema del agua en verano y el de la nieve en invierno.
Nos rendimos. Hicieron bien su trabajo. Pasen a ocupar los últimos restos de las cenizas de esa región gloriosa que alguna vez quiso pujar y que, gracias a su desidia y maltrato reiterado, fue derrotada. Hoy La Araucanía se rinde a sus pies. Repártanse el botín y déjennos morir en paz porque para eso están llamados: para hacer que Santiago siempre gane y el resto se someta.
No se preocupen: seguiremos cantando el “cantarito de greda de Peñaflor” o la “cicha de Curacaví” vestidos de huasos del valle central para la celebración de su Primera Junta de Gobierno el 18 de septiembre y nuestros niños cantarán una canción en mapudungún sobre el héroe que fue Arturo Prat. Ya no hincharemos más.
Espero que sea de su agrado recibir tal noticia. No se molesten en enviar respuesta: ya habremos muerto para esa triste fecha.
IX Región de La Araucanía, ex-zona de La Frontera, Wallmapu.
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