Tweet Segui @dini912030 Maleta de Opiniones: Miguel Ángel y el "problema" ambulante: a propósito de su condecoración por la Cámara de Comercio de Santiago

01 julio, 2011

Miguel Ángel y el "problema" ambulante: a propósito de su condecoración por la Cámara de Comercio de Santiago

El día 28 de junio del año 2011, el alcalde de la comuna de Temuco Miguel Ángel Becker, hijo del fallecido Germán Becker, alcalde designado del Régimen Militar, recibió una distinción de la Cámara de Comercio por su constante aporte por el turismo de la comuna y la “relocalización del comercio ambulante en la ciudad”. El premio, denominado Diego Portales Palazuelos, en memoria del político y comerciante, fue entregado en la cena anual del gremio con la presencia del Presidente de la República, Sebastián Piñera, y de su esposa, la Primera Dama de la Nación, Cecilia Morel.

Detrás de este acto se esconde una historia febril y, a ratos, desbordante de problemas para las autoridades. Detrás de este simple guiño de uno de los gremios más importantes del país hacia un personero político de una ciudad pequeña se esconde una trama histórica, política y económica digna de un best seller.

Es así como nos hacemos la siguiente pregunta al inicio: ¿VALIÓ LA PENA ERRADICAR EL COMERCIO AMBULANTE DEL CENTRO DE LA CIUDAD DE TEMUCO?

El comercio ambulante ha sido un tema que se ha tocado de distintas maneras según la visión que tengan las autoridades en determinadas épocas. Ello está relacionado con el concepto de ciudad que tengan. Benjamín Vicuña Mackenna, el reconocido intendente de Santiago, señalaba que existían dos ciudades: la ciudad civilizada que encarnaba los valores de lo europeo, cuna de los palacios oligárquicos de cuento y residencia de las personas más acaudaladas de la planta urbana; la ciudad bárbara, de los atrasos, de las enfermedades, de los pobres, de la muerte. En ella se localizaban los conventillos, el hacinamiento, el convivir con las más horrorosas epidemias que pudo ver germinar el siglo XX.

Este comercio se caracteriza por la informalidad y la precariedad de las condiciones de trabajo. Al no obtenerse, en muchos casos, el reconocimiento de la autoridad para su funcionamiento, podemos encontrar un modo de funcionamiento característico: instalarse con un paño sobre la calle haya viento o lluvia, frío o calor; exhibir sus productos al consumidor que va pasando y esperar el enganche comercial. La inseguridad no está precisamente en el resultado de la venta, sino que en la llegada de la policía que incauta los productos y les deja con una multa que, muchas veces, no pueden pagar. Se va constituyendo así un círculo vicioso del cual no se sale fácilmente: apenas el comerciante es puesto en libertad reincide en su política.

Al comentar este problema con otros los argumentos en contra de esta forma de comerciar saltan inmediatamente: “ellos usan patentes que son para discapacitados”, “ganan súper bien y no quieren salir por flojos”, dirán muchos habitantes de la ciudad que les describo. Pues bien, en algunos casos, déjenme decirles, es cierto. Sin embargo, son la minoría: también se encuentran padres que costearán la educación de sus hijos, que mantendrán económicamente a sus familias. En fin, cientos de necesidades que este trabajo cubre. Al ubicarse afuera de las grandes casas comerciales sus ventas son amenazadas por este comercio informal.

Es cierto: en un momento las calles se hacen intransitables producto de la gran cantidad de comerciantes puestos en la calle. Si bien se encuentran una gran variedad de productos, esto afecta negativamente (desde el punto de vista del turismo) a la imagen que se vende de la ciudad: Temuco queda como una urbe desordenada con calles en las que se instala cualquiera a vender. Las cámaras de comercio y turismo comenzaron a plantear quejas al Municipio por esta situación, la cual fue respondida por el Decreto Alcaldicio que erradica (o en palabras de la prensa local “relocaliza”) a los comerciantes ambulantes del centro de la ciudad.

¿Los puestos vacíos serían reemplazados por pinos? Preguntaron los intereses forestales. ¿Serían relocalizados en sectores tan transitados como Vegas de Chivilcán, Lonquimay Curarrehue o el Paso Internacional Pino Hachado?, planteaban los más optimistas. No, ni la una ni la otra. Se propuso entonces la creación del Centro Comercial “Portal de la Araucanía”, que si bien había sido implementado en la administración anterior, debido al incendio del local original fue trasladado al edificio de la Municipalidad antigua, inaugurado por allá en la década del ’40.
La prensa señaló, en conjunto con la Alcaldía, que era un éxito: la curiosidad del ciudadano de a pie permitió que los flujos de gente aumentaran con los días. La realidad es otra: pase cualquier día de éstos a vitrinear y se dará cuenta que los puestos están demasiado juntos, la mercadería desordenada, no habrá gente atendiendo en algunos y caminará sobre pasillos estrechos. Si no es un fracaso, el enfoque debió ser muy malo. Los que aceptaron la propuesta fueron los “buenos”, los que no los “malos”.

Es por ello que este contexto nos deriva a otra pregunta: ¿Qué es el centro para el alcalde Becker? ¿No se repetirá la lógica de la ciudad civilizada y la ciudad bárbara en Temuco? El comercio ambulante se prohibió en el radio que va entre las calles Vicuña Mackenna (bienvenida la coincidencia) y General Mackenna, Rodríguez y Bello. Es decir, en este radio las calles deberían estar despejadas sin comercio informal de ningún tipo; fuera de él esta situación podía darse en cualquier forma. La realidad es otra: día tras día los comerciantes volvieron al origen: se instalan en el “radio prohibido” y comercian como lo han hecho desde siempre. Cuando se marcha la policía y quedan las cámaras de vigilancia como únicos guardianes del orden especialmente la calle Manuel Bulnes vuelve a la vida. Todo vuelve al origen. La utopía de la ciudad turística (concepto que se pone en cuestión debido a la pobre infraestructura hotelera y de servicios especializados que existe, la falta de áreas verdes y de esparcimiento, de monumentos y paseos peatonales) queda entonces desechada por la más absoluta evidencia: la realidad.

Es por este liderazgo en tiempos difíciles que la Cámara de Comercio reconoce como personaje destacado del año a Miguel Ángel Becker. Esta distinción se da en medio de la polémica por los abusos cometidos por parte del retail hacia los consumidores (en específico Multitiendas La Polar y sus “normalizaciones”), en una ceremonia donde la oligarquía de nuestro país premia a sus mejores frutos, por vender la imagen de una ciudad que no existe. Está en concordancia con la política comunicacional del actual gobierno nacional: se plantea que se han logrado avances en todas las materias, pero las limitantes (si lo prefiere la “lera chica”, lo que no sale) no se menciona. No por nada Sebastián Piñera estaba allí presente.

Al gobernante local se le entrega el premio Diego Portales, por su liderazgo. Perdón, ¿No era Portales mismo el que decía que primero había que cortar hasta la libertad de pensar para dominarla y manejarla al estilo de los círculos de poder, culturizar a las masas ignorantes y así poder instalar el gobierno libre, fuerte y centralizado? ¿No era él el que decía que había que actuar con la lógica del “palo y bizcochuelo”, es decir, corrigiendo con amor? ¿No era él el presidencialista absoluto que planteaba que el Presidente tenía que tener atributos cercanos a los del Rey, disfrazados en democracia, concentrados en su figura? ¿No se recuerda acaso que Portales tuvo experiencias fallidas como comerciante, fracasando en sus aventuras mercantiles? ¿No se asemejan estos conceptos al actuar del Alcalde Miguel Becker en el manejo del tema de los comerciantes ambulantes?

En la ciudad de Antofagasta se implementó una política modelo destacada ocasionalmente en algún medio de comunicación nacional: a los comerciantes ambulantes se les capacitó para atender al público (algunos en el manejo del inglés inclusive), instalándoles en carros que permitían un entorno más armónico. Se empadronó a los que ya estaban funcionando allí, limitándose el ingreso a nuevos comerciantes. Medidas como ésta donde se les intenta incluir aceptando el problema y evitando actuar mediante la lógica de la omisión de la realidad evidente son la alternativa válida a los problemas que enfrenta la sociedad chilena. Hay que evitar que estas realidades no estallen “en la cara” a las autoridades comunales, regionales y locales, antes de que sea demasiado tarde.

Es por ello que quiero volver a la pregunta original: ¿valió la pena erradicar el comercio ambulante del centro de Temuco? Luego de exponer estos elementos considero que no. Y me van a disculpar la analogía, pero esta historia más se asemeja al hombre que metió las manos al fuego dos veces para ver si la segunda no se quemaba (tanto) como la primera. Los ambulantes, en síntesis, serán la sombra que penará al Alcalde hasta su retiro, en 2012. Esperemos que el electorado y la opinión pública no olviden en un país con poca memoria histórica.

Dejo abierto el debate.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En lo personal el retiro de los comerciantes ambulantes desde el centro de la ciudad me parece una buena idea. Hay que considerar que esto nace como una alternativa para mitigar en parte la cesantía, ayudar a las familias a salir de la EXTREMA POBREZA, en el fondo darle una mano los mas vulnerable en la sociedad. Hasta ahí todo bien, el problema empieza cuando todos aquellos que llevan años en este trabajo, pasan de vulnerables a una situación mas o menos acomodada teniendo ingresos superiores a un sueldo mínimo, callando a conveniencia sus ingresos reales llegando algunos a burlar el sistema inscribiendo otro "puesto", con algun pariente o amigo de confianza y transformarse en un empresario encubierto. Aceptaría comercio ambulante previa encuentas social y solo temporalmente, una vez ya conseguida una estabilidad (que debiera bordear 12 a 24 meses no mas), luego ayudarles a formar su propio negocio en algun lugar fijo, pagando impuesto como todo ciudadano. Tema aparte son los mapuches, en un acuerdo suscrito despues de la última escaramusa en lo que hoy es calle Cornelio Saavedra, se les darían las facilidades para comercializar sus productos en la ciudad, hasta donde se eso sigue vigente.

Leon Ruiz dijo...

Hola! La verdad es que si bien puede parecer una buena idea por lo que expones en tus argumentos sí hay que tener en cuenta, primero, que ellos ven ese trabajo como cualquiera, por lo que lo toman como fuente de ingresos por siempre. Ahora, si tienes razon en que hay que darles una mano para salir de ahi y, como lo menciono, existen personas que se aprovechan de la situación para enriquecerse.
Sin embargo, yo me opongo a dos aspectos: la forma en que se les sacó sin reconvertir a los opositores que aun piden solución (por eso la propuesta de los carritos como en Antofagasta, es decir, concilias su forma de trabajo con el continuo caminar de la ciudad); y, por otro lado, cual fue el fin ultimo real que se queria conseguir.

Lo digo porque se trato de eliminar una traba a la imagen que se quiere vender de Temuco. El resultado: volver al origen. Premian a Miguel Angel Becker por su liderazgo en tiempos dificiles y erradicar este tipo de comercio, pero en realidad basta constatar el estado de las calles: atusigadas de ambulantes. Que quiero decir con esto: es un problema que si no lo enfrentas desde la regulación de quienes trabajan y dejandolos de forma armonica en ciertas areas del centro consigues mucho mas que erradicandolos de la forma en que se hizo.
Por ello mi crítica: de paso arreglas un conflicto urbano de arga data y armonizas el sistema de vida de la ciudad con el propio de quienes comercian.

Mis saludos.