Tweet Segui @dini912030 Maleta de Opiniones: El asentamiento definitivo de los nuevos ocupantes de Temuco.

23 julio, 2013

El asentamiento definitivo de los nuevos ocupantes de Temuco.

Hace algunas semanas atrás hemos puesto en evidencia algunos de los aspectos involucrados dentro de los primeros días de aquel parto traumático, semejante al que gesta el nacimiento de nuestro país, pero en esta tierra donde parece repetirse el predominio de la injusticia, la sangre y la muerte. La alianza Estado-burguesía-Ejército sigue haciendo su avance sobre la milenaria cultura mapuche, quien se ve reducida en distintos ámbitos.

Es 1881 y las relaciones de conflicto son la tónica en esta, nuestra tierra. En este escenario prosiguió la instalación y defensa del sitio que, poco a poco, se convirtió en un destacado caserío. Defendido por unos quinientos soldados, alrededor del Fuerte Recabarren se establecieron las tropas, sus mujeres y los paisanos o civiles que habían venido en el convoy, así como la numerosa caballada. Las primeras construcciones que se pueden ver en este paisaje fueron simples ranchos de paja con quinchas de colihue.
Los trabajos de instalación prosiguieron con premura antes del inicio de las lluvias. Se construyeron también, “borriquetes” o armazones de maderos acondicionados para colocar trozos de árboles sobre ellos. Con corvina o serrucho, dos hombres cortaban la madera necesaria que se convertirían en tablas para mejorar las instalaciones. Al mismo tiempo, los hacheros talaban los robles en los puntos cercanos y labraban la madera gruesa. Las palizadas de los costados norte, sur y este de los fosos fueron reemplazadas por cercos de tabla. Se construyen mediaguas de tablas sin cepillar, y una cuadra para la tropa. Según relata Óscar Arellano en 1931, alrededor de la plaza del regimiento se instalaron las familias de los milicianos y se improvisaron las casas de tabla de los comerciantes que buscaban el amparo de las tropas.

Ese invierno fue especialmente crudo, pues hubo vientos huracanados que se sumaron a la alimentación deficiente de los habitantes del sitio. Se cuenta que los mapuche hacían filas fuera del Regimiento para buscar un mísero plato de comida, semejante a la ración que recibía la soldadesca residente en el recinto militar. La pobreza era la tónica de aquellos días, donde era común pasar fríos extremos o padecer enfermedades sin cura.

Temuco sería el centro oficial para concertar los acuerdos de paz sobre la ocupación del valle de Imperial, cerrando el paso a las tribus abajinas, y de centro organizador para los últimos avances sobre la Frontera. Sin embargo, en los primeros dos años de vida no tuvo otra importancia que la de una avanzada fortificada. Alrededor del Fuerte, las autoridades militares entregaban sitios de manera provisoria como reconocimiento por las acciones realizadas y generando los primeros síntomas de la segregación total, entre quienes forman la primigenia planta urbana y los que son excluidos de manera geográfica, económica y social. Esa planta urbana de 1881 estuvo conformada por las 8 manzanas de los cuatro costados y esquinas del campo de ejercicios, incluyendo en ellas al cuartel.


Con estos actos es que se conformará la base de la expansión geográfica y el asentamiento definitivo de las nuevas instituciones que querrán gobernar sobre la ciudad. Sin embargo, esa violencia no cesará y será entonces cuando aquellas primeras autoridades intentarán afianzar el orden en “la tierra”, como la denominará Arturo Leiva. Será el segundo mito, el del orden, que será comentado en las semanas sucesivas. 

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