Antes de comenzar quiero volver a agradecer a mi mujer, Daniela Queupumil, a quien va dedicada esta columna, rectificando el enlace con su Flickr para que puedan apreciar algunas preciosas imágenes de la región y de momentos variados que, de seguro, le gustarán (http://www.flickr.com/photos/the_black_paradise). A ella y a don Hernán Curiñir, historiador mapuche, quien ha sido mi mentor en el fascinante mundo de una de las culturas más preciosas del sur del mundo.
Estamos en Chile, un país que camina hacia las 20 millones de habitantes, que celebró los 200 años desde la formación de la primera Junta Nacional de Gobierno con cinco de sus últimos mandatarios vivos (el actual gobernante se salvó del problema de decidir si asistía el último dictador que mandató el país porque se murió hace algunos años atrás), en el cual cada día nos privatizan hasta los calzones y vamos comiendo menos porque los alimentos suben día con día. Las encuestas no sólo arrojan los apoyos y rechazos más grandes en lo que va de democracia hacia quien gobierna, sino que hacia la clase política en general. ¿Caminamos hacia el rechazo general hacia la forma en que se hace política en Chile? La respuesta salta a la vista.
En el país de los descontentos no sólo viven personas provenientes de todas las latitudes del mundo, sino que miles de habitantes originarios de distintos puntos del actual territorio chileno. De hecho, yo me identifico con el pueblo indígena de más alta identificación nacional: los mapuche. En esta ocasión me referiré en mi calidad de descendiente de este pueblo guerrero y bravo, quizás sometido en las leyes pero jamás acallado ni en la voz ni en las ideas; y en mi antigua condición de ayudante de la cátedra de Historia de América Indígena en la Universidad de la Frontera, a uno de los temas que siempre marca pauta en el acontecer nacional. Como diría Benjamín Vicuña Mackenna por allá por el siglo XIX, la “cuestión de Arauco”, o el conflicto indígena.
Desde antes de que Chile fuera Chile existían, para pesar de algunos sectores, miles de personas que habitaban este territorio (entendido como el “gobierno” sobre los recursos del aire, suelo y subsuelo; es decir, con posibilidades de determinación autónoma sobre el mismo). Con completa libertad. El concepto de límite no existía (fue impuesto por el arribo del occidentalismo), practicándose la trashumancia. No era una utopía como se ha querido demostrar, sino que un tipo diferente de organización jerarquizada; en el caso del pueblo mapuche (hablaré en esta ocasión en el lenguaje más occidental posible para explicar con peras y manzanas a la gente que no le es familiar el tema, espero me disculpen los más entendidos) esta se daba a través de los lof o levo, conjunto de rucas vecinas que se ayudaban entre ellas, teniendo como jefe a un longko (por favor, no cacique que es un término centroamericano). En tiempos de guerra, como muchos saben, se denominaba toqui, cuando se conformaban las agrupaciones conocidas como aillarehues.
Desde tiempos inmemoriales ejercieron una gran influencia sobre sus pueblos vecinos en el proceso conocido como “araucanización”. Decenas de pueblos se incorporaron a esta cultura, la que combatió con el poderío Inca hacia 1425, en la batalla conocida como “del Maule”. Allí, según cuenta la historia, se resistió con bravo valor al pueblo del norte. Sin embargo, nuevas teorías señalan que en realidad era demasiado trabajo pelear con muchas cabezas (algo que incomoda a toda autoridad centralista, como la inca o la chilena actual), por lo que habrían desistido en su expansión al sur. Sin embargo establecieron un tipo de dominación conocida por nosotros: la económica. ¿Cómo, dirá usted, si no existían los TLC’s? Fácil: intercambio comercial. A través de él comenzaron a establecer una especie de “área de libre comercio”, la que comenzaba a avanzar lentamente hacia el extremo meridional. Esto, se evidencia a través de las similitudes entre el “jarro pato” y el ketru metawe (busque en internet y se sorprenderá lo similares de las imágenes).
La llegada de los españoles cambió todo el sistema de vida y eso lo evidenciamos hasta la actualidad. No haré mucha mención a la historia posterior a 1536, pues es archiconocida y relatada por diversos libros (rebusque en su texto de básica o media, allí va a encontrar “lo que tiene que saber”; en último caso, Wikipedia se lo otorgará). A dos cosas quiero hacer mención: a que los Parlamentos no han cambiado en nada en más de doscientos años (en 1793 se firmó uno en Negrete en donde decía que un hijo del longko estudiaría con los capuchinos en Chillán; en 2011 la Conadi regaló un millón y medio de pesos para que un hijo de un longko estudiara en el colegio Bautista de Temuco; da rabia, ¿Verdad?); y que como el chileno necesitaba someter al mapuche tenía que construir un discurso para poder dejarlo fuera. De allí que surge la figura del bárbaro, del incivilizado, del inculto. El mapuche debía ser dejado fuera. Todo se consolidó en 1883 con el fin de su “pacificación”.
Incorporarse a Chile no fue fácil, porque debía ser desde el desalojo de sus tierras de forma brutal (imagínese que llegaban estos tipos a las 2 de la mañana en invierno y lo echaban a tiros a la calle, con hijos recién nacidos y todo), desde la pobreza y la injusticia (acudían a lenguaraces o traductores para poder denunciar los abusos, en especial de la venta de tierras porque los emborrachaban para comprarles sus posesiones). En menos de veinte años perdieron simbolismo, los territorios más fértiles del país y numerosas vidas. El río Cautín, en Temuco, corría rojo de sangre. Cuenta la leyenda que cuando los caballos del Ejército caminaban después de las batallas se sentían los cráneos de los mapuche muertos. Que pelearan lanzas y boleadoras contra carabinas de destrucción masiva era una injusticia grande.
Buscaron instancias de representación, desde la Sociedad Caupolicán en 1910 hasta la Coordinadora Arauco-Malleco en 1996 (no se asuste, en principio fue creada como una coordinadora, valga la redundancia, de los accionares de algunas comunidades; luego se radicalizó). Incluso, algunos consiguieron escaños en el congreso durante largos años. Sin embargo, con el tiempo se fueron perdiendo estas ventajas políticas. El mapuche se entremezcló con los partidos chilenos, iniciándose algunas recuperaciones de tierras con Salvador Allende.
Pero, con la llegada de la Concertación, las cosas cambiaron. Para bien porque se llegaron a algunos acuerdos y se crearon instituciones que, si bien hoy son ineficientes y burocráticas, antaño fueron un buen enfoque para tratar ciertas problemáticas de nuestro pueblo. Para mal, porque si bien se aprobó el Convenio 169 de la OIT no se reconoció el concepto clave de esta historia: pueblo.
Aquí viene mi pregunta. ¿A quién no le conviene que nuestros pueblos indígenas sean reconocidos con el status de pueblo?
Según la ley indígena 19.253, los mapuche están en la categoría de etnias. Una etnia es un conjunto de personas que comparten rasgos culturales comunes. Un pueblo, además de ser un concepto que refiere a tipos sociales comunes también hace referencia a un conjunto de personas que tiene poder de decisión sobre sus recursos. Si el pueblo chileno representado a través de sus instituciones “tiene” derecho a decidir sobre lo que es “suyo”, ¿Por qué el pueblo mapuche no tendría las mismas ventajas? Simple: no existe como pueblo.
Primero, a los constitucionalistas conservadores del país, porque se rompería la lógica de la República Unitaria, jodiéndose 200 años de marginación y exclusión. Segundo, a los círculos conservadores del país, porque sería darles el flaco favor de hacerlos “ganar” a los “terroristas” y “violentistas” que rompen el orden establecido (hablan noticiarios enteros de los ataques a los fundos y nada de cuando los Carabineros subían a niños de 12 años a los helicópteros y los amenazaban con que los tirarían abajo si no hablaban lo que querían; o de las cientos de detenciones y encarcelamientos ilegales e injustificados porque no había a quién más echarle la culpa). A los medios de comunicación porque lo tildarían de “inviable” y a los empresarios porque como afecta a la “imagen país” que se rompa este orden se marcharían de la Araucanía.
Propongo algunas medidas que pudieran servir de algo para mitigar esto. Espero las compartan.
Primeramente, para romper esta lógica hace falta una organización sólida que, en base a la heterogeneidad y variaciones infinitas de comunidades de base que se agrupen en una institución centralizada (mal para el pueblo en primera instancia bien para el gobierno chileno) que represente a la diversidad de planteamientos que se requieren en cada negociación. Por otro lado, luchar en estos tiempos en los que se pide Asamblea Constituyente por presionar para ser reconocidos como pueblo y por tener escaños en el Parlamento, con circunscripciones especiales para estos habitantes.
Hay que insistir, necesariamente, con la autodeterminación. Si bien hay que reconocer que es mucho más difícil acceder a un territorio independiente y a una justicia propia (porque las reformas en uno de los países más conservadores de la región sudamericana) sí es factible darles más facultades para decidir sobre sus territorios, como en una especie de unidades jurídico-políticas especiales para tomar algunas decisiones.
Y hay que cambiar el switch en dos aspectos centrales: dar más importancia a los mapuche urbanos (hay que reconocerlo, para allá va la tendencia), porque queremos sentirnos más parte y nos sentimos excluidos al final; e invertir más en la difusión de la cultura. Apostar más por la interculturalidad en las mallas curriculares de todo el país, adaptándolas claro a los pueblos originarios del sector en que se elabore el plan.
Sudamérica nos deja en el fango de la vergüenza en políticas indígenas: en Brasil tienen una especie de lof autónomos, pudiendo decidir sobre sus recursos; en Bolivia tienen parlamentarios especiales y son un Estado plurinacional; en Venezuela tienen una amplia gama de beneficios; en Paraguay hablan español y guaraní. Creo que sería tiempo de dar vuelta esta vergonzosa página.
Dejo abierto el debate.
6 comentarios:
Primero que todo, muchas gracias por haber comentado estas ideas, pues es signo de que algo de debate genera.
En segundo lugar, si bien puede parecer "romántico" la verdad es que si bien estas son algunas perspectivas de solución que pueden ser aplicables o no dependiendo del contexto, sí son algunas medidas de reparación en temas que aun estan latentes para este pueblo originario.
Es cierto, no debieran en teoría tener más "privilegios" que el resto de los habitantes, en cuanto a asesoría y tierras sí el Estado cumple con su rol reparador al "darse cuenta" de que invadió cruelmente un territorio extranjero (nótese, extranjero, porque en realidad era una franja entre Coquimbo y Concepción que se quedaba con tierras cultivables insuficientes). Fuera de recomendarte el libro del profesor Jorge Pinto, "De la inclusión a la exclusión: la formación del Estado, la Nación y el Pueblo mapuche", prosigo.
Además, si bien pueden presentarse a cargos y obtener ayudas y asesorías aun queda mucho por hacer de parte de la institucionalidad existente, pues Aukan Huilcamán no es más que un aprovechador que, lucrando con las expectativas de muchos se aprovechó cuanto quiso para viajar al extranjero.
Pero, estas alternativas de solución son un poco más adaptables a los tiempos, mucho más que un Estado independiente con territorio, lo que sí es más dificil en nuestros tiempos. Por eso pongo los demás ejemplos en sudamérica: Chile es el país más atrasado en estas reformas. Es por ello que se deduce que es un tema de debate y voluntades: si seguimos así omitiendo esta realidad seguiremos con el mismo problema: como dijo Evo Morales, "es muy difícil hacer reformas en un país tan conservador como éste".
Y por último, lo de las becas es puro cuento, porque yo tengo la situación socioeconómica y todo, pero jamás me ha llegado nada. No sólo a mí, sino que a más de dos mil personas más o menos. La verdad que desde las administraciones anteriores que es un mito.
Muchos saludos.
Que bien que escriba estas cosas amigo. Ahora tildar algo como "romántico" porque simplemente suena genial y no estas de acuerdo con ciertos puntos, es irrisorio. Utilicemos bien los términos.
Sí estoy de acuerdo en que algunos puntos no son del todo viables, y creo que debemos considerar la organización del pueblo mapuche, la cual no tiene un solo "líder" y se agrupa en muchas comunidades distintas (dentro de la cual hay muchas diferencias, gran heterogeneidad en definitiva); todo esto implica un problema al momento de "negociar" y eso ha sido histórico, y a mi parecer (puedo estar equivocada) es piedra de obstáculo para alcanzar el dialogo, que finalmente lleva a la solución. desde este mismo punto vemos que el estado chileno no ve al pueblo mapuche como un igual, con el cual puede establecer una relación, sino más bien como "poca cosa" y amenaza (ley antiterrorista), así es bastante improbable que se llegue a algo...además es eso lo que se pide, una relación simétrica.
Ahora respecto a las "compensaciones" que tanto molestan a algunas personas y que son el gran argumento para tildar a los mapuches de "indios aprovechados". Son una vergüenza ¿saben ustedes en cuánto dinero mensual consiste una beca indígena? o bien ¿cuántas hectáreas de tierra tiene aproximadamente una familia mapuche hoy?... tarea para la casa. Y algo que me conmueve cada día, como el joven mapuche ejerce resistencia abrazando su identidad y volviendo a sus raíces, existe una generación entera que se avergonzaba de ser mapuche, hoy eso está cambiando... el estado tiene una deuda histórica con el dueño de la tierra como dice mi madre, y debe compensarla.. No entregando becas miserables y tierras infértiles, sino reconociendo que son unos "iguales distintos"
exelente columna, muy de acuerdo con sus postulados. siga señor, tiene mucho tino y talento con la palabra
PD: y su mujer saca fotos maravillosas
Muchas gracias a los dos ultimos comentaristas. La idea es seguir analizando desde otra mirada no tan tradicional algunas realidades.
Como plantea Evelyn, efectivamente es una verguenza la forma en que se ayuda a la población originaria del actual Chile, así como la relación entre el Estado y estos "iguales distintos". Si bien va intrínseco en el mapuche la organización bajo diferentes banderas debería considerar ésto a la hora de dialogar, pues es como enfrentarse a diferentes organizaciones a la vez. Como se hace con las organizaciones sociales también debiera aplicarse en estas materias.
Es de esperar que pasemos de ser un pais de la verguenza con sus pueblos, lejos del discurso oficial y las consultas truchas a las comunidades (la mesa de diálogo fue con las comunidades apitutadas del gobierno de turno, como en la administración anterior); a ser el país de la inclusión, a tono con la tendencia predominante en sudamérica.
En primer lugar, felicitar tu trabajo, pues al parecer te has esmerado en realizarlo. Sin embargo, siento la necesidad de hacerte algunos comentarios que espero que sean bien recibidos, solo con el afán de compartir mi visión con respecto al tema. En primer lugar comparto lo que dices al mencionar tanto la explotación de mi pueblo –no lo digo con el fin de hacer propaganda ni mucho menos, simplemente porque es lo que soy- como también de lo que históricamente ha tenido que sortear, pero discrepo en algunos puntos que haces alusión. Uno de ellos es el denominado araucanización de las pampas. Ese concepto últimamente ha sido cuestionado pues se considera que muchos de los pueblos que “fueron araucanizados” no lo fueron en realidad, pues de acuerdo al Piam de Xren – Xen y Kai – Kai Vilu, tanto los mapuche Nguluche como Puelche han sido los dueños ancestrales del Wallmapu (Ngulu y Puel “Chile - Argentina”) y los “araucanizados” en realidad eran mapuche bajo la denominación de otros nombres acordes a su cosmovisión y sentimientos de pertenencia y parte de la Ñuke Mapu. El termino de araucanizacion es tan rebatible como el termino de “Mapuchizacion en Chile”, utilizado por Latchman (Casamiquela en Argentina) teorías casi obsoletas a estas alturas y para lo único que sirven es para fundamentar la ideologías de los Estados Burgueses de Chile y Argentina , justificar su exterminio al pueblo como para ahora encontrar ilegitimas las justas reclamaciones de las tierras ancestrales -como lo diría el amable Intendente Chuecas a fines de los noventa “que reclaman estos mapuche sui ellos llegaron al territorio que ocupaban otras poblaciones”- , hoy usurpadas por winkas no mapuche, sin ser despectivo, que culpa casi no tienen pues aquí el culpable es el Estado. Insisto, es mi postura y no me abogo la verdad absoluta. En segundo lugar, un término para ser verdad me quedó dando vueltas “Mapuches urbanos”. Creo que es un gran error denominar de esta manera ya que precisamente s la estrategia de la clase política para hacer creer que los “mapuches de campo”, o no se como prefieras llamarnos, en realidad estamos “a la baja”, y que prácticamente estamos condenados al exterminio o a mezclarnos con la sociedad chilena, y así terciarizarnos andar con terno y corbata, de vez en cuando “hacer algo folclórico” y pedir becas. Te lo digo porque para ser mapuche, no es necesario ponerse una etiqueta, sino simplemente sentirlo, y eso, inclusive pienso yo si no tienes ni un poco de sangre pero lo sientes eres mucho mas mapuche que aquel que aparte de que lo delatan sus facciones y el apellido lo niega, se avergüenza y solo lomanifiesta cuando necesita una beca, un proyecto o un beneficio de nuestro cariñoso estado y su clase dirigente. Por lo tanto no es necesario “Colocar más atención es los mapuches urbanos”, pues para mi se es mapuche o no, no importa si vives en la ciudad o en un lof, y si lo sientes y no te avergüenzas no tienes porque esperar que te coloquen mas atención, TU TE LA CONSTRUYES, con tu forma de ser, de pensar, de sentir, y eso se aprende solo si tu quieres, por iniciativa propia y en compañía de quienes también lo sienten. Pedir que te pongan atención es como mendigarle al Estado, pienso yo.
Un recado al señor Anonimo, que dice “el estado les ha compensado dándoles, …., etc”. ¿Darles?, ¿ siempre fue de él? Por favor… la óptica de esto es simplemente dar aquello que obligue al fin y al cabo a convertirnos en chilenos modernos, perdón, campesinos modernos. NO ES LO MISMO QUE MAPUCHE, que tanto el Estado y parte de la sociedad chilena quisieran sacar de cuajo. Pero bien, es a usted a quien se le puede hacer cambiar un poquito su visión, aunque tal vez yo este equivocado, atornillo al revés y debiera convertirme en chileno, que por desgracia, eso dice mi cedula de ID.
Ah, Señor Vrsalovic, ¿cree ud que un parlamento o cupos parlamentarios lograran en algo?. Las decisiones que ahí se toman son cupulares y no representaran todo el sentir, serian absorbidos por la vieja clase política, desde la UDI al PC, y, aunque quisieran hacer bien las cosas… pregúntele a Salvador Allende). Prefiero que nos organicemos en lof, bajo una autentica autonomía. No se preocupen, no soy partidario de expulsar a los ya instalados en las ciudades o campos, mientras el respeto sea eje primordial y el apoyo sea de verdad, no debiera existir problemas, al fin la mayoría somos explotados por esos que están sentaditos en el parlamento.
Me gustaría seguir pero siento que aburro. Pewkayal, pu peñi, pu lamgen, ka kom pu che. Laymy pu yanacona!
PD: Nuevamente lo felicito por su trabajo, y no me tome a mal el comentario
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