Estoy tan impactado como todos ustedes por lo que han escuchado. No hay palabras para describir el dolor que debe haber sentido Daniel cuando lo torturaban, lo masacraban, lo golpeaban. No hay analogías para relatar cuánto debe haber sufrido aquel hombre antes de que su alma comenzara lentamente a desprenderse del cuerpo. No hay líneas que puedan cargar con el dolor que debe haber sentido cuando se le pasó toda la vida por la cabeza. No hay letras que puedan reflejar la carga del momento en que lo señalaban de “maricón”.
No hay nadie más que sienta lo que el sintió cuando lo molestaban en el colegio porque sabían que era “raro”. Nadie más que él sabe cuánto sufrió cuando sintió por primera vez atracción por un hombre (cosa penada por la sociedad). Nadie más que él sabe cuánto le dolían las miradas extrañas, los pelambres, los cuchicheos de conventillo, las amenazas de que le iban a pegar. Nadie más que él sabe lo mal que se siente que le hayan dicho “maricón”.
Nadie más que él sabe las penurias que pasó porque tenía que enfrentarse a una sociedad que lo castigaba sin querer, por querer ser dueño de su voluntad y tener los cojones para enfrentarse a la sociedad y querer a otro hombre como los heterosexuales queremos a las mujeres. Nadie más que él sabe el miedo atroz a que la familia lo rechace, a que el padre deje de lado los prejuicios y lo quiera. Nadie más que él sabe cuánto lloró por todo lo mal que se sentía cuando la gente lo apuntaba con el dedo, o cuando sintió miedo a que su padre lo mirara con odio y le decía “maricón”.
En Chile, ser “maricón” es más castigado que matar a otra persona. Porque es un país que aun cree que el hombre debe sentarse frente a la tele y babear con el fútbol y la mujer debe subyugarse a lo que él quiera. El que se sale de la norma es un criminal, un raro. Simplemente, no es hombre.
Somos especialistas en enorgullecernos de nuestra democracia y decir “nunca más”. Bueno, esta es la manera de demostrar que no queremos que jamás vuelvan a repetirse este tipo de situaciones. Chilenos, chilenas: esto es la democracia. Es respetar al otro tal cual es, es no imponer ideología o pensamiento alguno, es buscar el acuerdo y el entendimiento simplemente porque somos hermanos, porque somos miembros de la misma comunidad, porque nos alojamos en la misma casa.
Esto es la democracia. Es no discriminar, es tolerar, es mirarnos a la cara y conversar. Nadie tiene el derecho de quitarle la vida a otro porque se le ocurrió y le dio rabia que no le gustaran las mujeres. Es no torturar, descuartizar y matar al otro porque se te ocurrió que era un “maricón”. Esto es lo que perdieron nuestros abuelos y ganaron con mucho esfuerzo nuestros padres.
¡Hasta cuándo tiene que seguir pasando algo grave para que nos demos cuenta que las cosas no están bien! ¡Que quienes tengan que entender se pongan los pantalones y sean bien hombres y respeten al que no es de su condición! ¡Comprendan que tildar al otro de “maricón” y quitarle la vida es tan fuerte como matar en vida! ¿Cuántas muertes más deben ocurrir para que aprendamos, de una vez por todas, a respetar al otro como se debe?
Ese “maricón” al que tanto apuntaron hoy ha muerto. Tengan por seguro que su partida al cielo, a ese cielo de todos por igual, no ha sido en vano.
1 comentario:
El peso de sser distinto, de ser maricón de ser indio de ser pobre de ser rebelde de trabajarse como persona genera miedo en los ignorantes del alma, gracias por tus palabras, está en nosotros levantarnos y luchar cada día
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