Si hay una lección importante en esta crisis de representatividad a la chilena es que no todo está perdido. Es cosa de salir a buscar por el mundo, averiguar un poco más y permitir que nazcan las propuestas desde nosotros, esos ciudadanos que por años entregamos un cheque en blanco a la “gran familia chilena”.
Ya se han propuesto aquí 13 medidas que podrían orientar algunas reformas al sistema político con el fin de incluir a la ciudadanía en el sistema democrático de forma efectiva. Hoy serán siete más las que se suman a este paquete de medidas que pretenden mejorar la relación entre gobernantes y gobernados.
El tercer eje a tratar será la participación ciudadana. Un aspecto que siempre se ha tratado pero al cual nunca se le ha tomado el peso que realmente se merece por una razón súper simple: trabajador informado es trabajador ineficiente (o no conviene porque “sabe demasiado”). Los objetivos que busca serán fortalecer el sistema democrático rescatando la esencia de la democracia: la participación directa; aumentar los grados de compromiso con el ordenamiento político vigente sintiéndose los ciudadanos juez y parte en el sistema devolviéndole a la sociedad civil facultades que siempre ha tenido; y generar nuevos mecanismos de fiscalización del sistema político por parte de la ciudadanía.
Las orientaciones que se proponen en esta oportunidad son:
· Consejo de organizaciones que sea “fiscalía ciudadana” complementaria a la labor de otros organismos. En concordancia con el eje anterior, luego de haber conformado las redes necesarias se pueden asociar (mediante representantes) para poder, mediante la asesoría necesaria, juzgar como en los tiempos coloniales durante la gestión y antes de irse a la autoridad en ejercicio.
· A través de organizaciones (Consejo de asociaciones), incidencia en presupuestos locales, regionales y nacionales. Siguiendo la línea anterior, si tenemos la democracia pues usémosla. Por ello, mediante la representación directa y creyendo en la asociación organizada como medio para la participación e influencia hagamos que los presupuestos sean lo más realistas posibles, partiendo desde las necesidades de los territorios en los que operará.
· Referendos obligatorios y vinculantes con campaña de difusión justificativa. No hay nada peor, como he dicho, que el mal de Chile: reforma sin asesoría. Por ello relevemos al referendo como mecanismo de consulta en caso de conflicto (sin abusar, claro) importante con la ciudadanía. Pero que esté amarrado con una campaña informativa de las causas del problema y los intereses que se ponen en juego.
· Nuevos mecanismos consensuados de consulta a sociedad civil y pueblos originarios. Si hay algo que comparten estos dos sectores son los atropellos constantes a sus derechos. Por ello es que se propone consensuar mecanismos de conversación y tratamiento de los conflictos, acordándose también las sanciones por su no cumplimiento, buscando alternativas si el referendo no sirve.
· Apurar trámite de Iniciativa popular de ley. Este proyecto es relevante y fundamental para que la ciudadanía obligue al Parlamento para que legisle sobre las materias que realmente importan (evitándose chascos como los de los IPad’s).
· Apurar trámite de elección de Intendentes y CORES con adecuada campaña informativa. Volvemos a lo mismo: los trámites que realmente importan ni los mueven dejándolos dormir por años hasta que se olvidan. Por eso es que nuestra clase política se aleja cada vez más de la ciudadanía descontenta. Se pide encarecidamente que se apure si realmente se cree en la regionalización efectiva.
· Concejales elegidos por macrosectores urbanos. Aunque mi idea original va más allá y propondría el reemplazo de los concejales por una Asamblea Local de Desarrollo (presidida por el alcalde y con representantes de sectores, todos con igual poder de decisión y preocupada de más materias); sería bueno dividir las ciudades por macrosectores urbanos y rurales y adaptar el número de concejales a las realidades locales. El problema de ellos es que todos viven en el mismo lado, cosa que se diferencia mucho a vivir toda la vida o muchos más años en un solo sector. Ello generaría mayor identidad y compromiso con los habitantes de la ciudad.
Estas medidas pueden servir para fortalecer nuestra democracia desde su base; un sistema pensado para no más de cincuenta mil personas en su origen y que hoy, según parece, a todos se nos escapó de las manos. Sin embargo, aún tenemos patria ciudadanos, todavía se pueden hacer cosas para mejorar la situación del Estado y el estado de la situación.
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