Una de las características de la clase política chilena históricamente hablando es su sordera. La “gran familia chilena” que otrora tenía entre sus filas a miembros de una sola estirpe hoy debe aceptar que la situación del Estado y el estado de la situación les estalló en la cara. Aprovechando esta coyuntura, crisis de la cual deben salir los elementos de creatividad y liderazgo que solucionen los conflictos que actualmente ocurren, es que en esta plataforma se han propuesto diferentes soluciones para destrabar una crisis que tiene a mucha gente con el mal del avestruz: escondiendo la cabeza y mirando debajo de la tierra si es que hay alguna solución.
Espero que me perdonen los que estudian esta área o los que saben más. No soy economista ni afín a la materia, pero me he permitido rescatar algunas propuestas de solución que la gente está pidiendo y que deja en manos de los más aventajados la búsqueda de las soluciones, su factibilidad económica o de ejecución.
La gran debilidad de todos los proyectos políticos de la historia de Chile radica en que, dependiendo de la época, son muy fuertes en lo económico o consideran políticas sociales un escalón más abajo que el área mencionada. El desafío está en conciliar las respuestas a las necesidades sociales a través de un proyecto político que escuche sus aspiraciones y sea capaz de orientar acuerdos transversales con un adecuado manejo de la macro y la micro economía.
En esta ocasión quisiera presentar el cuarto eje en el marco de las orientaciones para la reforma al sistema político: la reforma tributaria.
Si hay algo en lo que la mayoría estemos de acuerdo es que Chile es un país desigual, en donde la torta está mal repartida. En lo que nos distanciamos es en la forma de buscar la equidad. Hay economistas que plantean que no se debe seguir con la política de subsidios porque se mantiene a la gente igual de pobre, por ello hay que permitir que la gente se enriquezca otorgándole herramientas de emprendimiento (en síntesis, el sistema no es el malo, sino que hay que acudir a sus raíces).
Independiente de esa postura (personalmente creo que hay que modificar la manera en la que nos relacionamos en lo económico pues está demostrado con creces que el ordenamiento vigente está obsoleto y hay que acudir a nuevos pactos), y encausando algunas corrientes de opinión, se propone:
· Paquete de medidas tributarias (Aumento del Impuesto a la Renta de primera categoría de un 17% a un 20% de forma permanente; del Impuesto Adicional (a remesas dirigidas al extranjero de un) 37 a un 40%; aumento progresivo del Impuesto a las Actividades Minera (entre un 17 a un 25% sobre 50.000 toneladas métricas de cobre fino); eliminación del Impuesto Específico a los combustibles; Impuesto Específico a empresas que ejecuten actividades contaminantes (complementario al Bono Carbono) con el fin de destinar mayores recursos a programas sociales en directo beneficio de los sectores medios y bajos.
· IVA diferenciado (15% general, 10% pan y libros). Aunque pueda parecer populista, estas áreas son especialmente sensibles para la gente y se encontraban dentro de las promesas históricas de los gobiernos anteriores. Si no se puede eliminar de una vez que se haga de manera gradual, apostando a la reducción en primera instancia de las cifras.
· Sanciones efectivas (con cárcel) a miembros de la banca y el retail por malas prácticas. En Chile, al parecer, existen delincuentes de primera y de segunda categoría diferenciados por su posición social y la cantidad de dinero que tienen. Por ello se solicita hacer que se cumpla efectivamente estas sanciones como cualquier chileno bajo el principio de “igualdad ante la ley” (que, al parecer, es muy revolucionario para nuestros tiempos).
· Redefinición del concepto de usura; modificación de la tasa máxima convencional. Usura en Chile, actualmente, es que cobren una tasa de interés anual del 50% superior a la que se puede cobrar, es decir, una base legal para abusar de los consumidores. Si bien se han presentado proyectos para reducirla al 35% es menester apurar la puesta en práctica de este proyecto ampliamente solicitado por la sociedad civil a su clase política.
Estas medidas podrían ayudar a una mejor relación entre gobernantes y gobernados en el marco de una política fiscal que, a la par con exigir mayores contribuciones, elabore medidas de fomento a la actividad empresarial en diversos rubros premiando la innovación y la ejecución de medidas tendientes a reducir los niveles de contaminación en sus actividades.
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