Tweet Segui @dini912030 Maleta de Opiniones: noviembre 2011

28 noviembre, 2011

Orientaciones para la reforma al sistema político: Congreso Nacional.

El séptimo eje en la búsqueda de que el 10% de la población nacional según el censo y el 5% de la población con acceso a internet participen de mecanismos de asociación y consulta es el de reforma al Congreso Nacional.

Esta instancia, desde el punto de vista histórico, ha sido considerada como un mecanismo de distensión para resolver los conflictos entre los gobernantes y los gobernados. Es por eso que se eligen periódicamente representantes que elaborarán las normas que regularán esta relación. De ahí surgen las leyes que orientan nuestro accionar en el marco de la legalidad.

El auge de su poder estuvo entre 1891 y 1925, en un interregno gobernado por los partidos políticos, con dos coaliciones que decían ser diferentes pero que representaban lo mismo. Era una gran banca de suplentes esperando que saliera el ministro en función para entrar y ver cuánto tiempo duraba, en un país lleno de dinero pero en muy poquitas manos. Tan pocas que nadie veía cómo el país, afuera de los salones oligárquicos, se moría de hambre.

Eso contribuyó a la mala imagen que históricamente ha tenido. Hoy, en un ciclo de cuestionamientos a la manera en que funciona el sistema político, es necesario establecer reformas tendientes a acercarlo a la ciudadanía. Por ello, los cambios que se proponen son:

· Mayores sanciones por ausentismo injustificado, tipificándolo como abandono de deberes. La gente se aburrió (y especialmente la que más investiga) de ver cómo las cifras de asistencia al Congreso son muy bajas. El mejor gesto que se puede hacer ante ese electorado descontento es demostrar que se asisten al máximo de sesiones.

· Supresión del fuero parlamentario. Las personas elegidas en votación popular parecen envueltas en un aura que los blinda de ser responsables ante cualquier delito. Como son personas igual que nosotros, pero investidas de mayores poderes, que se les equipare al resto de los ciudadanos y que se quite esta barrera para asumir el cumplimiento del deber.

· Equiparación de la dieta parlamentaria al sueldo promedio nacional (reajustable por el IPC), más viáticos y gastos de representación. Este es un punto muy sensible para la gente que ve cómo “los políticos” ganan mucho dinero y “no hacen nada”. A modo de ser más empáticos con la realidad nacional, se debería igualar su sueldo al promedio del país y sumarle sólo lo necesario para el cumplimiento de la labor parlamentaria.

· Memorias anuales de balance de gestión, obligatorias. En pro de la transparencia nuestros parlamentarios deberían publicar un documento donde se analice lo bueno, lo malo y los logros de lo realizado durante el año.

· Juicio de Residencia (comisión fiscalizadora nacional ciudadana transversal de organizaciones). Si se fortalece la organización (incluso si no se realiza como política de Estado) se puede crear una comisión representativa que complemente las facultades de otras instancias, que recoja preguntas de la gente y que, en una “sesión especial” abierta y transmitida para todo el país el parlamentario deba dar cuenta de lo que ha realizado dentro de su gestión. Esto haría que la gente estuviera más atenta con quienes elige.

· Publicación de patrimonio, obligatoria, anual y pública. Una ley orgánica podría obligar a quienes integran el Congreso Nacional para que publiquen su patrimonio antes, durante y después de su mandato. Ser transparente es el primer paso para recuperar la confianza entre gobernantes y gobernados.

· Parlamento regional (sesiones en regiones). Si Perú es ejemplo es en la manera como sesiona su Congreso. Éste va a las diferentes zonas del país y, junto con discutir las materias a las que va, escucha los requerimientos de los lugares en los que trabaja. Este sería un paso efectivo en la desconcentración y descentralización concreta y daría mayor relevancia a las regiones.

· Cambio del sistema binominal por uno proporcional. Esta es la madre de todas las batallas: sin su eliminación no se pueden generar las grandes transformaciones que el país requiere. Un sistema proporcional aseguraría la representación de todas las fuerzas en el Congreso quitándonos el miedo de que las minorías deciden todo. Sí, puede que lo hagan, pero es porque se obliga al sistema a conversar con todos, permitiendo acuerdos más efectivos que con sólo dos mayorías que coartan la posibilidad de una democracia sana.

· Elecciones complementarias obligatorias. Después de 1973 se cortó una tradición que el retorno a la democracia no continuó porque a los partidos no les convenía. Estas elecciones permiten que las vacantes sean rellenadas por las mismas personas que escogieron al ganador y no por representantes que muchas veces no han estado siquiera en los lugares de la elección.

· Revocación del mandato parlamentario. Si se aprobara la Iniciativa Popular de Ley la gente que encuentre que su parlamentario no lo hace bien y denota abandono de deberes podría ejercer un derecho básico del pacto social: remover a su representante. Además de obligarlo a trabajar de manera cercana y eficiente la gente se sentiría más comprometida a participar.

Estas orientaciones podrían limpiar la cara de un Parlamento manchado por la imagen de la desidia, el alejamiento de la gente y un juego político eterno que afuera se ve como inoperancia. La idea final es retornar a la época en que ser Diputado o Senador era un honor por el cual no se recibía ni un solo peso y hacer de la labor parlamentaria un oficio noble, cercano y eficiente.

27 noviembre, 2011

Orientaciones para la reforma al sistema político: campañas políticas.

El pacto social se estructura en torno a un sistema político que busca generar una competencia que, en igualdad de condiciones, permita que todos los que quieran llegar a algún cargo de representación popular luchen en buena ley. Existen elecciones periódicas que permiten la renovación de los cargos o la ratificación de las personas que han sido electas.

Son desprestigiadas y vistas por la gente como un festival de chamullo, pero son necesarias para conocer qué ofrecen los candidatos a un cargo. Son las campañas políticas que, esta vez, representan el sexto eje de las orientaciones para la reforma al sistema político.

Las tres propuestas que se elaboran en este sentido son:

· Ley de voto programático. En muchos países una norma de este tipo permite amarrar la oferta que hacen los candidatos a lo que realmente harán, es decir, se les obliga a trabajar. Es la única forma que va quedando de que muchos cumplan lo que prometen.

· Límite al cohecho. Esta palabra, definida como “compra de votos” debe actualizarse urgentemente. Antes eran vacas y cerdos, hoy son lentes y bolsos de feria. Las candidaturas que más tienen dinero abusan de su poder y tapan a la gente con tanto material que se terminan convenciendo. Una ley que combata estas prácticas es fundamental para que todos jueguen con reglas limpias.

· Financiamiento público a las campañas, con estrategias de información sobre el tema. Si a la gente no le gusta el tema y lo critica es porque no maneja toda la información y se queda con el primer juicio: “¿Y pa’ qué quieren más plata éstos?”. Por eso, es necesario hacer campañas de información y establecer, por ley, la obligatoriedad de que todas las campañas tengan igual financiamiento, para evitar prácticas como las anteriores.

Estas tres medidas muy sensibles para la sociedad chilena pueden mejorar la imagen que se tiene de las elecciones y del sistema político en general. Porque, aunque a muchos no les guste, son males necesarios (desde lo negativo) que permiten el buen funcionamiento de la democracia. El siguiente paso es captar la voluntad de los que pueden hacer los cambios y convencerlos de que políticas como éstas no son tan fáciles de concretar en la realidad.

26 noviembre, 2011

Orientaciones para la reforma al sistema político: servicios públicos.

El pacto social podría definirse como el acuerdo que hacen gobernantes y gobernados, donde los primeros transfieren su poder a los segundos para que ellos, como grupos dirigentes (por su elevado conocimiento empírico o manejo del sistema), organicen el funcionamiento de la sociedad en normas consuetudinarias o escritas. Bajo esta lógica, el Estado (el conjunto de instituciones que regulan la relación entre gobernantes y gobernados, es decir, la “nación jurídicamente organizada”), es una maquinaria poderosísima que abarca todos los aspectos de la vida de todas las personas y, para hacer más eficiente su labor, reparte su accionar en los servicios públicos. En diversas esferas, llega a todos los rincones posibles.

El estado actual de los servicios públicos es uno de los ejes que tienen a los gobernados en un estado de disconformidad constante. Y como la clase política es ciega, sorda y muda, muchas veces la gente vive toda la vida quejándose (pero no por gusto, sino porque jamás es escuchada) y ellos conformes con la labor que realizan “por el progreso del país”. En suma: las cosas siguen igual.

Un candidato presidencial, hace años, “fue longko en Toltén, comió en olla común, supo lo que era ser minero en Chiquicamata, esperó horas un número en el consultorio”. Conoció esas realidades pero, probablemente, después de eso se dio una ducha de agua caliente y volvió a su dulce realidad. Pero, ¿Qué pasa con las miles de personas que aún toman La Rendidora porque no alcanza para más? ¿Quién resuelve los problemas a esas personas que no vuelven a esa realidad de azúcar y algodón?

Por eso, el quinto eje de las orientaciones para la reforma al sistema político serán los servicios públicos. Para solucionar la situación actual de muchos de éstos se propone:

· Aumento presupuestario para mayor contratación de personal y mejora de los sueldos de los funcionarios públicos. Muchos se quejarán con esta proposición pero, siendo sinceros, uno de los mayores atractivos para trabajar es un sueldo digno y justo. Qué mejor entonces que invertir en el sueldo de nuestros trabajadores.

· Capacitaciones en atención al público para funcionarios con protocolos de atención y líneas expeditas de OIRS. Si en algo se destaca la empresa privada es en cómo trata a la gente que acude a reclamar. Por ello hay que emular su actitud y, así como se pide aumento en remuneraciones, exigir mejores niveles de atención. Por esta razón se debe capacitar a los funcionarios y ver si cumplen con metas, por ejemplo, a través del sistema del “cliente incógnito”.

· Informes nacionales, regionales y comunales participativos de diagnóstico de necesidades de los servicios públicos y propuestas propias de solución. A través de diversas estrategias se pueden consultar los requerimientos de las comunidades e incentivar a que ellos mismos generen alternativas para sanearlos, transformándolos en propuestas de acción concretas con metas y plazos.

· Mejoras en infraestructura de servicios públicos (externa e interna). Algunas de nuestras reparticiones parecen edificios abandonados (especialmente en salud). Por ello, en base a los diagnósticos, hay que remodelar lo existente para enfrentar las reformas con una cara acorde a lo que se espera.

· Mesas territoriales para eliminar listas de espera (orientaciones nacionales y regionales pero estrategias a nivel macrosectorial por ciudades). El gran problema de todas las políticas públicas históricamente es que no toman en cuenta las necesidades diversas de la diversidad de territorios. Cada servicio público sabe cómo hacerlo y, desde el Estado, se le deben dar todas las herramientas para solucionar el problema. A la hora de la suma el resultado, de seguro, será mejor.

· Mayores trámites en línea. Durante los últimos años se han realizado estrategias tendientes a descomprimir el flujo de personas que requieren trámites en papel. Con la cobertura digital existente en la actualidad hay que insistir en campañas informativas y mayores plataformas para que las personas realicen trámites en línea, acompañado siempre de incentivos que atraigan a mayor cantidad de público.

· Nuevo sistema de elección de cargos en la administración pública. Como he ahondado en otras oportunidades, se debería avanzar en un plan de elección consensuada de los miembros del aparato estatal por parte de los propios trabajadores.

Con estas medidas que requieren, más que todo, voluntad, más de algo se puede hacer para elevar la calidad de vida de todos los habitantes de esa democracia que tanto se cuestiona en la actualidad.

21 noviembre, 2011

La muerte.

La muerte. En Google, 19.300.000 resultados. De toda la existencia debe haber una sola ley en la que la humanidad entera debe estar de acuerdo: que nuestra vida tiene un fin. Como seres humanos (esa unión que, desde mi perspectiva, es alma que habita en nuestro cuerpo y se expresa a través de él) sabemos que estamos de paso y que, tarde o temprano, se cortará un ciclo. Es la vida que llega a su final y nuestro cuerpo que baja a la tierra en un ritual tan antiguo como válido: el funeral.

Es cierto, tenemos la costumbre de enterrar a los muertos con una contradicción tan grande que los dejamos con la esperanza cierta de volver a encontrarlos y con el llanto de no querer dejarlos partir. Nadie nos enseña que la vida es un constante cambiar que culmina cuando nuestro corazón deja de latir y que, por ello, debemos desapegarnos a lo material, a ese excesivo amor que a ratos nos devora a través de la constante competencia y la feroz comparación que impone la sociedad occidental.

Le tenemos terror a hablar de la muerte porque nos encontramos con nosotros mismos. El computador que observa ahora (y con eso, todos los objetos tecnológicos que nos acompañan) es una excusa barata que encontró la sociedad en su conjunto para evitar la introspección o la conversación con lo más profundo que encerramos. Evitamos salir a caminar solos o darnos un rato para pensar antes de dormir para no escucharnos porque sabemos que (al menos, sobrios) no diríamos ciertas cosas.

Así como nuestros padres siempre se quejan que nadie les enseñó a criar a los hijos, es común a todos que nadie nos enseña cómo preparar nuestra vida para aquel paso trascendental. Tenemos luces de cómo es pero no lo conocemos con certeza salvo los que han tenido alguna experiencia cercana (o que escapa de toda lógica). El culto a la razón y las ciencias nos perjudicó en este sentido porque nos alejaron de pensar lo que podría venir después de la vida.

Nos falta preparación. Nos falta aprender a cerrar los ciclos con las personas más queridas, nos falta aprender a llorar sin culpa (especialmente los hombres), nos falta educarnos en las emociones. Alguien que nos acompañe en la pena y nos diga “sí, puedes desahogarte con calma, nadie te apura, nadie quiere que dejes en realidad de llorar; si te dicen algo es porque le choca ver lágrimas después de tanto tiempo”.

Nadie nos enseña a vivir los duelos principalmente (desde una opinión muy personal) que en realidad esa etapa es el largo proceso de acostumbrarse (o más bien, resignarse) a que la persona que se murió ya no está y por eso debemos adaptarnos a esta nueva realidad.

¿Alguna vez se preguntó si lloró lo suficiente cuando murió su papá o mamá, o su pareja, o ese amigo del alma? ¿Se sintió culpable cuando no lloró a un conocido porque no lo sentía? ¿Siente que le quedan cuentas pendientes con alguien?

En la sicología se apela a la autonomía para poder enfrentar y solucionar esos problemas. Junto con eso, agregaría, a conversarlos. Busque a alguien que sea de confianza y trate de conversar esas cosas, escríbalas, hable solo. Al final del día el alma estará un poquito más liviana y nosotros mismos nos prepararemos para ese día. Ese paso que no sabemos cómo llega, pero llega.

El terminar de sufrir es una imposición de los demás para seguir en la misma mentira de ocultar los sentimientos. Por eso, le invito a quitarse esa modorra y llorar sin culpa. Porque la muerte, a la larga, es parte nuestra, y está en nosotros esperar su llegada con el alma limpia y, en lo ideal, con una sonrisa.

Orientaciones para la reforma al sistema político: Reforma Tributaria.

Una de las características de la clase política chilena históricamente hablando es su sordera. La “gran familia chilena” que otrora tenía entre sus filas a miembros de una sola estirpe hoy debe aceptar que la situación del Estado y el estado de la situación les estalló en la cara. Aprovechando esta coyuntura, crisis de la cual deben salir los elementos de creatividad y liderazgo que solucionen los conflictos que actualmente ocurren, es que en esta plataforma se han propuesto diferentes soluciones para destrabar una crisis que tiene a mucha gente con el mal del avestruz: escondiendo la cabeza y mirando debajo de la tierra si es que hay alguna solución.

Espero que me perdonen los que estudian esta área o los que saben más. No soy economista ni afín a la materia, pero me he permitido rescatar algunas propuestas de solución que la gente está pidiendo y que deja en manos de los más aventajados la búsqueda de las soluciones, su factibilidad económica o de ejecución.

La gran debilidad de todos los proyectos políticos de la historia de Chile radica en que, dependiendo de la época, son muy fuertes en lo económico o consideran políticas sociales un escalón más abajo que el área mencionada. El desafío está en conciliar las respuestas a las necesidades sociales a través de un proyecto político que escuche sus aspiraciones y sea capaz de orientar acuerdos transversales con un adecuado manejo de la macro y la micro economía.

En esta ocasión quisiera presentar el cuarto eje en el marco de las orientaciones para la reforma al sistema político: la reforma tributaria.

Si hay algo en lo que la mayoría estemos de acuerdo es que Chile es un país desigual, en donde la torta está mal repartida. En lo que nos distanciamos es en la forma de buscar la equidad. Hay economistas que plantean que no se debe seguir con la política de subsidios porque se mantiene a la gente igual de pobre, por ello hay que permitir que la gente se enriquezca otorgándole herramientas de emprendimiento (en síntesis, el sistema no es el malo, sino que hay que acudir a sus raíces).

Independiente de esa postura (personalmente creo que hay que modificar la manera en la que nos relacionamos en lo económico pues está demostrado con creces que el ordenamiento vigente está obsoleto y hay que acudir a nuevos pactos), y encausando algunas corrientes de opinión, se propone:

· Paquete de medidas tributarias (Aumento del Impuesto a la Renta de primera categoría de un 17% a un 20% de forma permanente; del Impuesto Adicional (a remesas dirigidas al extranjero de un) 37 a un 40%; aumento progresivo del Impuesto a las Actividades Minera (entre un 17 a un 25% sobre 50.000 toneladas métricas de cobre fino); eliminación del Impuesto Específico a los combustibles; Impuesto Específico a empresas que ejecuten actividades contaminantes (complementario al Bono Carbono) con el fin de destinar mayores recursos a programas sociales en directo beneficio de los sectores medios y bajos.

· IVA diferenciado (15% general, 10% pan y libros). Aunque pueda parecer populista, estas áreas son especialmente sensibles para la gente y se encontraban dentro de las promesas históricas de los gobiernos anteriores. Si no se puede eliminar de una vez que se haga de manera gradual, apostando a la reducción en primera instancia de las cifras.

· Sanciones efectivas (con cárcel) a miembros de la banca y el retail por malas prácticas. En Chile, al parecer, existen delincuentes de primera y de segunda categoría diferenciados por su posición social y la cantidad de dinero que tienen. Por ello se solicita hacer que se cumpla efectivamente estas sanciones como cualquier chileno bajo el principio de “igualdad ante la ley” (que, al parecer, es muy revolucionario para nuestros tiempos).

· Redefinición del concepto de usura; modificación de la tasa máxima convencional. Usura en Chile, actualmente, es que cobren una tasa de interés anual del 50% superior a la que se puede cobrar, es decir, una base legal para abusar de los consumidores. Si bien se han presentado proyectos para reducirla al 35% es menester apurar la puesta en práctica de este proyecto ampliamente solicitado por la sociedad civil a su clase política.

Estas medidas podrían ayudar a una mejor relación entre gobernantes y gobernados en el marco de una política fiscal que, a la par con exigir mayores contribuciones, elabore medidas de fomento a la actividad empresarial en diversos rubros premiando la innovación y la ejecución de medidas tendientes a reducir los niveles de contaminación en sus actividades.

15 noviembre, 2011

Orientaciones para la reforma al sistema político: participación ciudadana.

Si hay una lección importante en esta crisis de representatividad a la chilena es que no todo está perdido. Es cosa de salir a buscar por el mundo, averiguar un poco más y permitir que nazcan las propuestas desde nosotros, esos ciudadanos que por años entregamos un cheque en blanco a la “gran familia chilena”.

Ya se han propuesto aquí 13 medidas que podrían orientar algunas reformas al sistema político con el fin de incluir a la ciudadanía en el sistema democrático de forma efectiva. Hoy serán siete más las que se suman a este paquete de medidas que pretenden mejorar la relación entre gobernantes y gobernados.

El tercer eje a tratar será la participación ciudadana. Un aspecto que siempre se ha tratado pero al cual nunca se le ha tomado el peso que realmente se merece por una razón súper simple: trabajador informado es trabajador ineficiente (o no conviene porque “sabe demasiado”). Los objetivos que busca serán fortalecer el sistema democrático rescatando la esencia de la democracia: la participación directa; aumentar los grados de compromiso con el ordenamiento político vigente sintiéndose los ciudadanos juez y parte en el sistema devolviéndole a la sociedad civil facultades que siempre ha tenido; y generar nuevos mecanismos de fiscalización del sistema político por parte de la ciudadanía.

Las orientaciones que se proponen en esta oportunidad son:

· Consejo de organizaciones que sea “fiscalía ciudadana” complementaria a la labor de otros organismos. En concordancia con el eje anterior, luego de haber conformado las redes necesarias se pueden asociar (mediante representantes) para poder, mediante la asesoría necesaria, juzgar como en los tiempos coloniales durante la gestión y antes de irse a la autoridad en ejercicio.

· A través de organizaciones (Consejo de asociaciones), incidencia en presupuestos locales, regionales y nacionales. Siguiendo la línea anterior, si tenemos la democracia pues usémosla. Por ello, mediante la representación directa y creyendo en la asociación organizada como medio para la participación e influencia hagamos que los presupuestos sean lo más realistas posibles, partiendo desde las necesidades de los territorios en los que operará.

· Referendos obligatorios y vinculantes con campaña de difusión justificativa. No hay nada peor, como he dicho, que el mal de Chile: reforma sin asesoría. Por ello relevemos al referendo como mecanismo de consulta en caso de conflicto (sin abusar, claro) importante con la ciudadanía. Pero que esté amarrado con una campaña informativa de las causas del problema y los intereses que se ponen en juego.

· Nuevos mecanismos consensuados de consulta a sociedad civil y pueblos originarios. Si hay algo que comparten estos dos sectores son los atropellos constantes a sus derechos. Por ello es que se propone consensuar mecanismos de conversación y tratamiento de los conflictos, acordándose también las sanciones por su no cumplimiento, buscando alternativas si el referendo no sirve.

· Apurar trámite de Iniciativa popular de ley. Este proyecto es relevante y fundamental para que la ciudadanía obligue al Parlamento para que legisle sobre las materias que realmente importan (evitándose chascos como los de los IPad’s).

· Apurar trámite de elección de Intendentes y CORES con adecuada campaña informativa. Volvemos a lo mismo: los trámites que realmente importan ni los mueven dejándolos dormir por años hasta que se olvidan. Por eso es que nuestra clase política se aleja cada vez más de la ciudadanía descontenta. Se pide encarecidamente que se apure si realmente se cree en la regionalización efectiva.

· Concejales elegidos por macrosectores urbanos. Aunque mi idea original va más allá y propondría el reemplazo de los concejales por una Asamblea Local de Desarrollo (presidida por el alcalde y con representantes de sectores, todos con igual poder de decisión y preocupada de más materias); sería bueno dividir las ciudades por macrosectores urbanos y rurales y adaptar el número de concejales a las realidades locales. El problema de ellos es que todos viven en el mismo lado, cosa que se diferencia mucho a vivir toda la vida o muchos más años en un solo sector. Ello generaría mayor identidad y compromiso con los habitantes de la ciudad.

Estas medidas pueden servir para fortalecer nuestra democracia desde su base; un sistema pensado para no más de cincuenta mil personas en su origen y que hoy, según parece, a todos se nos escapó de las manos. Sin embargo, aún tenemos patria ciudadanos, todavía se pueden hacer cosas para mejorar la situación del Estado y el estado de la situación.

14 noviembre, 2011

Orientaciones para la reforma al sistema político: asociatividad ciudadana.

Cuando nos encontramos en momentos tan complejos como estos en los que el país pasa por una crisis de representatividad (y en general del sistema político) a veces pareciera que no hay salida. El diálogo no parece ser una vía válida de solución para nadie y caemos, generalmente, en discusiones llenas de palabras bonitas y tecnicismos para no concretar nada.

Por ello es que, con la meta de lograr que el 10% de la población nacional según el censo y el 5% con acceso a internet y redes sociales participe activamente en mecanismos de asociación y consulta he encontrado algunas orientaciones al sistema político que pueden servir para que quienes tienen el poder hagan algo con lo que le hemos entregado por años: las decisiones sobre la democracia en que, al menos en teoría, somos parte.

El segundo eje será asociatividad ciudadana. Estas medidas tendrán como objetivos centrales fortalecer (en un plan similar al emprendido en la década del ’60 bajo Eduardo Frei Montalva) a los grupos conformados por los ciudadanos sin necesidad de ser instituciones formales; fomentar el conocimiento entre los miembros de diversas comunidades respetando sus formas de relación y modos de vida y organizar a la población para enfrentar de mejor manera a la autoridad en momentos complejos y trabajar de mejor manera en alianza con ella.

Es por ello que las siete medidas que se recomiendan son:

· Planes de educación cívica y formulación de proyectos y fortalecimiento a formas de asociación institucional existentes o de hecho. Para ello se recomienda elaborar un diagnóstico a nivel comunal y de macrosectores identificando sus necesidades y expectativas, ajustándolas a la realidad y haciendo que se fortalezcan mediante la asesoría estatal.

· Ley de fomento a la participación y protección de asociaciones intermedias. Según la actual Constitución éstas están protegidas, pero no se materializa en la realidad. Por ello es que se recomienda que en esta ley (en un país legalista casi al extremo) se expliciten mecanismos de apoyo y fomento especialmente en asesorías de todo tipo.

· Foros (de asistencia obligatoria) y con transmisión virtual (para los que no puedan asistir), certificados ante diversos organismos. No hay nada mejor que el refuerzo positivo después de haberse capacitado; asimismo, no hay nada peor que una reforma sin asesoría. Por ello sería bueno que existieran horas de capacitación para todos los miembros de las asociaciones básicas con el fin de dejar a todos en igualdad de condiciones.

· Talleres virtuales complementarios. No puede ser que un país en vías de desarrollo no tenga a la mayoría de su población analfabeta digital. Por ello sería una buena manera de hacer que le gente le pierda el miedo a las TIC’S y pueda tomar talleres que refuercen las medidas anteriores.

· Formación de redes con otras asociaciones similares. Con el fin de complementar el trabajo y que no entremos en una competencia descarnada sería bueno que se establecieran, mediante asesoría, alianzas con otros que hagan lo mismo que nuestra organización.

· Organismo gubernamental que asesore y mantenga registro de asociaciones. Monitoreo y evaluación de su gestión en relación a la participación. Un organismo con sedes comunales, regionales y nacionales que coordine el accionar creando estándares de participación sería bueno para ordenar el trabajo que se está haciendo. Con ello se haría efectiva la recomendación anterior.

· Sistema de puntuación para acceder a proyectos. Esta medida respondería al cómo hacer que la gente se interese. Es decir, la organización que mejores proyectos presenta y que más participa es la que se lleva más premios. Puede ser desde quedar primero en la fila de postulación hasta ganarse basureros que hacían falta.

Si se dan cuenta no es tan difícil. Si algo nos ha enseñado este año es que es cosa de voluntad política. Mediante la organización se puede presionar y qué mejor que hacerlo de forma asesorada e informada.

Cosa de buena voluntad

Hoy tenía que ir a hacer un trámite (porque mañana viajo por muchas horas y no tengo ni por donde llegar a la hora a dejar mis papeles) y por eso corrí hasta llegar muy tarde. Cuento corto: el auxiliar (cumpliendo órdenes, claro está), no me quería dejar entrar y le alegué hasta por los codos que me permitiera dejarlos. De tanto que alegué una niña de la nada me regaló un número. Ese simple gesto me salvó literalmente el año y los estudios.

No la volví a ver pero si alguien sabe de la historia díganle que le agradezco más que otro poco. Quise contarles esta historia porque, como les cuento, es increíble lo que puede hacer la buena voluntad. Un simple gesto nos puede cambiar la vida o, por lo menos, el día.

Estamos en un mundo tan ajetreado que no nos damos cuenta cómo pasa el tiempo y cómo vamos haciendo todo rápido. Como con suerte tenemos media hora para almorzar y el resto del tiempo para correr a la oficina o al trabajo no nos damos ni cuenta cómo el mundo se nos va diluyendo entre las manos. Y como caminamos tan rápido y tan encerrados entre nosotros mismos las personas pasan como robots.

Y no nos damos el tiempo siquiera para saludar.

¿Cuántas veces ha saludado en el ascensor o dicho buenos días al vecino? ¿Cuántas veces damos las gracias por estar respirando? ¿Cuántas veces nos alegramos por haber abierto los ojos y seguir sanos como ayer?

Por eso, hagamos una revisión del día y, más allá de que pueda parecer una forma de limpiar nuestra conciencia, intentemos hacer más esfuerzos para que esa buena voluntad se materialice en un gesto pequeño por alguien que ni siquiera podemos conocer.

Sin formas de cambiar el mundo que son chiquititas pero se pueden ensayar. (Y si es por plata no se preocupe: no cuesta nada).

13 noviembre, 2011

Solucionar el conflicto, tragarse el orgullo.

Si hay una característica intrínseca a todos los seres humanos (y de la cual nadie puede decir que no la ha sentido antes) es el rencor. Cuando vemos a una persona que nos cae mal como por deporte y de la cual no nos podemos sacar de la cabeza el que nos hizo algo. Olímpicamente (ya que estamos en la lógica deportiva) nos lavamos las manos en múltiples situaciones como queriendo echar la culpa al otro.

Ello nos demuestra que somos pésimos enfrentando los conflictos (principalmente porque casi nunca se nos enseña a cómo hacerlo) y somos más malos todavía pidiendo disculpas y reconociendo que en múltiples situaciones lo hicimos mal. Por ello es que, en esta eterna invitación a revalorar el diálogo como mecanismo de resolución de los conflictos en todas las instancias (tanto en el país como entre personas comunes y corrientes como nosotros), quisiera analizar de manera muy breve cómo es que los seres humanos somos pésimos en superar las etapas pasadas cuando hay una pelea de por medio.

Cuando nos enojamos con alguien generalmente tendemos a ponernos arrogantes y a que “nos coman la lengua los ratones”, acompañando miles de conductas de desprecio con una mirada que parece que tuviera un letrero que dijera “peligro, 2000 watts, no acercarse”. Esto distancia más a las dos personas que, cada vez más enojadas, se terminan alejando y, a veces, poniendo fin a tremendas amistades de años.

Es por eso que, en esta ocasión, quisiera invitar a todos los que leen esta columna a que piensen con quiénes están más enojados ahora y por qué y que analicen las causas del por qué están en esa situación. ¿Han mirado mal a esa persona o la han intentado alejar con un campo de fuerza que no se puede acercar a menos de 100 metros de ustedes? ¿Han tirado “palos” del porte de una araucaria para que sientan que están mal?

Es verdad, hay personas a las que derechamente les conviene mantener el conflicto porque alimenta su ego. Sin embargo, no es la idea estar peleados con medio mundo por las puras. Por eso, insisto, se hace súper relevante sacarse esos orgullos idiotas que no hacen nada más que alimentar tonteras y buscar la manera de conversar y pedir disculpas sinceras por las cosas malas que se hicieron y la culpa de ambos en el conflicto.

Porque, díganme si no, pucha que es rico arreglarse con alguien que uno quiere. Si ya las cosas no se solucionan después de mucho conversarlas e intentar distintas vías se puede ir a la tumba con la conciencia tranquila. Pasa que la otra persona o es muy bruta o derechamente no quiere hacerlo.

(O puede también pasar que la cosa era más grande de lo que pensaba).

Nota: para Evelyn, mi gran amiga, a la que todavía quiero ver para pedirle disculpas.

Orientaciones para la reforma al sistema político: Partidos políticos.

Ya revisadas -en columnas anteriores- las causas que podrían explicar el alejamiento de la ciudadanía de su clase política y de los sistemas de asociación y participación disponibles, las políticas públicas con base en la pedagogía (PPBP) y algunas de las condiciones que podría pedir la gente para iniciar un nuevo pacto cabe ahora iniciar la exposición de las 50 medidas para reformar el sistema político, desde mi perspectiva.

El eje a describir en esta oportunidad será el de partidos políticos. Si parto por aquí es porque éstos han sido las instancias que más se han visto perjudicadas con la coyuntura que estamos viviendo actualmente. Se busca, principalmente, una mayor conexión con las necesidades de la ciudadanía real y virtual (es decir, la que aporta con ideas, críticas y opiniones desde las plataformas tecnológicas), una mejora de la imagen de los partidos como mecanismo de mediación entre gobernantes y gobernados, asumiendo el momento en que vivimos (rechazo a los mismos, poca participación, excesivo protagonismo de las cúpulas partidistas en ellos omitiendo las voces de sus bases y juventudes), y mejorar las voluntades y abrir estas instituciones a la ciudadanía de manera informada y participativa.

Es por ello que, frente a estas realidades, se proponen las siguientes orientaciones:

1) Mayor vinculación con la ciudadanía. Encontrar los medios para, desde la difusión, mostrar partidos políticos abiertos a la constante crítica, reforma y cambio, con el fin de atraer no sólo a los que estén de acuerdo, sino a la ciudadanía que puede simpatizar discordando con las ideas que se postulen en los conglomerados.

2) Mayor involucramiento y preocupación de los encargados de las plataformas tecnológicas de los partidos políticos. Es impresentable que en pleno siglo XXI, cuando nos decimos integrantes de la “sociedad del conocimiento/información” no existan personas que estén atentas a las nuevas necesidades de la gente que utiliza las redes sociales. Es mínimo que se maneje un Flickr, un Facebook y un Twitter activos que complementen la acción de las páginas web de los partidos y un canal en YouTube. Porque este último medio es tan básico como el papel actualmente y se está quedando pequeño con las nuevas tendencias. Esto es fundamental si se quiere incorporar a una ciudadanía activa y participativa acorde a los nuevos tiempos.

3) Mecanismos para asegurar la democracia interna. El gran mal de los partidos y que se reconoce desde afuera es la poca democracia interna existente dentro de los conglomerados. Es por ello que es necesario, en estos tiempos donde se ponen a prueba a algunos de los componentes fundamentales del sistema político vigente, hacer que ese concepto que tanto defienden se vea reflejado en la realidad.

4) Inclusión de propuestas ciudadanas. En base a la propuesta anterior, casi como un deber u obligación, dentro de los mismos estatutos que componen los partidos se podría amarrar a las discusiones informes de propuestas que puedan salir desde la ciudadanía con el fin de incluirlas en planes programáticos y nuevas formas de manifestación. Con ello la gente se sentirá identificada con los conglomerados y se sentirá partícipe de los nuevos tiempos de reforma que vendrán.

5) Comunión con la ciudadanía: foros, conversatorios, tertulias políticas, grupos de discusión, tweetcams virtuales y reales. Todos los mecanismos propuestos permitirán hacer efectiva la vinculación que aquí se propone, con el fin de ver a partidos comprometidos y preocupados de lo que la ciudadanía piensa. Con ello se podrá prestar mayor atención a los requerimientos y necesidades que nazcan desde esa ciudadanía que tantas veces se aboga defender.

6) Límite a la postulación a cargos. Se pueden potenciar nuevos rostros en el tiempo con una voluntad fuerte y una correcta difusión. Es así como sería bueno reflejar nuevas ideas en nuevos rostros que vayan demostrando la voluntad de los partidos de renovarse.

Estas ideas podrían contribuir a una mejora en la gestión y en su principal fuerte: la vinculación de la ciudadanía. Con ello concitarán interés en lo que piensa y dice el potencial electorado al cual, como su fin último, pretenden llegar y demostrar ser ese referente válido que siempre han dicho ser.

11 noviembre, 2011

¿Quién manda a quién? Conversar los problemas en la pareja

Juguemos un ratito con la historia y una pregunta que es característica de los seres humanos: ¿Qué hubiese pasado si...? ¿Se imagina si Pinochet hubiese optado por dejar todo botado -gobierno incluido- por la amante que tenía en Ecuador? ¿Se imagina si Allende hubiese dejado todas sus aspiraciones para con el país por una mujer que no era “la suya”?

Primero que todo tengo que agradecer a mi pareja por haberme planteado una pregunta que no deja de ser interesante pues, sobre todo en el primer caso, hubiese cambiado absolutamente el curso de la historia de los últimos 30 o 40 años. Para los que no sabían: Pinochet tenía una amante ecuatoriana de la cual se enamoró perdidamente (lo que podría explicar el mito que dice que su señora “lo tenía cortito” y que en realidad era ella quien tomaba las decisiones). Es más, cuenta la leyenda que había un cajón en su despacho en La Moneda al que nadie tenía acceso salvo él: allí se encontrarían las cartas que se escribieron por años.

Esta historia que puede parecer de novela romántica suele suceder más a menudo de lo que pareciera. Quitémosle los nombres y quedamos con que él está casado y con el proyecto de familia “ideal” pero enamorado, en realidad, de otra persona (en este caso, conocida). La mujer descubre la infidelidad y lo encara. Después de mucho discutirlo se quedan juntos pero él queda con la “espina clavada”: es más fácil echar la basura debajo de la alfombra y seguir nuestras vidas “en el nombre de nuestros hijos”.

Pues bien, en esta historia hay muchos errores; sin embargo, quisiera rescatar uno que es central: no conversar.

Uno de los grandes problemas en la pareja (y es que no nos enseñan a hacerlo) es a buscar mecanismos de resolución de conflictos que sean consensuados. Lógicamente, producto de que dos formas distintas de convivencia y modos de vida distintos se unen comienza un período de ajuste hasta que ambos componentes de articulen bien. En castellano, los dos miembros de la pareja se adaptan a las virtudes y a las “mañas” del otro hasta alcanzar el punto medio o la estabilidad.

Cuando ocurren situaciones así en la pareja en realidad no se conversa: se vomita una verborrea que no entiende nadie sazonada con las palabras más hirientes que existan para aplastar al otro y hacerlo sentir como el culpable.

La idea de todo esto es pasar del simple encuentro a la conversación, y de ésta al diálogo. Porque (aunque es lógico) con la rabia el que es “inocente” termina retando al “culpable” expiándose el primero de toda culpa. Sin embargo, antes que todo, hay que proponerse sentir rabia antes de ese encuentro y llorar lo más posible en el período previo. Luego, uno frente al otro, cambiar la pregunta clave: ¿Qué nos llevó a esta situación?

Esta es una de las situaciones más complejas que puede sucederle a una pareja y es por eso que sería un atrevimiento analizarla toda en una sola hoja. Por eso es que hoy la invitación es a buscar, entre ambos, la mejor manera de llevar la discusión y acordar cómo resolver un conflicto conversando y siendo transparentes con el otro.

Si hubiesen hecho eso (quién sabe si no lo hicieron) la historia de su matrimonio y del país hubiese sido distinta. Quién sabe, Augusto hubiese muerto en Guayaquil con la mujer con la que quería estar o, quizás, la imagen que se proyectaba de él y su señora hubiese sido otra.

10 noviembre, 2011

Alimentar el alma

Habitualmente he hecho uso de la palabra escrita en este medio para analizar cómo está el país y cómo se le puede transformar pensando en los ciudadanos de una forma inclusiva y participativa en todos sus niveles.

Sin embargo, hoy no quiero aburrirlos con temas políticos. De cuando en vez quisiera conversarles de algunas de las cosas que le ocurren al común de las personas que viven inmersas en esas realidades. Este va a ser un largo cuento que entre todos construiremos, el relato de qué es lo que le pasa a las personas que viven en ese Chile que, a ratos, suele ser algo complejo de entender.

¿Cuánto tiempo se dedican a darse, ustedes, un regaloneo? Por favor, sáquese el concepto occidental de que regalarse algo pasa por pasar a algún centro comercial y comprarse ropa o pegarse un viajecito de placer muy lejos. Si lo tomáramos así dejaríamos fuera a un montón de gente que tiene con suerte unas cuatro chauchas locas que con suerte alcanzan para la mortadela jamonada que acompaña el pan de la once.

En esta ocasión quiero invitarlos a alimentar el alma, a pegarse un regaloneo que le dé un poquito de comida a esa parte que la sociedad mata a punta de trabajo y estrés: el alma.

Dentro de los cientos de miles de defectos que tiene nuestra sociedad es que todo lo que no puede comprobar científicamente lo denigra hasta el punto de marginarlo. Por eso cuando le dicen “haga ejercicio o dedique un tiempo para relajarse” no es para alimentar el alma, sino para que mejore su salud, es decir, lo tangible: el cuerpo.

Alimentar el alma en este caso va más allá de vivir solo o en pareja, de convivir hacinados con siete personas más en un espacio chico o de encontrarse mal de ánimo. Es ver la existencia desde otra mirada, caminar con otro ritmo las rutas diarias, vestirse de otra manera simplemente con el afán de mostrar los cientos de colores que ocultamos.

Como le decía, para regalonear al alma no es necesario tener grandes caudales en los bolsillos: de vez en cuando se puede apartar algo del vuelto y comprarse un chocolate rico y comérselo en un paseo de domingo en la tarde en vez de fermentar viendo la tele. O puede ser tomar un camino distinto al venirse el trabajo y caminar algunas cuadras más en vez de tomar la micro todo el trayecto sintiendo el viento o los ruidos que siempre le acompañan (incluido el de los autos).

Puede ser también quedarse unos minutos más en los brazos de la persona amada o, simplemente, de saludar con un abrazo más cálido al amigo que siempre está con nosotros. Puede ser leer un buen libro (o conseguir uno en la biblioteca más cercana, es gratis) o recostarse un ratito después de comer con la luz apagada y una buena canción de fondo cerrando los ojos y, simplemente, dejándose llevar por las ideas que nazcan. Se sorprenderá hasta dónde lo pueden llevar esas ideas locas que salen en momentos como esos.

¿Se dio cuenta que incluso sin nada de plata de puede alimentar el alma y pegarse un rico regaloneo? Porque podrán incluso ponerle precio al aire y a la fuerza de nuestro trabajo, pero mientras el alma sea una masa luminosa e intangible que nos mueve a muchas cosas, escuchándola atentamente, será el último refugio de nuestra libertad. Oigámosla un momento y démosle un poquitito de comida de vez en cuando y así el alma nos devolverá en la misma medida.

Haga eso de vez en cuando y a la mañana siguiente mírese al espejo. Y verá que el alma le responde con una sonrisa.

09 noviembre, 2011

Manifiesto del roto

En “Maleta de Opiniones” continúa el ciclo de columnas tendientes a diagnosticar las causas de la baja participación y las posibles soluciones que se proponen para contrarrestar esta realidad. A pesar de que prometí el exponer las 50 proposiciones primero quisiera elaborar una contextualización que servirá para que clase política y ciudadanos puedan entender las palabras que expondré de aquí en adelante.

Chile tuvo un origen turbulento. Según los libros de historia en 1536 cientos de pueblos con distintos grados de formación fueron unidos por la llegada de hombres venidos desde muy al norte conquistando todo lo que tenían a su paso en nombre de un rey extranjero; 5 años más tarde una expedición los transformaría todo irremediablemente pasando de ser vencedores a ser vencidos para luego intentar acuerdos a medias para que pudieran pasar tras la frontera.

Esa fue la limitante para que Chile se constituyera entre Coquimbo y Concepción, dos ciudades que dependían de Santiago, un pueblo que pasó de comer ranas asadas en piso de tierra a levantar fastuosas mansiones a imitación de Europa. Cuando fue amenazada lanzó todo el poderío que concentraba. Con el tiempo, incorporó nuevos territorios porque a la capital le hacía falta aumentar sus recursos. La hermana del sur, la heroica Concepción, siempre intentó arrebatarle el poder con constantes fracasos. Ninguno resultó: el poder capitalino era mucho.

Conforme ese cambalache problemático y febril del siglo XX avanzó sobre nuestra tierra la amenaza ya no era el poder consolidado de Santiago, sino las masas trabajadoras que se unían en pos de mejorar sus condiciones. ¿Pero, por qué confundir centralismo con problemas de masas? Simple: cuando los sectores dirigentes del país construyeron al Estado para poder consolidar su proyecto llegando a la gloria durante principios de siglo se dieron cuenta que había muchas personas muriéndose de hambre. El problema les estalló en la cara y, como no supieron qué hacer, aplicaron balas. Miles murieron en Iquique, otros tantos en Santiago, unos pocos en Ranquil.

Y aquí se nos cruza el problema: el discurso centralista tenía que ser el discurso de toda la nación, es decir, todos debemos imitar al centro. Cuando éste y sus vicios no son reproducidos por cualquier medio hay que eliminarlo. Y si no se puede, asimilarlo. Por ello, el invento del “roto”.

Sin embargo, ese roto jamás cambió. Aunque siempre se le define como trabajador y republicano con un millón de otros adjetivos esconde un carácter trabajador y un empeño que no se lo quita nadie. Siempre ha intentado llegar a acuerdos con las autoridades porque reconoce en ellas el poder, pero éstas siempre se han negado.

En el corazón de la gente nadie pide ser patrón, aunque siempre ha soñado con ganar algún juego de azar para poder pagarle para que haga lo mismo. Y el común de la gente hoy se pregunta: ¿Ustedes creen que los cabros salen a la calle simplemente por alegar? ¿Los obreros del salitre salían porque querían derribar lo establecido? ¿Los mapuche queman camiones por deporte?

Ese roto que siempre es mirado en menos en realidad no pide mucho. Quiere ponerse en igualdad de condiciones para decir “míreme, tengo dos manos buenas para trabajar, tengo las ganas de hacerlo, yo voy donde usted me mande, pero quiero que me respete porque los dos somos personas. Enséñeme y haré el trabajo que me pida, deme las herramientas y si quiere le construyo una casa gigante, deme apoyo y yo le devolveré un buen trabajo, deme tiempo y crea en mí, porque soy sincero con usted.

Pero, por favor, hagamos un trato. Ayúdeme a hacer ese buen trabajo enseñándome con paciencia porque me cuesta entender las cosas a la primera, págueme lo que me corresponde porque me lo merezco sin ser arrogante y simplemente por una razón: trabajo por necesidad. Necesito llevar el pan a la casa y pagar las cuentas y por eso acudí a usted. Pero si estamos juntos rememos para el mismo lado, hagamos las cosas bien. Yo le ayudo y usted me ayuda, usted puede ser jefe y yo empleado, pero los dos podemos tratarnos de buena manera. Mirémonos a los ojos y escuchémonos con atención porque los dos tenemos algo que decir”.

Si nuestras clases dirigentes escuchar lo que ese roto nos dice otra sería la historia.

01 noviembre, 2011

Hacia la solución: políticas públicas con base en la pedagogía

Las últimas seis columnas en este sitio han sido sólo crítica con el fin de hacer un diagnóstico muy general de las causas que desmotivan, que ahuyentan o que entorpecen la asociatividad y la participación de la ciudadanía en el sistema político. El tejido dinero-política-religión ha impedido los cambios estructurales que la sociedad civil demanda. Este año, la cosa ya no dio para más.

Atrás quedaron los días en que Eduardo Frei Montalva (1964 - 1970) inauguraba una era dorada de la participación al fomentar la creación de sindicatos campesinos y grupos de base como centros de madre o juntas de vecinos generando canales efectivos de comunicación entre gobernantes y gobernados. Mediante la “Revolución en Libertad” la gente tuvo mayor empoderamiento para que, con la asesoría y educación desde el Estado, fueran capaces de tomar decisiones autónomas y efectivas. Casi medio siglo después ese mismo Estado hoy se desvanece intentando acallar las voces que piden reformas urgentes y estructurales.

Por ello es que en las siguientes nueve columnas elaboraré desde mi condición de ciudadano residente en Chile algunas orientaciones a la clase política para reformar estructuralmente el sistema imperante, esta democracia que un día se consideró como el mejor sistema para que los del “pueblo” de 1820 participaran (es decir, todas las variantes de la aristocracia) y que hoy, en 2010, hicimos nuestra.

Algunas de estas propuestas se recogen de otras partes del mundo luego de una revisión exhaustiva de material, otras son voces que la ciudadanía pide desde hace años y algunas son de mi autoría. Espero sea un compendio que sirva a clase política y ciudadanos de todas partes que compartan esta condición de querer que las cosas cambien haciendo propuestas concretas y sustentables. Este es mi humilde aporte a Chile, una tierra que posee un sistema político que no me gusta para nada, pero que tengo ganas de cambiar. Porque estoy convencido que si uno parte se encontrará, ciertamente, con otras voces que comulgan en ideas pero que les falta unión.

Estas son 50 medidas que trabajan en 8 ejes programáticos para imaginar al Chile del 2020 o del 2030 más participativo, más inclusivo, más respetuoso y atento oyente de los ciudadanos que tienen y no tienen voz. Éstas se enmarcarán dentro de la propuesta de Estado Complementarista que he relatado algunas semanas atrás y en la lógica de las Políticas Públicas con base en la Pedagogía que describiré a continuación.

Los ocho ejes de trabajo a analizar serán: partidos políticos, asociatividad ciudadana, participación ciudadana, reforma tributaria, servicios públicos, campañas políticas, Parlamento y Constitución Política del Estado. Espero les gusten y las destrocen con críticas para hacerlas mucho mejores de lo que están pensadas. Al final de este ciclo compartiré el documento de trabajo que sintetiza todo lo aquí expuesto.

Políticas Públicas con base en la Pedagogía (PPBP).

Nuestro sistema político y sus vicios han generado baja participación en diversas instancias de asociación y mecanismos de consulta sobre políticas públicas, lo que redunda en la poca identificación con los planes de acción en diversas materias que implementan los gobiernos. Aquí radica la importancia de ejecutar procedimientos que hagan partícipes a la ciudadanía en todos sus niveles para generar altos grados de compromiso con el objetivo que se quiere lograr.

Es por ello que se proponen, para ello, Políticas Públicas con base en la Pedagogía (PPBP), es decir, la aplicación de algunos principios de la ciencia de la educación en la realización de las políticas públicas, concebidas desde la participación en todas sus etapas, poniendo énfasis en la consulta a los directos involucrados. Se debe trabajar, para ello, en base a:

· El conocimiento, es decir, una interacción construida por el sujeto cognoscente cuando interactúa con los objetos físicos y sociales. Ésta transforma al objeto al actuar sobre él trastocando sus estructuras o marcos conceptuales. Conoce más del objeto en cuanto más se aproxime a él.

· El aprendizaje, entendido como un cambio en la conducta, que se da en la internalización de la relación sujeto-objeto. Es imposible que aprenda si no es capaz de entender el contexto en que se desenvuelve.

· La mediación. Fundamental en este proceso, plantea que la relación sujeto-objeto no se produce en forma directa, sino que existen mediadores. El más común de todos es el lenguaje.

· El establecimiento del “contrato pedagógico”, un acuerdo implícito donde se establezcan reglas y sanciones por el no cumplimiento de éstas, siempre desde un consenso entre las partes que lo suscriban.

· La participación. Todos los involucrados en el proceso deben estar presentes con voz y voto en el conjunto de acciones y decisiones que se tomen.

Si somos capaces de tomar estos conceptos tendremos como resultado políticas participativas que generarán altos grados de participación y compromiso; por ende, una gestión exitosa con un cumplimiento efectivo de las metas propuestas.

Los principios que sustentan las PPBP son:

· Romper prejuicios y preconceptos sobre ciertos grupos sociales.

· Consulta a todos los involucrados sobre todas las ideas a tratar.

· Canales de participación expeditos y sin exclusión alguna.

· Crítica constante de todas las propuestas.

· Búsqueda permanente de desafíos (cómo llegar más allá de lo propuesto originalmente).

· Ajustar las expectativas a las realidades locales.

· Comisiones de trabajo transversales e interdisciplinarias que representen las distintas corrientes de opinión involucradas.

· Probar la teoría en áreas no afines a la propuesta planteada.

· Establecimiento de acuerdos previos en donde se establezcan premios al cumplimiento de metas (refuerzos positivos) y sanciones por el no cumplimiento de las mismas.

· Conversar con todo el equipo de trabajo sobre los conflictos y buscar canales de solución consensuados.

· Mecanismos consensuados de evaluación de las metas.

· Un sistema consensuado de gestión por resultados (a medida que se cumplan metas se liberan los recursos de todo tipo para pasar al siguiente nivel de logro).

· Fomento (refuerzo positivo) a la innovación en las políticas que se apliquen.